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— Me tienen harta todos! Sistema de mierda! Siempre lo mismo! — tiraste tu mochila negra al sofa con enojo — Que allá, que acá, que el viejo y... Y el Aaahg!
— Uy... Qué pasó ahora? — Reconociste sin pensarlo dos veces aquella voz burlesca en una esquina de la sala.
Meh, daba lo mismo. Al menos no se quejaba de tus gritos.
— Ahora? No! Nada! Solo que me puto dejaron salvando una ciudad entera sin ayuda toda la puta tarde! porque al parecer los "hombres" tenían una reunión importante de cómo se han manejado los alumnos! Ja! Alumnos! — Reíste sarcástica — No mueven ni el culo y empiezan a hablar de mis! M I S alumnos! Ni siquiera yo! Que soy la maldita profesora, fui invitada! — gritabas roja de la rabia golpeando con tu dedo índice, la mesilla al ritmo de tus palabras.
— Uh? Había una reunión de hombres? — preguntó el mismo, sorprendido.
— Ves? A esto me refería! — lo apuntabas como si fuese otra víctima más — Una mierda!
Te dejaste caer en la silla con extremo cansancio y mucha tensión acumulada.
— No te ves nada bien, cariño — Opinó tu novio sin quitar su ojos de ti — Lindo delineado por cierto, cuándo lo aprendiste?
— Me lo hizo Kugisaki en medio de la clase — respondiste con los ojos cerrados sin siquiera inmutarte.
— Pareces una gatita... — volvió a alabarte sonriendo coqueto.
— Ah... Sí, gracias — decías a punto de quedarte dormida.
El albino perdía su paciencia contigo. En serio.
Una novia relativamente normal al menos le daría un beso de saludo.
Uno en los labios.
Con lengua.
Y probablemente lo harían en la encimera de la cocina.
Bueno, tal vez Gojo se encontraba en esos días de adulto donde no podía pensar en nada más que en follar.
Miento.
Follarte.
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