Luna

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Blake abrió los ojos, la luz blanca del ambiente lo cegó por un largo rato, trato de levantarse, pero se resbalo, tenía el cuerpo mojado, en el suelo corría agua a bajo nivel, poco a poco su vista fue adaptándose.

Se encontraba en una zona muy amplia completamente vacía que tenía agua que le llagaba hasta los tobillos, el agua estaba tan transparente que podía ver su reflejo a la perfección.

Miro su hombro preocupado, pero ya no le dolía y su herida había sido cerrada por completo, la marca del veneno desapareció, trato de crear fuego, pero su magia no funcionaba, comenzó a caminar por el lugar tratando de encontrar la salida, avanzaba sin pensar la dirección, sentía como si siguiera en el mismo lugar no importara cuanto caminara.

Se detuvo de golpe luego de un rato, sentía como el agua estaba calentándose y empezaba a burbujear, por alguna razón él no se quemaba, de pronto del suelo apareció un chorro enorme de agua que traía consigo una criatura gigante.

Un lagarto con alas llenos de escamas rojas con dos cuernos en la cabeza, enormes colmillos, media aproximadamente unos 30 metros de altura, su cuerpo era muy largo y terminaba con una cola que tenía una llama roja en la punta, los ojos de la criatura eran de un rojo carmesí muy brillantes con una pupila negra en punta como una serpiente.

Blake y la criatura se miraron a los ojos, él no tenía miedo, lo miraba fascinado, la criatura que observaba era un dragon había escuchado historias sobre ellos, pero se cree que se extinguieron hace miles de años.

Él se acercó al hocico del dragon, este agacho la cabeza y dejo que le tocara el rostro, las escamas del dragon brillaron y la piel de Blake también, el fuego comenzó a girar a su alrededor y de pronto todo el lugar se ilumino por el fuego rojo de ambos.

Despertó, su vista fue adaptándose poco a poco a la luz del día, estaba tirado en el suelo, se incorporó, estaba lleno de tierra y polvo, estaba muy confundido, se encontraba ahora en un cráter enorme, comenzó a subir con mucha dificultad, notó que estaba lleno de tierra y sangre por todos lados, su ropa estaba chamuscada, no tenía zapatos.

Al salir del cráter comprobó que gran parte del bosque se incendió, el suelo estaba igual de destruido, empezó a preocuparse, le dolía la cabeza, su oído no paraba de zumbarle, su vista aún no se arreglaba, cada vez que parpadeaba miraba las cosas de manera diferentes, se le aparecían colores encima de las cosas cerraba los ojos con fuerza y se los frotaba para tratar de aliviarse, pero le ardían demasiado.

Comenzó a caminar y ahora notaba que su cuerpo le temblaba y sobre todo el hombro, sentía como algo se acercaba a su ubicación, era veloz, escuchaba sus pasos desde la derecha y el sonido de algo metálico, por instinto se protegió el rostro, recibió un impacto de una espada dorada en el brazo.

Esta reboto como si su brazo fuera del mismo material, él no lo notaba, pero sus brazos tenían escamas rojas que aparecieron en el momento que se cubrió el rostro al instante desaparecieron, no le dio tiempo de pensar ya que con sus ojos noto tres luces amarillas en que lo atravesaban en el pecho, por instinto se giró a un lado.

Tres luces pasaron volando muy rápido justo en donde Blake estaba antes, cayó al suelo, escucho los pasos de alguien, él trato de ponerse en guardia, esta persona fue muy rápida hizo un barrido con sus pies y lo tumbo en el suelo, luego lo apunto en el cuello con su espada.

La persona era una mujer rubia con unos ojos color ámbar que brillaban, usaba una túnica de mago dorada con capucha, su espada era de oro puro, el cual emanaba un brillo que hacía doler los ojos, la mujer era hermosa, debía tener la misma edad que Blake, lo miraba fijamente y mantenía su espada firme sobre su cuello.

—¿Quién eres? —pregunto la mujer, su voz era muy cálida.

—Soy Blake Carter —respondió él —¿Quién eres tú?

Crónicas Mágicas: Fuego y hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora