El trailero capitulo 1-6

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No podía creer lo que estaba sucediendo, pero tampoco quería dejar de disfrutar aquella experiencia que nunca había podido imaginar que me ocurriera a mí y menos tal y como sucedieron las cosas en aquella aventura morbosa e inesperada, que les paso a relatar.
Yo me llamo Pedro y tengo 31 años recién cumplidos, soy un tipo bastante varonil, atractivo y guapo, no porque lo diga yo, sino porque me lo dicen constantemente. Soy alto, de buen tono muscular, marcado y con el vello corporal bien distribuido sin caer en lo grotesco. Cabello moreno y ojos agrisados, estoy recién casado con mi mujer y tengo una familia bastante clasista y católica. Aun que sinceramente nunca he sido alguien fanático ni gran partícipe en la religión.
Mi padre tiene una empresa de transportes, tiene varios camiones y gente contratada para llevarlos, yo no quise trabajar con él nunca, de hecho, ahora trabajo en un taller de mecánica del que soy dueño. Con mi trabajo y el de mi mujer subsistimos perfectamente, aunque es verdad que siempre viene bien un extra en todas las casas.
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La empresa de mi padre pasaba por un mal momento: varios empleados de baja laboral, era época de gripe, otros lo dejaron mal con estarás, etc. yo los conocía a todos desde bien pequeño, sobre todo a Rubén íntimo amigo de mi padre, siempre habíamos coincidido en comidas, cenas y varias vacaciones ambas familias juntas. Rubén tenía 52 años era un hombre maduro, fuerte, atractivo, musculado, a quien le gustaba el deporte y las pesas. Tenía una hija de 18 años y un chico de 27 años tan atractivos como él.
El señor era bastante amigable; conmigo siempre había sido muy cercano y me trataba como a otro hijo, yo lo apreciaba bastante, en navidad nunca faltó el regalo de su parte.
Pues, con todo esto, resultó que Rubén tenía que hacer un viaje largo con su camión, necesitaba un acompañante, y como no habían trabajadores mi padre pensó en mi, podría acompañarlo y de paso ganar un dinerito extra, la verdad es que me venía bastante bien en ese momento y como con Rubén me llevaba bien pues decidí ir y así disponer de ese extra.
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Salimos pronto ese día a las seis de la mañana, hacia muchísimo frío, íbamos dirección A nuestro destino, Rubén se había dejado barbita, que le hacía mucho más interesante, iba con unos vaqueros ajustados y un jersey de cuello alto gordo y un chaleco acolchado, me pegó un buen abrazo para saludarnos y enseguida nos pusimos en marcha para no demorar tiempo, paramos alguna vez a tomar café y otra para comer, pero conforme nos acercábamos a la frontera el frío fue haciendo acto de presencia.
La cosa se ponía cada vez peor, la carretera se ponía intransitable por la espesa niebla y el frío cada vez era más inaguantable, nos desviaron a un aparcamiento donde había un restaurante, se hacía de noche y no podíamos continuar, así que decidimos cenar algo y pasar la noche en la cabina del camión la cual estaba bastante bien acondicionada, aunque solo había un catre, era bastante amplio y aunque algo incómodos podríamos descansar.
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Rubén subió al camión y yo tras él; puso la calefacción y empezó a desnudarse hasta quedarse en camiseta y bóxers, de esos bóxers tallados y justos de los muslos. Se apreciaba que conservaba un buen cuerpo y su paquete marcaba algo muy abultado y grueso. No es que quisiera fijarme, pero en las estrecheces del camión se puso a mí vista, fue inevitable no admirar aquel cuerpo masculino y fornido. Yo seguí sus pasos y me quedé también en camiseta interior y una trusa un tanto pequeña; la realidad es que mis piernas son muy gruesas, incluyendo mis nalgas. La verdad no había imaginado tener que enseñar a Rubén, pero las circunstancias mandaban.
—Bueno Rubén... tendremos que amoldarnos a las circunstancias ¿no?
—¿que le vamos a hacer? tendremos que descansar a cómo dé lugar, y mejor será que pronto, así mañana recuperaremos el tiempo perdido.— me respondió.
—¿crees que hará frío para ponerse el pijama?
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Rubén pensó un poco—No creo, con la calefacción y los dos aquí metidos, me parece que estaremos bien... aunque haz lo que quieras, yo no me lo pongo, ahora tú, con esa mierda calzoncillos de stripper que traes puesta —Dijo en un tono de burla— quizás sientas más frío que yo.
—No discrimines mis trusas —dije bromeando— la gente las subestima; es lo que lo que les mola a las chicas si tienes unas piernas cómo estás—Agregué dándole unos golpes a mis piernas —pero te comprendo, eres ya demasiado viejo como para entender de qué hablo.
—A las viejas lo que le importa es esto... —Se agarró la polla con una mano marcando su gran paquete sobre los bóxers —¿a qué no? —y siguió marcando ese pedazo gordo de carne dentro de su ropa interior.
—eso también, también. No es algo que me provoque problemas... tengo lo mío; y veo que tu también.
