El fuego del inicio

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Blake Carter corría por las calles del pueblo mientras las autoridades trataban de atraparlo, en su boca sostenía una barra de pan y en sus manos tenía una bolsa cargada de diferentes comidas, por el camino resbala al tratar de cruzar por diferentes esquinas.

Esquivaba a los aldeanos y saltaba diversos obstáculos como ovejas, o carretillas, giro a su derecha cuando vio que venían más guardias por la izquierda, entro en un callejón cerrado, desesperado uso su habilidad para impulsarse hacia arriba, de sus pies salieron flamas de color rojo carmesí, Blake se elevó y alcanzo el techo de una casa, en un momento comenzó a saltar por encima de las casas.

Llego a la torre de la iglesia, por suerte ya había despistado a sus perseguidores, entro a su sala privada estaba repleta de basura, envoltorios de comida, la cama estaba hecha un desastre, dejo la bolsa sobre la mesa, se acercó a la ventana y miraba la villa, Hope Villege era un lugar hermoso rodeado de árboles casas de maderas apiladas, por la derecha corría un rio que reflejaba la luz del sol.

La gente del pueblo vivía una vida tranquila, a pesar del desastre que Blake provocaba siempre, él era huérfano, fue criado en la iglesia del tiempo, asistía todos los días a misas y reuniones, aunque él la pasara mal casi siempre, las hermanas eran demasiado estrictas, una noche encontró la entrada secreta de una torre y desde hace muchos años está viviendo allí, luego de comer dejo las cosas guardadas en el armario, se cambió de vestimenta, cuando hacia esa clase de robos se vestía con harapos y ropa sucia y se tapaba la cara.

Ahora usaba un pantalón corto con botas, una camiseta sin mangas de color rojo y una chaqueta de cuero, tenía dos tirantes negros cruzados, se miró en el espejo era alto y le agradaba esa vestimenta, se puso sus guantes sin dedos, de la bosa que robo había una orquídea un poco aplastada, con delicadeza trato de acomodarla.

Se acerco a un armario, con mucho cuidado y tratando de no a hacer ruido empezó a moverlo, había un hoyo en la pared, que daba a una sala de clases, a esas horas no estaban enseñando nada.

Salió del aula y comenzó a descender por las escaleras, empezó a saludar a los niños que estaban disfrutando su día libre, tenía unas manzanas en los bolsillos, se los entrego con mucha discreción, ellos le agradecieron.

Llego al salón de la iglesia, el lugar era majestuoso, enormes arcos con cristales de colores, en el aire flotaban luces mágicas cargadas con éter, todo el lugar estaba rodeado de una alfombra morada que tenía un bordado dorado, en el fondo estaba un podio con una estatua enorme.

Era una mujer que usaba un vestido de ceda, sostenía un bastón que en la punta era redonda y con forma de un reloj, era la diosa del tiempo, las personas en este pueblo la adoraban y le rinden tributo, se dice que ella ayudo a crear Terrariam, en ese mundo la gente veneraba a diferentes dioses.

Blake con mucho cuidado esquivaba a la gente, y trataba de no mirar a ninguna hermana, salió por la entrada trasera que estaba ubicada detrás de la estatua, salió por un pasillo rodeado por cristales multicolores, por los lados había un campo de flores moradas, al llegar al final del pasillo salió hacia el exterior, un sendero indicaba el camino hacia un acantilado.

En este se ubicaba un árbol enorme con un columpio colgando, Blake se acercó lentamente, miro el paisaje, el mar era precioso, el olor del océano llegaba hasta estas alturas, un poco más adelante justo al borde se encontraba una lápida.

—Hola Cristal —Blake coloco la flor dentro de un jarrón con agua—Feliz cumpleaños, estarías cumpliendo 19 años, estas muy vieja —Blake sonreía mientras se sentaba frente a la lápida—Hoy robe un par de comidas, estoy preparándome para hacer el viaje.

Crónicas Mágicas: Fuego y hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora