—Eso es todo de golosinas por hoy, Jjangu. Ya es hora de dormir.SeokJin se despidió de esa forma del perrito, sintiéndose mal luego de dar unos pasos fuera de la oscura cocina hacia el pasillo que daba a su habitación en el primer piso, porque realmente sabía que aunque alegara que iría a dormir, no lo haría hasta reubicarse en la cama cuatro veces y contar ovejas hasta cien mínimo. El sueño y él nunca había tenido una buena relación, cosa que lo había ayudado a sobrevivir la mayor parte de las veces durante la dura carrera de medicina.
No obstante, a medida que pasaba el tiempo, se encontraba que aquella ventaja efímera solo traía consigo deterioro físico y mental, pues no recordaba una sola vez en la que se hubiera sentido realmente descansado durante una noche normal de sueño.
«Viejos hábitos nunca mueren», y SeokJin estaba más que seguro de que su hábito moriría con él.
Suspiró profundamente mientras dejaba atrás a Jjangu dormir en la sala, su lugar preferido, y frunció los labios por el cansancio al ver que había olvidado apagar la televisión durante toda la tarde y noche.
—Genial, SeokJin— se habló a sí mismo en voz alta, apagando la televisión con el control y subiendo entre sus colchas con los músculos tensos—, ahora el gasto de la electricidad subirá por los cielos.
Alzó las cobijas hasta su mentón y miró el techo oscuro, suspirando por vigésima vez mientras su cerebro seguía bien despierto y listo para una nueva noche de insomnio.
—Prometida, ¿uh?— susurró, todavía hablando afuera de su consciencia como de costumbre en una casa tan grande y solitaria como aquella. A veces creía que no lo hacía solo por llenar ese silencio, sino más bien para hacer saber a los espectros sobre su día.
Era un intercambio— él veía lo último de la vida de las personas que visitaban la morgue, y él les daba un poco de su vida a cambio.
Era dramático, le estaba bien claro, pero su cordura seguía intacta gracias a eso.
—No parecía del tipo que, bueno...— se encogió de hombros, en su visión bailaban puntos de colores—Que estaría con una persona como YounHa. Que va, ni siquiera pensé que ya estaría comprometido. Es una lástima.
Ahogó un bostezo sin recibir contestación más que sus respiraciones, el sonido de los árboles afuera y los gruñidos de Jjangu en la sala como cuando soñaba con algo que no le gustaba.
—No tiene sentido que lo piense más— se encostó sobre su hombro izquierdo, esperando convencer a su cuerpo de ello, solo para fijarse en el tintineo que emitió su teléfono al recibir una notificación—. Con un demonio.
Agarró el móvil entre sus dedos para encender la pantalla y ver que se trataba de JungKook en Instagram, la única red social a la que SeokJin seguía prestando atención, mayormente por sus escasos amigos.
Presionó el corazón en la foto de JungKook y JiMin sonrientes, comentándole jocosamente a los menores lo tiernos que se veían, antes de vagar por la pantalla de recomendaciones aburrido.
Cuando no vio nada interesante, apagó la pantalla y volvió a dejar el teléfono, acomodándose para dormir.
—De verdad, se ven tiernos— agregó para sí mismo—. Demasiado. Me dan repelús, pero los quiero. JungKook puede ser muy...— trastabilló en el aire, su lengua quedándose inmóvil al mirar su móvil abandonado.
Perdió el hilo de sus pensamientos al aparecer NamJoon en su mente como una bala perdida. Enterró su rostro en la almohada y levantó el teléfono hasta sus ojos cansados para buscar «Gon YounHa» en la barra de la red social.
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Metamor❴ɯǝʇ❵fosis ;;NamJin
FanficJin está contento con su trabajo de forense en la única funeraria de su tierra natal. Es un trabajo tranquilo, pacifico y predecible, tal y como el resto de la ciudad. Sin embargo, alguien amenaza con romper esa tranquilidad: Kim NamJoon, el invest...