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—Desgraciadamente tener buen equipo no te asegura que a mi edad la vida sexual se mantenga igual de activa que a los 30 —Su tono decayó un poco— ya sabes lo que pasa cuando llevas casado ya muchos años, y la edad no ayuda mucho en las mujeres, más pajas que cogidas... para serte sincero, ya lo comprobarás... tiempo al tiempo muchacho —y me dio dos palmadas mientras doblaba sus pantalones.
—Lo que pasa es que ustedes los de antes... ósea, la generación antigua —No quería referirme a él como "viejo" y me detuve unos segundos para buscar las palabras adecuadas a lo que quería decirle — no innovan sexualmente, siempre hacen lo mismo... y al final eso aburre... cansa...
— Claro... tu generación es muy liberal, y eso incluye a las chicas; en mis tiempos el sexo era un tabú. A veces envidio un poco los tiempos actuales, yo no viví eso. Veo la bisexualidad, los swinguers, acostarse con el mismo sexo como algo tan común hoy... que me hubiera gustado tener algo de eso en mi juventud.
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—No creo que se trate de liberalismo, solo es una opción sexual que está ahí, y podemos usarla para salir de la rutina; todo está en los acuerdos que tengas con tu pareja.
—Dudo mucho mis esposa me dejara hacer algo como lo que tú dices. En cambio por lo que veo, tú podrías bajarte del camión ahora mismo, darte una vueltecita entre los camiones y regresar con el culo con el agujero como la bandera de Japón —Bromeó—por qué últimamente abundan los de tu generación por aquí.
—¿entonces es verdad de lo que habla mi papá?
—¿que dice tu padre? —Respondió interesado.
—Dice que a los camioneros se les voltea la tortilla con facilidad, que en las noches frías siempre tienen un buen culo para darles calor... y no necesariamente de una mujer. Seme sincero —Lo miré con cuestión —¿es tu caso?
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Rubén soltó la carcajada —temo decirte que no soy de esos muchacho—después de ceder su carcajada me reveló algo más íntimo— si algo es cierto... es que a mí se me han insinuado muchas veces muchachillos como de tu edad... pero la verdad que nunca he aceptado... y no porque no me apeteciera una buena mamada —Sonrió— solo no se... creó que sigo siendo muy conservador.
—Eso es lo que me dices a mí para que no me asusté ya que tengo que dormir contigo —Coqueteé en un tono de amigos— Tranquilo, puedes ser sincero, no le diré a nadie.
Rubén saco una botella de wiski y dos vasos, nos quedamos callados mientras vertía el alcohol en cada vaso —Ten. Bueno, ya que estamos en esto, creo que con el alcohol será más fácil contarnos historias... Y la otra ventaja es que así iremos a dormir más calientes para evitar tanto frío—Tomo un sorbo—Créeme... vivirás una de las noches más frías de toda tu vida.
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—¿entonces ya me vas a contar? —Insistí—Ósea... mi misma pregunta. Pero sin mentiras.
—Creo que no es un secreto que he tenido otras mujeres dentro de mi matrimonio... soy demasiado caliente, y en mi juventud era un hombre muy cotizado —Lo mire mientras hablaba, y seguía siendo tan masculino y atractivo. No podía imaginar que tanto más hubiera sido de joven —Tuve mucho sexo, si algo te da este oficio, es sexo gratis. Mujeres de todo tipo: cantineras, meseras, amigas, putas, y una que otra esposa de amigos —me miró con malicia.
—Pero esa no fue mi pregunta. Todo eso ya lo sé, papá siempre lo dice de ti.
—No seas desesperado, a eso iba. Si he tenido uno que otro culo de hombre... de hecho dos... uno fijo, y el de un chico de hace algunos meses... fue en uno de mis últimos viajes... de hecho te parece mucho. ¡Pero no hablemos más de eso! No quiero calentarme de esa manera y dormirme con tantas ganas.
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—Creo que será mejor cambiar de tema, no quiero despertar con esa verga gorda dentro de mi; con eso que dices que me parezco a tu último culo. Para serte sincero me asusta un poco tu tamaño, a simple vista —Sonreí con algo de timidez— se ve demasiado grande... y aún qué soy bastante liberal, como tú dices, tenerla dentro no es algo que me cause mucha curiosidad.
—Mientras tú no provoques no pasará nada —Dijo con malicia—que con el frío y las ganas de un buen culo que tengo, en medio de la noche... puedo desconocer, te advierto—Nunca había visto a ese hombre con ojos de morbo, si trato siempre había sido muy parental, algo así como un padrino, y era la primera vez que la conversación acababa en coqueteo.
—Pensándolo bien me pondré mejor el pantalón del pijama, no sea que tú serpiente despierte y me haga mierda—Reí un poco mientras iba a ponerme los pantalones.
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Entre las copas y la conversación que habíamos entablado, fue pasando el rato, cada vez nos reíamos más y nuestras chorradas cada vez eran más subiditas de tono, tanto, que pude ver cómo la polla de Rubén dibujaba un tanto un grosor mayor o de lo normal, bajo su calzoncillo había una palpitación y una pequeña gota en la punta de esa enorme cabeza. Lo miraba de reojo, no me atrevía a mirar descaradamente. Para eso aún le guardaba algo de respeto.
Aun que eso hizo que a mí me entrara un escalofrío y un tanto de morbo por saber lo que aquel calzoncillo ocultaba, pero decidí borrar esas perversiones de mi mente y decirle a Rubén que debíamos acostarnos ya. Yo me puse en la parte interior cara a la pared de la cabina y Rubén se acostó a mí lado boca arriba, compartíamos una almohada, Rubén hecho unas sábanas delgadas por encima de ambos y enseguida apagó una pequeña luz que había y dijo buenas noches Pedro.
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Dentro del camión, se podía oír los motores de los demás camiones, por las calefacciones. Los cristales se habían teñido de bajo en una suave capa borrosa, no se veía nada del exterior, enseguida empecé a notar como la temperatura corporal aumentaba por el hecho de estar los dos juntos bajo aquella sábana, me costaba dormirme, Rubén respiraba bastante fuerte, menos mal que no roncaba.
En un momento dado se dio la vuelta y quedó casi haciendo la cucharilla conmigo, el calor iba en aumento , decidí retirarme un poco la telilla debido al calor que emanaban ambos cuerpos, pero no fue suficiente, entonces me quite el pantalón del pijama. Rubén se retorció un poco y se pegó todavía más a mí, entonces pude notar su paquete pegado a mis nalgas, yo me quedé inmóvil por un momento, avergonzado, pero a la vez el morbo cautivaba mi ser, empecé a hacer pequeños movimientos con mi culo, haciendo fricción sobre la polla de Rubén, cada vez los hacía más fuerte ya que él no hacía ningún gesto por despertarse, hasta que de pronto note que su polla estaba creciendo de manera abrupta.
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Bastaron unos minutos para que su miembro se hubiera convertido en una tremenda estaca dura y gruesa que presionaba contra mi culo. Podía sentir sus latidos fuertes tratando de romper su delgada y fina ropa. No sé qué me pasó... no sé si fue el alcohol, el morbo o simple curiosidad... pero mi culo comenzó a palpitar de la misma forma pidiendo que se la sacará para embarrar su líquido entre mis nalgas... Entonces Rubén dijo...
—¿que pasa, no puedes dormir tampoco? Hace mucho calor... ¿no crees?
—De la chingada, llevó un rato sudando, por eso retiré la sábana. tengo mucha calor.
—Bajaré la calefacción un poco, pero si sigues provocándome con tu culo, moviéndolo sobre mi polla de esa forma, es lógico que tú calentura siga en aumento, ahora también yo tengo calor... mi verga que está a explotar —y se sobó el tremendo tronco dentro del bóxer.
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—no ha sido un acto provocativo ha sido sin querer —de inmediato sentí mi cara ruborizarse. Nunca me había intimidado tanto— es en serio —Me miró sin creerme.
— Pedro, no seamos tontos, estás tan cachondo o más que yo, y no dormiremos si no apagamos este calentón sea como sea ¿verdad?
Pensé unos segundos —no se? Puede ser...
—¿donde está el chico tan suelto y liberal que presumías hace un rato? Después de todo no eres tan distinto a los de mi generación.
Rubén tomo la iniciativa desde ese momento, se quitó su camiseta y después me la quito a mí, pego su cuerpo sobre el mío, y con sus manos empezó a masajear mi verga que se puso a tope en un momento, metió su mano entre mi calzoncillo para agarrarme la polla, mojó su mano con saliva y lubrico mi capullo para después empezar a hacerme una estupenda paja, mientras el presionaba y movía su polla por mis nalgas, yo empecé a ponerme súper cachondo y empecé a gemir cada que su grueso amigo topaba mi ano.
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Rubén pego un tirón de mis calzoncillos y rompiéndolos en varios pedazos me dejó en pelotas a su placer, después se desnudó el mientras seguía haciéndome maniobras sobre la verga , su boca empezó a lamer y besar mi cuello, su barba me hacía cosquillas y su polla completamente dura se introducía entre mis nalgas, yo solo soñaba ya con que esa polla me hiciera suyo. Cosa muy extraña, ya que mi hombría y mi heterosexualidad estaba muy definida. En todo caso hubiera preferido mil veces ser activo, pero mi cuerpo no reaccionó a mi macho interior.
Rubén sabía cómo calentarme, pellizcaba mis tetillas y mis pezones, mi culo empezó a notar el miembro de Rubén pidiendo paso y yo presionaba mi culo para que encontrara el camino, mi polla estaba a reventar; se lo dije a Rubén para que dejara mi verga en paz si no quería que acabara antes de tiempo.
Me dio la vuelta y empezó a pegarme unos buenos besos, que inundaban nuestras bocas de saliva del uno para el otro, nuestras lenguas se lamían, uno de los mejores besos de toda mi vida.
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