❱ Tan solo eras una adolescente normal, aunque no eras tan sociable, y tu vida en si tampoco era la mejor, pero jamás pensaste que esos tiernos y amables chicos se aprovecharían de eso para tenerte a su merced.
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En toda la noche no logré sacarme a ese chico de mi cabeza, me costó dormir gracias a eso, pero aun así logré dormir al menos unas cinco horas, así que si estaba preparada, para ir a la escuela. Me di una ducha y me vestí con ropa solamente de color negra, fui hacia la cocina encontrándome a mis padres totalmente enojados, supuse que les había llegado la noticia de la golpiza que le había dado a Sukura, sonreí levemente un tanto burlona mientras me servía un vaso de leche empezando a tomármelo, el lugar estaba en un silencio total, no me sentía incomoda, como dije; empezaré a defenderme si me atacaban. En ese momento lo único que salió de mis labios fue un ¨ La zorra se lo merecía¨, pero antes que pudiera decir alguna otra cosa mi mamá me interrumpió gritando que era una rebelde sin remedio, que era una delincuente que terminaría nuevamente en la cárcel, y eso realmente me enfureció como no tenían idea.
Escúchame bien, mamá, yo soy inocente, jamás maté a alguien, así que más te vale no volver a mencionar ese tema o realmente verán que tan rebelde podré se....- no alcancé a terminar cuando sentí un vidrio estrellarse en mi espalda, gruñí girándome, vi a mi padre parado detrás mío con su mirada oscurecida, la mía estaba exactamente igual, era un silencio tremendo, se podía sentir la tensión desde lejos- viejo de mierda... contigo no estoy hablando, así que no te metas en cosas que no te incumben, pito corto.
- Eres una malcriada, como se te ocurre hablarme así? soy tu padre, me debes respeto y obediencia, niñata, si sigues así nunca encontrarás un hombre tan bueno como yo. - dijo mientras me tiraba una fuerte cachetada, eso había dolido demasiado, por lo que no dudé en pegarle una patada directamente hacia sus bolas, sonreí al verlo retorcerse del dolor.-
