Capítulo 2.

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Después de cuatro horas de vuelo y media hora en coche parece que por fin he llegado a mi nueva casa. Un tal Sam ha venido a recogerme al aeropuerto, según dice es el novio de mi hermana. Si esto ya no podía ser más insufrible ahora tengo que aguantar  a este rubio mal teñido. Que asco de ciudad.

-¿Estás bien?- El rubio mal teñido me sacó de mis pensamientos, lo miré durante un segundo y luego volví a mirar por la ventana.

No, no estoy bien.- Sam sonrió y  paró el coche. Ya habíamos  llegado.

Bajé del coche y cogí mis maletas, miré a la casa sorprendido. ¿Tendría que vivir en esta cueva? Esto nunca te lo perdonaré padre.

Sam se acercó a mi y me miró con cara de pocos amigos, genial, ya tenía un enemigo. –No te pases con Bianca, está mal por lo de vuestra madre, sé amable.- Supongo que ese era el nombre de mi hermana, ni siquiera me había molestado en saberlo.

-Esa mujer no era mi madre.- Caminé hasta la puerta y esperé, Sam tocó dos veces y unos segundos después una chica bajita, de pelo castaño oscuro y ojos verdes apareció, me miró con un poco de miedo y luego se dirigió a mi y me abrazó. No supe que hacer así que no me moví ni le devolví el abrazo, esto era realmente incómodo.

-Tenía muchas ganas de conocerte- Me dijo después de separarse de mi y abrazar a su novio. Me quedé callado.

Después de este momento tan incómodo entramos los tres a la casa, era realmente fea, estaba todo en colores pasteles, era una casa completamente de chicas. No podré sobrevivir más de un día.

-         ¿Quieres algo para tomar? Supongo que estarás cansado del viaje.- ¿Estaba hablando conmigo? No era capaz de responder, estaba siendo amable y a mi no me salían las palabras. Todo me daba vueltas.

-         Traeré unos refrescos- En este caso era Sam el que hablaba, abandonó el pequeño salón en el que nos encontrábamos y yo me quedé ahí de pie sin nada que hacer y sin nada que decir.

-         Lamento las condiciones en las que nos hemos tenido que conocer, nuestra madre…

-         No hables de ella, no quiero hablar de ella.- Le dije mirándola por primera vez directo a los ojos y entonces supe que la odiaba, que no quería vivir con ella ni pasar ni un segundo más en esta casa. Por fin encontré las palabras.- No quiero estar aquí ¿Me entiendes? No quiero saber nada de ti ni de tu estúpida “familia” tu no eres mi hermana, esa mujer no era mi madre y se acabó.- Me miró sorprendida, estaba claro que no se lo esperaba, estaba dolida, pero ya era tarde, ya lo había dicho.

Te enseñaré tu cuarto, si no te importa.-Me dio la espalda y empezó a subir las escaleras, la seguí y en pocos segundos ya estaba con ella de nuevo. La habitación que tenía enfrente de mi era simple, una cama, un armario y una tele, creo que era la única habitación de la casa que no estaba decorada por una chica, más bien parecía decorada por un abuelo. –Puedes decorarla como quieras, le diré a Sam que te ayude con las maletas.

-No hace falta. Ahora si no te importa quiero estar solo.- Me miró una vez más y luego se fue, entre al cuarto y cerré la puerta, me senté en el suelo y me pasé las manos por el pelo frustrado. Que alguien me salve de este infierno.

Salí de la habitación y volví a bajar las escaleras, cogí mis maletas y volví a subir. Iba a cerrar la puerta de nuevo cuando apareció Sam de repente.

-Mañana es tu primer día de universidad. ¿Estás preparado?- Tragué saliva y un escalofrío me pasó por el cuerpo. La pesadilla solo estaba empezando.

Living in the darknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora