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El reloj marcaba las 8 pm. La lluvia cubría los vidrios de la camioneta de mis padres.
Creo que nunca comprenderé las lluvias repentinas en pleno verano.
Faltaba una semana para que las vacaciones terminaran, pasé todo el verano en Aspen. Lamentablemente había que regresar a casa antes de tiempo.
Cuestiones del trabajo de mi padre. Nada fuera de lo común.
—Brielle –dijo mi padre—. Necesitamos encontrar un sitio para orillarnos, esta lluvia no me deja ver ien la vía.
—Dame un segundo, cielo —respondió ella acomodando sus lentes en el puente de su nariz.
Brielle era el diminutivo para Gabrielle, mi madre. Cabello rubio ceniza, claramente teñido, ojos cafés, lentes para la visión que eran más grandes de lo que deberían, y aun así le quedaban bien.
Mi madre era enfermera en el hospital general de Washington DC.
Mientras que mi padre, Duncan, con su cabello repleto de canas, un cabello que alguna vez fue castaño, y sus particulares ojos color azul, los cuales no había heredado, trabajaba para una importante empresa de la ciudad, la cual se encargaba de la venta y distribución de armas a nivel nacional. Sobre todo, para los cuerpos gubernamentales.
Mis padres eran dos personas completamente distintas, en todo el sentido de la palabra.
Mi madre siempre era más recatada, sencilla, alegre, siempre atendía a todos con una sonrisa plasmada en su rostro, aunque solía ser estricta cuando la conocían. Demasiado estricta.
Las apariencias engañan.
Mi padre tenía un rostro con expresión seria, era caballero, pero si no había confianza con alguien podía convertirse en el propio Severus Snape a la primera impresión. Al conocerlo era un total Fred Weasley.
La ruta estaba sumida en oscuridad, lo único que iluminaba el pavimento eran los faros de la camioneta, un enorme bosque de árboles pomposos rodeaba ambos lados de la carretera, podía incluso pensar que era tenebroso.
Mi padre adoraba hacer viajes en auto, y como esta vez no era la excepción, viajábamos desde Aspen hasta Colorado Spings.
Aproximadamente 5 horas de viaje.
Si, vaya diversión.
—A unos 5 kilómetros hay una clase de motel de carretera —dijo mi madre con una expresión de desagrado—, pero por lo que veo es nuestra única opción y tendremos que detenernos allí.
—Si, de todas formas, es sólo una noche. ¿Tú qué opinas, princesa?
Mi padre me observaba en la oscuridad a través del retrovisor.
