7. Solo la verdad

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—Sanemi, ¿tienes unos minutos?—le habló Giyuu a su esposo, que se encontraba escribiendo algo en el escritorio,
—Mmmh—murmuró Sanemi—, dame un segundo—terminó de escribir la carta y dársela a su cuervo para que se la lleva a alguien, algo que Giyuu no entendía, parecía que Sanemi seguía viviendo en la era de los cavernicolas, pero lo dejó pasar—. Ya está, ¿para que quieras hablar, Giyuu?—le preguntó.
-Podríamos ir al cuar-
—¡Llegué!—gritó alguien desde la puerta, era Tengen, el cual entró y se abalanzó hacia Sanemi, lo abrazó y lo sacudió de una forma un tanto brusca, claro que nada más se movía una parte de su cuerpo, por la falta de brazo de Tengen-. ¡Hijo de… ¿PIENSAS EN LO PREOCUPADO QUE ESTABA? ¡Giyuu lloraba todas las noches! ¡Infeliz!—lo regañaba Tengen, una y otra vez, siempre reclamando le haber dejado solo a Giyuu casi un año.
—¡Perdón! ¡Me amenazaron! ¡Sueltame!—Sanemi tomó la única muñeca que Tengen tenía, posada en su hombro, y empezó a apretarlo un poco fuerte, sonriendo le con el ceño fruncido y venas saliendo de su frente.

Al final Tengen soltó a Sanemi, ahora Giyuu se encontraba dándoles té a los dos alfas.

Giyuu se estaba casi mordiendo las uñas, pensando en cuanto se iban a tardar, necesitaba hablar con Sanemi, pero sabía que no era el único, Tangene también necesitaba hablar.

De hecho, Tengen se había enterado la noche anterior que Sanemi regresó, seguro estaría enojado, después de la batalla final contra Muzan, Giyuu le agarró un gran cariño a Tengen, incluso viéndolo como un hermano mayor.

Así que se decidió retirar, donde llegando a la habitación empezó a toser sangre, aunque no quería hacer mucho ruido se cubrió la boca con la mano, para no molestar a los alfas de la otra sala de la casa.

Cuando dejó de toser se fue a lavar la boca y volver a parecer humano, no quería causar problemas.

Cuando salió del cuarto, Sanemi le jalaba la oreja a Tengen y él solo pedía que parara.

—¿Qué pasó? ¿Por qué le jalas la oreja a Tengen?—preguntó Giyuu con los brazos cruzados, viendo a ambos alfas con una ceja levantada y aire amenazador.
—Giyuu, ¡dile a tu esposo que me deje!—rogó Tengen, mientras trataba de liberarse de Sanemi.
—Sanemi—le dijo Giyuu, en un tono amenazante.
—¡Es que es un idiota!—le gritó Sanemi, mientras le jalaba más fuerte la oreja y casi le salía sangre.
—Solo lo diré una vez, y no más, ¡SU-EL-TA-LO!—ahora era Giyuu quien le jalaba la oreja a Tengen, y esté se quejaba.

Giyuu tenía una cara asesina, digna de cualquier demonio, Sanemi podría jurar que cuando se enojaba sus ojos se tornan de color rojo, y tenía razón, el nació con la condición de Iguro Obanai, tenía heterocromía, pero eso era porque su padre tenía los ojos rojos y su ¿madre? (realmente no recordaba a su madre, había muerto cuándo Giyuu tenía tres años) los tenía azules. Realmente su padre le dijo que no había nacido de una humana como su hermana mayor, sino de una demonio.

Pero la razón de el color rojo en sus ojos cuando se enoja es por el hecho de que él puede controlar el color de sus ojos a voluntad propia, si quiere los puede tener del color con el que nació, rojo y azul, o totalmente rojos o totalmente azules, pero, cuando se enojaba o se estresaba no lo podía controlar y se quedaban totalmente rojos hasta que se calme un poco.

—Perdon, cariño—Sanemi soltó la oreja de Tengen y, a regañadientes, Giyuu soltó la suya, y su color de ojos volvió a la normalidad.
—Ya, no fue nada—dijo Giyuu sonriente, sonrisa claramente forzada.

Tengen se fue unos minutos después, entonces Giyuu aprovechó y se llevó a Sanemi a la habitación, la cerró con llave, así los niños no entrarían, fue con Sanemi y lo besó, lo abrazó y empezó a llorar.

Mis ángeles (sanegiyuu omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora