Las puertas de Ba'al

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¿No tienes control de tu celda prisionera? Entonces eres uno de los suyos. 


Las voces en la cabeza de Oliver no paraban de jugarle trucos. Los últimos años habían sido un total desastre. Las voces no cesaban, intentó callarlas y trataba de convencerse a sí mismo de que todo estaría bien, pero, si algo había aprendido después de haber leído a Maquiavelo es que "La naturaleza de los pueblos es poco constante, resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos". Sus padres lo apoyaron, pero jamás entendieron los sentimientos de Oliver porque no conocían su cerebro de la misma manera que conocían su nombre y tampoco su corazón, así como su rostro. Oliver era ingenuo, así fue fácil engañarlo.

La música era ese pequeño refugio que tenía, allí Oliver encontró la respuesta "Finge tumuerte o será tu culpa, asegúrate de dejar las luces encendidas si te quedas". Tal vez si fingíasu muerte podría renacer de nuevo.

Con esa idea irracional, comenzó a reunir lo que hacía falta. El chico haría cualquier cosa para sentirse libre. Si tenía que fingir su muerte necesitaría un cadáver y la morgue estaba repleto de ellos, había fantaseado con esto más de lo que lo había hecho con su futuro. Por fin encontró lo que había ido a buscar, después se encargó de chocar el auto con el cuerpo dentro, los accidentes ocurren a diario, así sus padres tal vez no lo extrañarían tanto; justo cuando estaba por tomar el autobús para dirigirse a su nuevo destino alguien lo tomó por el hombro, su aspecto era intimidante, lucía joven y su porte era muy elegante, por alguna extraña razón le provocaba curiosidad. - ¿Podría prestarme unos minutos de su tiempo? - Los grises ojos de aquel hombre se encontraron con los verdes orbes de Oliver, había un brillo muy raro en ellos, aun así, el muchacho no se alejó, esa curiosidad prohibida es lo que siempre atrae.

 Tomaron asiento en un banco junto al camino, el panorama era precioso, frente a sus ojos se encontraba ese mar que amaba tanto y que le hacía creer que al menos no todo en la vida era malo, su mente tuvo un descanso, pero este fue perturbado por la voz grasosa del hombre - ¿Conoces las puertas de Ba'al? - el joven sólo sonrió, pues era una vieja historia muy popular donde se pierde o se gana, incluso se había cansado de escucharla por lo que se levantó bruscamente y dejó al hombre hablando solo. Pensó que se trataría de algo más interesante y había hecho que perdiera su transporte. Subió al siguiente autobús después de 50 minutos de espera y tras largas horas de camino finalmente había llegado a su destino, San Diego, ahora podría ser quien quisiera de nuevo. 

Consiguió un hotel modesto y se dispuso a dormir, el viaje lo había agotado. Durante la madrugada un frío inexplicable lo despertó pero, donde se encontraba no era una simple habitación de hotel, estaba a la mitad de un bosque que apenas dejaba pasar algunos rayos lunares que alumbraran el camino, frente a él estaban tres puertas gigantes, se levantó asustado del suelo y corrió durante algún tiempo hasta poder encontrar la salida, pero no la había, es como si hubiese estado corriendo en círculos - La única manera de salir es entrar, Oliver - era el mismo hombre del camino, pero como si hubiese envejecido, sus cuencas se veían hundidas y su piel estaba demasiado pálida y arrugada. 

Le asustaba el cómo lo había encontrado, pero sólo le interesaba huir de cualquier modo, así que tomó el picaporte de la primera puerta en la que estaban incrustados rubíes y entró, los nervios estaban inundando su cuerpo y no era para menos, pero algo espeluznante lo esperó detrás. Un calor infernal que consumía su cuerpo estaba tras esa puerta. Un devastador panorama para cualquiera que lo viera, una cruda imagen postapocalíptica. Podía sentir el fuerte olor del azufre, combinado con el desgarrador paisaje de muerte, fuego y destrucción a los alrededores, personas que suplicaban por salir y un suelo que se fracturaba a su paso haciendo que el joven cayera allí mismo, con cada zancada que daba hacia ese paraje su cuerpo pesaba cada vez más siendo demasiado difícil avanzar y alcanzar la llave que se encontraba en la mano de una tenebrosa y lúgubre estatua de cristal. 

American NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora