Prólogo.

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Hay veces en las que las aguas tranquilas de uno de los Blues se sienten más peligrosas que las olas bravas del Grand Line. Garp lo sintió cuando el East Blue se llenó de lobos del mar que se congregaron para ver el final del aclamado Rey de los Piratas. Cuando la noticia de un niño con sangre maldita creciendo en el vientre de una mujer asaltó el South Blue. Cuando la Ciudad Blanca del North Blue cayó en pedazos. Cuando Ohara ardió sobre las aguas del West Blue.

El sentimiento es un poco diferente esta vez, más personal. Mientras su nave cruza los mares del este, la inquietud se apega a él.

La isla de Dawn está en pie, gracias al cielo. Villa Foosha parece normal a lo lejos y los bosques verdes en los que se esconde la cabaña de los bandidos siguen pareciendo profundos y frondosos. Su inquietud, sin embargo, no hace más que crecer cuando llega al muelle y ve a los pueblerinos palidecer.

Hace algunos años, Garp llegó a la isla para encontrar una desgracia. Sabo, su tercer nieto que salió de la nada, fue cruelmente asesinado por nada menos que un noble mundial. El anciano corazón del vicealmirante se retorció de dolor al pensar en el adorable niño rubio, con sus mejillas redondas y el hueco de un diente de leche perdido. Ace lo recibió con una mirada oscura, Luffy no hacía más que llorar. Bajando del barco, Garp reza a los mares por no encontrar una escena similar. Necesita saber que están vivos. No puede perder a ninguno de ellos.

Hay algunos murmullos entre los vecinos, que en vez de darle la bienvenida como de costumbre, apartan sus miradas. Hay un momento de vacilación en el que Garp sopesa entre ir a la cabaña de los bandidos o al bar de Makino que se interrumpe con los pasos dirigiéndose hacia él. Cuando levanta la mirada esperando ver a la dulce camarera, es el rostro tosco de Dadan el que lo saluda.

"Da..."

"Garp", llama ella a través del cigarro apagado en su boca. "Ven conmigo."

El anciano no duda en seguir la orden, cada vez más angustiado. Los pueblerinos no parecen particularmente asustados por ver a la líder de los bandidos en su aldea y eso, de por sí, es suficiente para que Garp sepa que las cosas no van como deberían ir.

"Dadan", dice él mientras sigue a la mujer. "Mis nietos. ¿Dónde están mis nietos?"

La mujer robusta sigue caminando con los hombros tensos y el nudo en la garganta de Garp se convierte en una piedra en su estómago. ¿Por qué no responde? ¿Qué les ha sucedido?"

"Están dentro", dice ella rompiendo su fatídica cadena de pensamientos.

Se detienen en el porche del Partys Bar. Dadan no lo mira a los ojos, pero hace un gesto invitándolo a entrar. Sin perder el tiempo, lo hace. Entra a la taberna con ojos muy atentos, buscando los cuerpos escuálidos de sus jóvenes nietos.

Encuentra a Ace primero, sintiendo un peso aliviándose de su pecho al ver un niño vivo y saludable. Quince años y con el rostro más afilado de lo que lo fue la última vez que lo vio. Su piel está pálida y sus ojos tienen grandes bolsas oscuras debajo, pero no hay duda de que está ileso. Está sentado en la barra y tiene una pequeña sonrisa mientras mira hacia abajo y asiente de vez en cuando.

A su otro nieto, Garp lo oye antes de verlo. Su escandalosa voz llena la taberna vacía. Garp sigue la mirada de Ace para ver a Luffy sentado en una de las mesas bajas del bar, moviendo los brazos locamente mientras relata algún tipo de historia. Su sombrero está sobre la mesa. El malestar de Garp desaparece al verlo solo un poco más cansado que de costumbre, pero tan vivo como su hermano.

Olvidando momentáneamente su terror, Garp sonríe y vocifera.

"¡Mocosos!"

Ace casi se cae de su asiento en la barra del susto. Luffy da un pequeño salto en su silla, pero no se mueve más allá de girar su rostro hacia la entrada.

One Step at a TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora