CAPÍTULO 34.-Frank Longbottom II

876 57 1
                                    


James, con escoba sobre el hombro, se dirigía hacía el campo de quidditch, para practicar un poco. De vez en cuando, veía alumnos de quinto y séptimo, de camino a la biblioteca o a sus respectivas salas comunes, para empezar a estudiar para los TIMO y los ÉXTASIS, respectivamente.

James ocultó una risa, al salir a los terrenos del castillo. Aún se acordaba de cuando él había librado los TIMO el año pasado. Kat le había obligado a empezar a estudiar unas diez semanas antes de que estos iniciarán. Bueno, a él y a George, Jake y Taurus, aunque a este último no le había costado mucho convencerle.

Mientras caminaba en dirección al estadio de quidditch, completamente solo, ya que George y Jake habían sido castigados, y Taurus estaba con Kat, en algún rincón del inmenso castillo; cuando reparo en una mata de cabello negro azabache, completamente despeinada. James sonrió maliciosamente, mientras se acercaba lentamente a Albus, que estaba practicando Encantamientos, seguramente para su TIMO.

Pero, mientras se acercaba a Albus, su sonrisa se fue desvaneciendo. Recostada en el pecho de su hermano, había una chica pelirroja con el uniforme de Hufflepuff, que estaba leyendo un libro. Lia se había quitado la túnica de la escuela, los zapatos y los calcetines largos del uniforme, dejando que sus pies desnudos fuesen acariciados por el césped de los terrenos.

James frunció el ceño, sintiendo como sus ganas de jugar al quidditch se desvanecían. Así que se dirigió de nuevo al castillo. En la entrada de este, se topo con Rose, que iba cargada de una mochila, seguramente con un montón de libros.

-Oh. Hola, James -saludó su prima-. ¿Has visto a Albus y a Lia? Iba a estudiar con ellos.

-Sí -gruñó James, apuntando a un árbol-. Están ahí. Pero mejor no vayas. Parece que ambos están muy bien solos -soltó, con evidente celos en su voz. Algo que Rose noto.

-Estás celoso -acusó, señalandole con el dedo-. No tienes por que estarlo. Albus y Lia son solo amigos. Jamás podría suceder nada entre ellos.


-¿Cómo estás tan segura? -preguntó James, estrechando los ojos.


-Fácil -respondió Rose, encogiéndose de hombros-. Son demasiado parecidos. Si se pusieran a vivir juntos, a los dos días ya se habrían matado. Bueno, mejor voy con ellos. Nos vemos.

Dicho esto, le dio un beso en la mejilla a su primo, y fue con sus dos amigos...

James suspiró, recordando las palabras que le había dicho su prima. Era imposible que sucediese algo entre Albus y Lia, le había dicho. Pero, si James se ponía a recordar, no podía evitar poner en dudas esas palabras. Lia solía estar aferrada al brazo de su hermano, o abrazándole. Mucha gente en la escuela creía que ambos estaban destinados a estar juntos en el futuro. Y James en ocasiones también lo creía. Mientras que él y Lia se pasaban el día discutiendo; Albus y ella se llevaban de maravilla.

Son demasiado parecidos. Si se pusieran a vivir juntos, a los dos días ya se habrían matado.

Las palabras de Rose resonaban en su cabeza. Aquellas palabras es lo que le había llevado a no rendirse a la hora de intentar conquistar el corazón de Amelia Macmillan.

Tengo novio, Potter.

Eso le seguía doliendo en el corazón. Ahora veía a Lia, más distante que nunca. Pero, si ella tenía novio... ¿por qué le había besado antes? ¿Por qué había correspondido a su beso en el Gran Comedor? ¿Ella sentía algo por él? Y de ser así, ¿por qué salía con otro? ¿Por qué lo rechazaba?

El chico gimió. Todo lo que había ocurrido hacía un rato, le daba vueltas. La revelación de Lia de que tenía un novio... saber que la primera vez de la mujer a la que amaba, había sido con Albus... Lia besándolo... el sabor de los labios de Lia, su olor, su tacto...

𝑳𝑨 𝑻𝑬𝑹𝑪𝑬𝑹𝑨 𝑮𝑬𝑵𝑬𝑹𝑨𝑪𝑰𝑶́𝑵 𝑬𝑵 𝑳𝑨 𝑺𝑬𝑮𝑼𝑵𝑫𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora