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𝒁𝑶𝑴𝑩𝑰𝑬 𝑭𝑰𝑽𝑬: 𝑾𝑶𝑶𝑱𝑰𝑵-𝑨𝑯!
Tan solo mirando un par de horas atrás, la idea de estar corriendo por un pasillo mientras Woojin tiraba de ella por los tropezones torpes que daba debido al pánico sonaba a uno de esos sueños raros que solía tener tras ver alguna de sus películas apocalípticas. ¿Un apocalipsis en el instituto? Ni si quiera a los de Tren a Busan les pilló dando clase de inglés, y encerrados con el loco profesor Kang transformándose en zombie.
- ¡Cuidado, Miyeon! - volvió a tropezar, y de nuevo Woojin la incorporó con un tirón. Se recordó agradecerle también más tarde haberla salvado el culo.
- ¡Que vienen, que vienen! - chilló viendo un grupo de zombies frente a ellos cortandoles el paso. Nayeon cayó al suelo, y casi la imita si no fuera por su pobre sentido de equilibrio reaccionando a tiempo. Veía ya su final, cuando Su-hyeok salió corriendo y embistió a los zombies a base de golpes y patadas que no sabía que podía dar.
Actuando a la desesperada y viendo que las dotes marciales ninja de Su-hyeok no servían para retenerlos a todos, Cheongsan y Gyeonsu cogieron unas ventanas, usándolas como arma. Woojin soltó su brazo cogiendo también mobiliario escolar, y todos los chicos comenzaron a empujar a los zombies como un equipo de rugby o algo así. Habría estado encantada de ayudar, pero definitivamente no tenía nada de fuerza debido a su miedo.
- ¡D-Daesu, la puerta! - señaló. El chico asintió firmemente, acatando esa orden indirecta que más bien era una idea basada en anteriores experiencias rompiendo puertas (eran fáciles de quitar, en su defensa) y su querido mejor amigo fue ahora a embestir con el enorme trozo de madera. Era definitivamente más seguro, porque su experiencia de analizadora de pelis zombies la decía que más de un personaje había muerto por mordeduras en la mano sujetando puertas o ventanas.
Eran tal vez cinco o seis zombies, nada con lo que ellos no pudieran, así que aún bajo la amenaza de sufrir de nuevo un ataque de adrenalina que la haría decir estupideces y llorar cual bebé, comenzó a empujar también como podía. Por supuesto, que el ruido que hacían luchando por sus vidas (¿por qué no se podían poner en mute?) atrajo a más por las escaleras.
