CAPÍTULO 48.-Erik Macmillan

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No hubo mucho intervalo de tiempo, cuando la esfera empezó a moverse y a liberar humo blanco.

-Espero que terminen pronto -susurró Ron a sus amigos-. Tengo hambre.

-Tú siempre tienes hambre, Ron -se burló Ginny. En ese momento, sonó su estómago, haciendo que la pelirroja se sonrojase.

-Y no es la única, al parecer -dijo Harry, con una sonrisa divertida. Ginny le dio un zape.

-¿No te gustaría estar allí? -le preguntó Megan a Fay, quien miraba el intercambio de Harry y Ginny con algo de celos.

-Déjalo -le susurró Fay-. Él se casará con ella, y yo solo soy la mujer con la que tuvo una hija sin casarse... Seguramente ni se preocupa por mí.

-Eso no es cierto, mamá -le interrumpió Kat-. Papá se preocupa mucho por ti. Y ahora será mejor que callemos, que solo quedan dos más.

Todos prestaron atención a la nueva figura que había aparecido.

-¡Hola, Hogwarts...

En ese momento, la puerta del Gran Comedor se abrió y entraron Albus y Lyra riendo a carcajadas y completamente empapados.

-¿Qué os ha pasado? -preguntaron Ginny y Astoria a la vez.

-¿Habéis usado el atajo del sexto piso? ¿El que esta al lado de la clase de Runas Antiguas? -preguntó James a su hermano.

-No sabía que había un atajo allí -dijo Sirius, entre confundido y enfadado.

-Es muy difícil darse cuenta de que esta allí -explicó Jake.

-Sí -asintió Fabian-. Se encuentra en la pared de enfrente del aula. Tienes que contar ocho ladrillos hacía la derecha, y en el noveno, dibujar un patrón con la varita.

-Nosotros lo descubrimos gracias a un encantamiento revelador -dijo Taurus-. Eso... y mucho tiempo libre. Bueno, el pasaje te lleva hasta cerca de la entrada del sótano, en la planta baja.

-Pero ese pasadizo tiene una trampa -siguió Albus-. Y es que si te equivocas en el patrón...

Albus y Lyra habían tomado un pequeño desvío, y habían acabado, sin darse cuenta, en el sexto piso.

-¿Cómo narices hemos acabado aquí? -preguntó Albus a su novia. Esta se encogió de hombros-. Estamos cerca de la clase de Runas Antiguas, mejor usemos el atajo de allí.

-Me parece bien -dijo Lyra.

Así que ambos se encaminaron hacía el ladrillo donde se tenía que dibujar el patrón.

-Muy bien -susurró el Slytherin, al llegar-. Creo que era desde el centro, hasta arriba del ladrillo, entonces en diagonal hacía la derecha y abajo, luego abajo, hasta el centro, luego hacía la izquierda, de nuevo en diagonal hacía la derecha y abajo hasta la mitad, hacía abajo del ladrillo, y por último, a la derecha...

-¿No era a la izquierda? -le preguntó Lyra.

-Estoy seguro de que era a la derecha -replicó Albus, acabando de dibujar el patrón.

El tramo de pared desapareció, mostrando un pequeño espacio donde se metió la pareja. Ahora, la pared se cerraría, y aparecían unas escaleras que les conduciría hacía abajo. La pared se cerró y, desde arriba, les cayó agua fría a ambos, antes de que la pared enfrente de ellos se abriese, revelando un tobogán, y una fuerza los impulsase por allí.


-¡Te dije que era hacía la izquierdaaaaaaaaaaaaaaaaaa! -gritó Lyra.

La bajada los llevó hasta la mazmorra, dónde las manos de Albus acabaron sobre una superficie blanda.

-Eh... Albus -oyó la voz de Lyra.

Albus levantó la cabeza, y sintió como sus mejillas se sonrojaban. La superficie blanda que había sentido eran los pechos de Lyra, quien también estaba sonrojada.

Son más grandes de lo que me imaginaba pensó el chico, antes de separarse.

-Lo siento, no era mi intención -se disculpó Albus.

-Albus -suspiró Lyra-. Si querías tocármelas, solo habérmelo dicho.

Ambos se miraron a los ojos, antes de estallar en carcajadas.

-Y eso es lo que paso -acabó Lyra el relato.

Antes de que algún Malfoy se abalanzase sobre Albus, la figura carraspeó.

-Me gustaría seguir este siglo, a ser posible -dijo-. Bien. Mi nombre es Erik Neville Macmillan.

Erik se quitó la capa. Era un chico alto, de cabello rubio oscuro y ojos azules, como los de Susan. Vestía una camiseta amarilla con una raya vertical en medio de color blanco, unos pantalones vaqueros negros y unas deportivas negras y moradas.

Ernie y Susan se miraron, antes de besarse.

-Muy bien. Mis padres son Ernie y Susan Macmillan. Tengo catorce años y asisto a cuarto curso en Ravenclaw -la casa de las águilas aplaudió a su nuevo miembro-. Como os debéis de imaginar, no soy prefecto. También estoy en el equipo de quidditch, jugando como cazador.

-¿Os habéis dado cuenta de que los equipos de quidditch del futuro, de las cuatro casa, están todos aquí? -le preguntó Hermione a Harry y Ron.

-No -dijeron ambos. Hermione rodó los ojos.

-Daros cuenta -les susurró la castaña-. De Gryffindor tenemos a James como guardián; Hugo, Dana y Jason como cazadores; Fabian y Steve como golpeadores; y Scor como buscador. De Hufflepuff tenemos a Alice como guardiana; Sam, Roxy y Maggie como cazadoras; Lily y Lysander como golpeadores; y a Lia como buscadora. De Ravenclaw están Samuel como guardián; Rose, Lyra y Erik como cazadores; Morgana y Lorcan como golpeadores; y Kat como buscadora. Por último, de Slytherin tenemos a Christine como guardiana, Taurus, Cassie y Albus como cazadores; Jake y Kevin como golpeadores; y a Max como buscador.

-¡Es cierto! -exclamó Ron.

-¿Y vosotros sois los locos por el quidditch? -les preguntó Hermione, con burla.

-De acuerdo, sigo. Mis clases favoritas son las de Encantamientos -dijo Erik-. Aún no sé que voy a hacer al acabar Hogwarts, y por último mis padrinos son Justin Finch-Fletchley y Megan Jones. ¿Preguntas?

-¿Tienes novia? -preguntó alguien.

-¿Es qué no se os ocurre más preguntas o que? -preguntó Erik, exasperado.

-No.

-No, no tengo novia -respondió el Ravenclaw-. Pero eso tiene fácil solución.

Erik se acercó a Christine.

-Christine, ¿quieres ser mi novia? -le preguntó Erik a la chica.

-Deja que me lo piense -respondió Christine, antes de levantarse y besar a Erik-. ¿Responde esto a tu pregunta?

-Creo que sí -replicó el chico, antes de girarse-. La siguiente visita, es la última de todos. Así que los que tengan hambre, que aguanten un poco más

𝑳𝑨 𝑻𝑬𝑹𝑪𝑬𝑹𝑨 𝑮𝑬𝑵𝑬𝑹𝑨𝑪𝑰𝑶́𝑵 𝑬𝑵 𝑳𝑨 𝑺𝑬𝑮𝑼𝑵𝑫𝑨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora