Capítulo 1

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- ¿Alicia?- mi madre entró en mi habitación mientras acababa de empaquetar todo.

- Dime, mamá- me giré un poco estresada

Me dió un sobre cerrado y una boslita de terciopelo verde oscuro. Dinero y su colgante con forma de llave que a sabía que me encantaba.

- Escríbeme, porfavor- me abrazó fuerte y me besó en la frente- te quiero, pequeña.

Me quedé sin palabras. Ahora dudaba, ¿hacía bien? Sí, definitivamente, sí.

- Mamá, te quiero muchisimo y te juro que cada sábado recibirás tu carta...gracias por todo- le di un último abrazo y me fui. Cerré la puerta detrás de mi y fue como romper con todo y todos.

Mi autobús salia a las siete pero a las seis ya estaba en la estacion, así que me comí los crepes de chocolate que me había hecho mi hermana Clara y me paseé por la estación, mirando a la gente y tratando de imaginar porqué se iban de Barcelona, como yo . Por fin, llegó la hora. Metí las maletas en el maletero y subí. No había vuelta atrás.

Veía desparecer mi ciudad, pero esta vez, no sabia cuando volveria a verla y era totalmente impredecible lo que iba a suceder durante los meses siguientes.

El viaje duró unas seis horas pero aun así solo estaba nerviosa. El pueblo se llamaba Lay, está a una hora y media de Donostia. A primera vista, me pareció perfecto, era lo que buscaba: había el sonido del río de fondo, casas de piedra enormescon las puertas del los balcones pintadas de diversos colores, una iglesia en la punta del montículo, y un par de tiendecitas y sobretodo, no había demasiada gente, es decir, que tendría paz.

Una mujer joven con pelo oscuro y mirada alegre, se acercó a mí sonriente:

- Tu debes ser Alicia, no?

- Sí...- respondí un poco confusa, mirandola atónita.

- Soy tu tía Teresa, la hermana pequeña de tu padre.

-Me alegro de conocerte!!!- la abracé con fuerza.

-El viaje bien?- me cogió una de las maletas y hechamos a andar.

- Sí, muy bien-

Legamos a una casa que estaba separada de las demás, era enorme: de pura piedra maziza, puertas y ventanas de madera pintadas de distintos colores, macetas con flores... y lo mejor de todo, en la parte posterior de la casa había un porche con sofás, una mesa de roble y unas vistas increíbles de la montaña, prados verdes con manchitas rojas de amapolas y flores, bosques con distintos tipos de árboles, picos desdnudos de piedra.

- Te gusta?- preguntó Teresa- pues por la noche puedes ver las estrellas y sus formas: la osa mayor, la menor, el carro... Ven, te enseñaré tu habitación.

La seguí y subimos a la tercera planta, que sorprendentemente a lo largo del pasillo solo había tres puertas. Me condujo a la que estaba al fondo a la izquierda y entró.

- Bueno, aquí está- dijo abriendo los brazos, mostrándomela- me encantaba esta habitación pero me pasé a la planta de abajo por comodidad, supuse que te gustaría estar sola, por eso te he puesto aquí-explicó- Bueno, si necesitas algo, estoy en la cocina.

-Esto... tía, muchas gracias por acojerme- la miré.

- No, gracias a tí por venir Alicia- me guiñó el ojo y se fue.

Me quedé lidiando con la enorme habitación, la cama era muy convincente porque era de matrimonio, justo como me gustan a mí. Y bueno, todo lo indispensable: mesilla de noche, un escritorio, un armario empotrado, un baño completito y un balcón con vistas. Empecé a deshacer las maletas y al cabo de una hora, decidí investigar por la casa. En la tercera planta, a parte de mi habitación, había otra igual y la tercera puerta la iba a abrir cuando Teresa me llamó, frustrante porque yo soy muy curiosa.

-¿Cuantos años tienes, ya?¿Y qué estudias?- preguntó mientras me servía ensalada

-Tengo 18 y estudio Filologia inglesa y rusa pero por Internet- le pasé la bandeja de tortillas.

-Caramba, tienes que ser valiente para estudiar ruso...- dijo con cara de asombro.

- Se me dan bien los idiomas, supongo. Y tú que haces?

- Tengo mi propio negocio, es una tienda de segunda mano en Vitoria, está a una hora de aquí pero no me va nada mal.

-Podré ir contigo mañana? Así podré ir cogiendo experiencia laboral-

-Claro que sí! Me alegro que digas eso, te presentaré a mis amigas, ya verás qué bien te lo pasarás- me quedé callada, creo que iba demasiado deprisa pero no dije nada al respecto.

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