Capítulo 10

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Estuvimos viendo a la oscuridad por un largo tiempo hasta que decidimos levantarnos y ir a la casa.

Seguimos por el caminito por dónde yo lo había seguido y así llegamos a la casa.

Carlos se había quedado dormido en el mueble.

Subí a la habitación de huéspedes y guarde mi vestido seco y bueno los zapatos seguían mojados guarde las cosas, me cambié de ropa y baje.

Si me quedé con la sudadera porque tenía frío.

Baje con mi bolso y una bolsa con mis zapatos mojados.

–Si quieres vete con las pantuflas de Carlos y la dejas en el auto cuando te bajes.

Dice Sean sentado en la cocina.

–¿No sé molesta?.

–¿Porque se molestaría? Más bien el anda más descalzo que con eso.– dice señalando las pantuflas.

–Esta bien.

Fuimos a la verja y entramos en su auto, era un Ferrari BR20.

No prendió la calificación solo dejo los vidrios arriba.

Me senté en la parte del copiloto arecostando la cabeza del vidrio.

–¿Como la pasaste?.– Dice el rompiendo el silencio.

–Bien.

Estabamos saliendo de su casa.

–Oye... Siento... Haberte arruinado tu almuerzo.– Dice el.– No soy de decir esas palabras, pero te la has pasado bien.

–Tranquilo está bien.– Volteó hacia donde está el y luego vuelvo a ver las casa desvaneciendo.

Puso música de la radio pero como vio que ninguna era buena lo apagó.

–¿Porque no pones una de tu celular?.– Dije.

–Porque no lo puedo ver mientras conduzco.– Dice el sacandoce el celular del Bolsillo.– Ponla tu, la que quieras.– dice el dándome el celular.

–Bien... A ver.

Empecé a bajar música, cada música que veía era como triste.

–Te importa si pongo una que no esté en tu celular es que...

–Si son triste lo sé. Está bien.

Puse una en Spotify, era una canción electrónica.

El se queda viendo la radio con una mueca de espanto y la apaga.

–Ok mejor no pongas nada.– Dice el.

–¿No te gusta?.– dije viendolo.

–No. Mejor quedemos en silencio.

Nos quedamos en silencio mientras el estacionaba el auto al frente de mi casa.

–Gracias por traerme.– Dije abriendo la puerta.

–Bien.– dice el viendo al frente.

Cerré la puerta y iba caminando descalza hacia la verja y me pare cuando recordé que llevaba su sudadera puesta.

Voltee y el estaba ahí aún.

Abrí la puerta y el frunció el ceño.

–¿Se te quedo algo?.

–No, era para entregarte tu sudadera.

El nego con la cabeza viendo al frente.

–Dejatela.–dice el viendo el frente.

Cuando No Te Conocía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora