Prólogo

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Era una noche lluviosa de 1987, la misma era tan tempestuosa hacia acongojar al firmamento. Era Febrero, y se suponía que en esas épocas las precipitaciones eran algo caudalosas.

Esa misma noche el oficial Bernie Smith de 40 años, iba a presenciar uno de los hechos más lamentables y desgarradores que haya vivido a lo largo de su carrera.

Todo comenzó cuando recibió una llamada al teléfono de la comisaria. "¿policía? ¡Es urgente! Acabo de escuchar unos gritos de niña provenientes de la casa del frente, temo que la situación empeore ¡¿pueden mandar un patrullero?!", decía el despavorido hombre que se había despertado bruscamente a causa de los desopilantes y agudos gritos. Inmediatamente Bernie se calzó su arma y emprendió viaje. Luego de veinte minutos, bajó de su camioneta, pregunto al individuo que ocurría y se dirigió velozmente al domicilio del frente. En cuanto pisó la acera se detuvo un momento obnubilado por la majestuosa casa que estaban avistando sus ojos. "Guau, menuda casa", pensaba mientras se dirigía hacia la augusta puerta. Observó a través de las ventanas y la oscuridad se hacía presente. Entonces se dirigió al pórtico y trato de abrir la compuerta mediante el pomo metálico. Estaba cerrada, obviamente.

Puso su oreja sobre la tibia madera y pudo notar algunos sollozos provenientes del interior. Tocó timbre y nadie vino a atender. Lo hizo por segunda vez y se sintió completamente frustrado por no obtener resultados. Trató de mirar a través de la muesca del picaporte y para su desgracia ésta tenía la llave puesta. Los gimoteos se hacía cada vez más potentes y el comisario estaba ya perdiendo el juicio.

_ ¡Policía! ¡Abran la puerta!_ gritó para anunciarse, pero fue en vano_

_ ¡¿Hay alguien dentro?!_ interpeló mientras el misterio se mezclaba con los pequeños gemidos que ya habían cesado un poco_

Vuelve a repetir lo mismo, esta vez con un tono más autoritario. De repente, un voz apareció en ese mar de quietud: "Si...", dijo la tortuosa y acerada voz de una niña que, para Smith tendría no más de seis años.

_ ¿Estás sola?_ el momento de tensión seguía latente aún_ ¿Cómo te llamas?_

_ Ru...Ru...Ruth_ contestó la chiquilla desoyendo la primera pregunta_.

_ ¿Estás bien?_ espetó y la infante no contestó más_


El clima se volvió más inquieto para el agente, casi al punto de estallar. Por lo tanto decidió utilizar su último recurso. Se puso macizo como un tronco e impacto sobre la puerta, una y otra vez. Sus pies y manos ayudaban a la gran estampida. Minutos después, la puerta cedió, astillada y destruida, y así pudo ver el panorama.

RUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora