-Mamá.Me vuelvo con la taza del café del desayuno en la mano.
-¿Qué pasa, Aaron?
Aaron me mira con sus grandes ojos castaños.
-Tengo que contarte algo -. Me dice con una carita seria que queda muy mona en su cara de niño de 6 años.
-Cuentame.
Me acerco, todavía con mi taza en mano.
-Es un secreto, no lo puede escuchar Maine.
-Te prometo que no se lo diré a Maine -. Poniendome la mano en el corazón.
《Sea quien sea esa tal Maine》
-¿Seguro?- dice no muy convencido de mi promesa.
-¿Estas dudando de mí, pequeño?- lo abrazo y lo lleno la carita de besos hasta que él termina riendo a carcajadas.
-Hoy hoy a ir a jugar con Jamie.- me dice en el oído después de que nos separemos.
-Me parece muy bien.
-Pero... no se lo digas a Maine, mamá, sino ella nos castigará.
-Hijo, te prometo que no se lo diré.
Entonces me vuelve a la cara una sonrisa brillante, termina su desayuno y se levanta para ir corriendo escaleras arriba hacia su habitación.
Una sonrisa de verdad se cuela entre mis labios, de esas que Aaron hace que ponga cada vez más a menudo.
Todos hemos tenido amigos que nos hemos inventado. Aventuras con ellos. Y... malvados que también creamos nosotros para pasar el rato cuando somos pequeños.
Con estos pensamientos recojo la cocina.
Maine...
Es un bonito nombre, uno que no habia escuchado nunca...
Tal vez Aaron lo haya escuchado en el colegio.
Un golpe sordo que viene de arriba interrumpe mis pensamientos.
-¡¡Mamá!!
Ese grito hace que lo deje todo para correr hasta las escaleras, saltarlas de par en par y llegar a la puerta de Aaron para intentar abrirla.
Pero no lo hace.
Esta cerrada.
Y los gritos de Aaron no cesan, llamándome cada vez más fuerte.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas.
-¡¡Aaron!!
Por fin la puerta se abre y...
Aaron, en medio de la habitación, tumbado y con las piernas en un ángulo raro, antinatural. Sus cabellos castaños empapados de sudor y sangre...
Sus ojos se abren un momento y me miran.
-Mamá...- susurra antes de que su cara se deforme en una gran sonrisa, sus piernas se re coloquen con varios crujidos que hacen que me den escalofríos, sus ojos se inyecten en sangre y se ponga en pie, con sus dos piernas rotas y sangrantes.
Unas manos frías me atrapan los hombros y me llevan junto a mi hijo.
Miro hacia atrás, para encontrarme con una niña de cabellos negros como el alquitrán, mojados y enmarañados, con unos ojos del mismo color que no tienen ni fondo ni alma.
-Ven a jugar conmigo.- dice quien antes era mi hijo.
La puerta se cierra de un fuerte portazo, marcando una frontera con lo que podía ser mi última oportunidad de salir de esta pesadilla.
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Relatos Cortos para antes de Dormir
Short StoryQuieres un relato (o varios) corto para antes de dormir? Uno que te haga sentir algo de yuyu por los personajes? Pues bienvenido, has venido al lugar adecuado. Aquí encontrarás relatos cortos para antes de dormir sobre terror, asesinos en serie, p...