Hay algo que siempre me gustaba hacer en Barcelona. Levantarme temprano, coger el metro y mirar, observar a la gente, adivinar en qué piensan, qué les preocupa, porqué se ilusionan en la vida y más filosofía... Llegar a la desierta playa, donde el sol está empezando a dejarse ver. Sentarme en la arena y mirar el mar, infinito, inmenso. Por un momento pienso, ¿cuántas vidas se ha llevado?¿o ha traído?¿cuántos secretos guardados para siempre?¿o cuántos desvelados? Sentir la arena colándose entre los dedos de mis pies, coger conchas de distintos colores o formas, mirar la espuma blanca y sentir la vida, el todo.
Ahora, no sé cuando lo podré volver a hacer. Sin embargo, he descubierto la naturaleza en la montaña, la vida del campo: sentir el frío de la mañana temprana, el río con su incesable baile, distinto cada día; el rocío mojando mis pies, los pájaros cantando, llamándose los unos a los otros, signo que empieza un nuevo día. Incluso, los distintos olores que desprende la tierra.
Llevo aquí un mes y nada ha cambiado. Cada día hago lo mismo e intento tener una rutina ocupada para no pensar. Me levanto a las 8, recojo mi habitación y me voy a correr, desayuno al volver, y me pongo a estudiar. A media mañana me voy al río a bucear y relajarme un rato antes de ir a comer. Por la tarde, sigo hasta que a las 7 se acaba mi rutina estudiantil ya que ayudo a Teresa con la casa y estoy más ociosa.
Otra cosa buena de estar en medio de la nada es que no tienes que estar pegada a Internet, no te vas a dormir tarde por culpa de tu programa favorito, es una vida muy sana y pausada, no hay prisa.
- ¿Te gustaría venir a la tienda mañana?- me pregunta Teresa.
-Pues la verdad es que sí- sonrío- tengo ganas de ir y venir como es . Además, estoy muy adelantada de trabajo
-Perfecto, mañana empiezas a trabajar- dice guiñándome el ojo- por cierto, ¿puedes ir a la tienda de Dafne? Necesito lana para acabar mi conjuntito. Y el pan, tres barras por favor.
-Claro, tía. Pero, a ver, estamos a principios de agosto, aún hace calor...- digo extrañada.
Me mira incrédula y ríe:
-Cómo se nota que eres de ciudad...aquí hace frío a mediados de agosto. Puede que exagere un poco pero ya verás-
Hasta ahora, solo he ido viendo jóvenes de muy en cuando en cuando y me parece muy raro, pero no le doy demasiada importancia. Subo la cuesta de mi calle y me cruzo con dos campesinos que salen del pueblo hacia sus tierras y me saludan.
Al entrar en la tienda de Dafne, "El despertar", veo a una chica poco mayor que yo que está detrás del mostrador: rubia, de ojos grises y porte elegante.
-Buenos días, ¿te puedo ayudar en algo?-me pregunta.
-Sí, busco una lana de grosor 3 color índigo-respondo rápidamente.
-Vale...mm... pasillo segundo, hacia la mitad a mano derecha-
Me adentro hacia los pasillo llenos de cosas, ¡esto casi parece un almacén! Y da gusto como está todo bien colocado. Hay muchísimos tipos de lanas, sin embargo encuentro la que Teresa quiere y me la llevo.
-Tú eres la sobrina de Tere, ¿verdad?-me pregunta mientras envuelve la lana en papel de periódico.
-Sí...y tú, ¿hija de Dafne?-
-Sí, me llamo Blanca-
-Soy Alicia- sonrío y recojo la lana dispuesta a irme pero ella me dice:
- Esta noche hay cena en mi casa, con el grupo, si quieres venirte, en serio. Es la casa de aquí al lado, pero no tiene pérdida, dejaremos la puerta abierta.
-Muchas gracias, Blanca. Quizá me acerque, traeré alego,¿vale?-
-No, mujer, no te molestes.
-Sí, sí, que a mí me encanta cocinar, ya verás, prepararé un brownie...
Un rugido de moto apagándose y entra Lucas con el pelo revuelto y el casco en la mano.
-¡ Ey,Alicia! Cuánto tiempo! No se nota que vives aquí, eh-
-Sí, no me dejo ver mucho-
-Hola Lucas, le estaba diciendo que se viniera a cenar a casa-explica Blanca.
-Claro, vente, lo pasarás bien- asiente convencido.
- Me lo pensaré- les sonrío agradecida y salgo sin esperar respuesta.
Así que vuelvo a casa pensando si ir o no. Y decido dejarme llevar por el momento, el mítico "carpe diem".
Para no ir en chándal me pongo unos pantalones negros, blusa blanca, bailarinas rosa pastel para dar el toque femenino y un pelín de maquillaje. Ya tengo hecho el brownie, y salgo a la calle para meterme en la aventura: gente, risas, música, todo lo que hacía meses trataba de evitar.
Llego a la plaza del ayuntamiento y veo una casa con la puerta abierta y entro cautelosamente.
- Alicia! Me alegro de verte!- Dafne aparece por sorpresa detrás mío.
- Tiene una casa preciosa... no me diga que también es decoradora- le guiño el ojo mientras ella ríe:
-No, esta vez le toca a Bianca tener los honores. Está estudiando interiorismo. Ven, todos están fuera.- Cruzamos todo el salón y bajamos por una escalerita hacia un jardín iluminado con farolillos, y un pequeño grupo de gente, 7 personas en total.
- ¡Eh escuchad, ella es Alicia!- anuncia Blanca. Sigue hablando y presentándome a todos:
- Hola!! Yo soy Sia y ella es mi hermana Muriel- son un par de gemelas sonrientes y iguales, sé que nunca llegaré a distinguirlas.
- Ellos son Miguel, Nico y Juan, también son hermanos- los tres chicos me miran divertidos, me da que lo pasaré bien con estos tres.
- Sois bastantes, eh Blanca. Ah! Te he traído lo prometido- y le entrego la bandeja recubierta de papel de aluminio. Y sonrie mientras lo coge con cuidado:
- Mejor será que escondamos esto para nosotras solas- rie
-¿Y Lucas?- pregunto al darme cuenta que no está.
- Pues no lo sé, la verdad.
- Blanchi, ya podemos empezar a comer ¿o qué? ¿Esperamos a Lucas?- pregunta Sol ( o Sia) de repente
- Eso Blanchi- me burlo y ella me da un codazo.
- De acuerdo, ¡a cenar familia!
Así que nos sentamos en la mesa y Dafne empiza a sacar platos llenos: quich, ensaladas, carne en salsa y platitos para picar. A mi lado se ha sentado Miguel y al otro Sia y me van preguntando:
- ¿De donde vienes?- pregunta Sia mientras me pasa la carne en salsa, que rechazo y paso a Miguel.
-De Barcelona...
- Vivo aquí desde pequeña y ¡me encanta!... estudio Enfermería en Vitoria.
Llega Lucas con su casco y su pelo revuelto:
-¡¡Eh!! ¡¡Gracias por esperar!!- se sienta al lado de su hermana mientras saluda a todos por encima.
La cena es entretenida, escucho más que hablo y si lo hago es para responder preguntas de los demás. No me apetece hablar desde que he llegado y desde que todo cambió. Me marcho la primera porque mañana voy a la tienda con Teresa.