11.SHANNON

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23 de agosto, tres días después de lo sucedido.

La oscuridad reinaba en toda mi habitación. Desde lo sucedido hace tres días, se había convertido en mi lugar de aislamiento, donde permanecía absorta sumida en mis pensamientos, mientras me tumbaba en esa cama con la mirada fija en el tejado, justo como lo estaba ahora. La oscuridad me ayudaba a aislarme de todo a mi entorno, ya que era como estar encerrada en una caja a oscuras sin poder ver nada, excepto oscuridad y más oscuridad.
   No podía dejar de pensar en aquella noche fría, aquella noche en la que le arruinamos la vida a un chico de tan solo dieciséis años. Todas esas risas, esos golpes, esa sangre recorriendo sus partes rotas, Dios, todo era tan doloroso y no podía evitar que las lagrimas se me escapasen de tanta culpa. Se lo que pensarán, pero no, no es así, yo no tuve nada que ver. Lo que me dolía era el no poder haber hecho nada para evitarlo, por más que les suplicaba que lo dejaran en paz. Hice lo mejor que pude, o tal vez no hice nada. Soy una completa cobarde por no ser capaz de dar la cara, pero se que cualquiera en mi lugar haría lo mismo, ellos son mis amigos de toda la vida y aunque es lo que se merecen, verlos en una celda encerrados por muchos años me estrujaba el corazón.
   ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Dios, a veces, solo a veces, se me pasaba por la mente acabar con mi vida de una buena vez y no sentir más esta maldita culpa que me consumía sin compasión.
   El rechinar de la puerta de mi habitación, atrajo mi atención sacándome de ensimismamiento. Me incorporé y observe la puerta entornada.
    -¿Hola? ¿Mamá eres tú?-pregunté a lo que no obtuve respuesta.
   Me volví a tumbar en la cama suspirando, cuando escuché un susurro que decía mi nombre. Me incorporé de nuevo y volví a preguntar quién era, a lo de nuevo no obtuve respuesta.
    -Shannon-volví a oír, a lo que esta vez me puso los pelos de puntas. Miré a mis alrededores buscando la causa, sin embargo, era poco posible ya que la oscuridad me lo impedía.
    La puerta volvió a rechinar abriéndose y debo admitir que eso me provocó mucho pánico. Pregunté quién era con la voz temblorosa mientras la puerta se habría poco a poco y mi corazón a amenazaba con salir, hasta que la puerta se abrió completamente de un portazo y me provocó mucho miedo al observar lo que estaba frente a mí.  ¡Era Josh!, el nerd que los chicos habían asesinado a golpes. Estaba con todas las heridas que le habían provocado, cubierto de sangre, y sus ojos eran completamente negros.
   Me llevé la mano a la boca ahogando sollozos mientras lagrimas recorrían por mis mejillas sin parar.
    -¡Shannon!, ¿por qué no me salvaste, Shannon?-me preguntó mientras se acercaba a mí mutilado y triste.
    -No eres real, no eres real-repetía una y otra vez con mis manos en mis oídos, mis ojos cerrado y abrazada a mis piernas mientras negaba con la cabeza.
   Cuando dejé de escucharlo abrí los ojos poco a poco y ya no estaba, lo que hizo que me tranquilice un poco, sin embargo, cuando logré relajarme el salió de la nada, tumbándose en mí con un cuchillo en la mano y yo solté un estruendo grito.
    -¡No! ¡No! ¡No!-grité incorporándome sudada y muy agitada respirando demasiado rápido. Indagué mi alrededor, todo había sido una terrible pesadilla, ¡Una maldita pesadilla!
   Aún era de madrugada, me levanté limpiándome las lagrimas y me senté en la ventana después de tomar mi IPhone. No sabía que hacer, no podía más, necesitaba ayuda por lo que opté llamar a la única persona que me comprendería y sabría que hacer: Kimi.
   Marqué y no contesto, ni tampoco en los siguientes tres timbre. No insistí más, ya que seguro estaba con sus primas en algún antro pasándolo bien. Si ella estuviera aquí, seguro sabría como ayudarme. Kim era mi mejor amiga. Ella vivía frente a mí casa y se había ido a los Hamston por las vacaciones. Últimamente no hablábamos mucho, sino a veces y eran llamadas cortas.
   Tiré el IPhone de malas maneras y me abracé a llorar y llorar desconsolada.
 

   
  -¡Hola! ¿Qué les puedo servir?-les pregunté a la pareja que estaba sentada frente a mí en una de las tantas mesas del restaurante.
    -Ah, pollo frito, por favor-me dijo la mujer rubia de ojos verdes, con una gran sonrisa.
    -Enseguida-respondí con la misma sonrisa.
   Una de las cosas que más me jodía trabajar allí era tener que fingir sonrisas estúpidas que ni siquiera podía contener.
   Me fui de ahí y dejé de fingir esa sonrisa tonta de amabilidad. Se que ellos no tenían la culpa de mis problemas, pero no podía soportar mostrar sonrisas que lo único que dilataban era: no sonrió por ti, solo lo hago por obligación.
    -Pollo frito, para la mesa cuatro-dije a la señora Karina, quien iba de un lado a otro preparando los platillos.
    -Tomaré mi descanso, señora Karina.
    -De acuerdo, cariño-me respondió; no podía esperar para salir de allí.
   Me quite el delantal y el gorro al llegar a la parte trasera del restaurante. Me saqué un cigarrillo del bolsillo y lo encendí en mi boca. Inhalaba y exhalaba el humo disfrutando de lo bien que se sentía. La puerta trasera se abrió y, sin embargo, no me percaté de quién había salido, nada me importaba ya.
    -¿Shannon? ¿Estás fumando?-me preguntó una vos masculina a mi lado.
    -Creo que siego no estás. Que no es obvio-le espeté.
    -Valla, alguien se levantó del lado equivocado de la cama-me dijo el imbécil de Tavo, con una sonrisa burlona -¿Desde cuando fumas?-me preguntó.
    -¿Te importa?-lo miré un momento-¿y tú que haces aquí?
    -Oye, que carácter. Solo vine a fumar un cigarro, pero veo que se me adelantaron-se río sacandome más de mis casillas-¿Desde cuando te volviste una perra?
    -Desde que tú puta madre te dejo por irse follar con otro hombre.
    -¡Oye! ¡Oye!... no se que mosca te ha picado hoy, pero será mejor que cierres la maldita boca-me espetó enfurruñado.
    -Si, aja-dije después de exhalar el humo en mi boca. Me volví a su encuentro-. Te crees que por dártelas de rudo, todos te tenemos miedo, pero la verdad es que eres un puto niño llorón sentimental que se hace el rudo solo para ocultar lo sensible que es ante cualquiera situación… ¿No es así? Octavio-a él le jodía que le llamaran por su nombre.
    -Mira perra-me acorralo en la pared, con los brazos en la misma-que sea la ultima vez que menciones mi maldito nombre, ¿me has entendido?
   Le empujé, pero no se inmutó.
    -¿Tú crees que me das miedo? ¿Qué me intimidas, Octavio?... Ambos sabemos que lo único que eres es una niñita llorona…-me tomó de la barbilla, con la mano, muy fuerte. Ya se le veía bien enfurruñado.
    -Te lo advierto, no me hagas sacar de mis malditas casillas… Porque sabes de lo que soy capaz-se separó de mí-. O, ¿Qué  crees que pensará tu querida  mejor amiga cuando se enteré de que te le cogiste a su novio?
    Esto era el colmo, ya había derramado el baso.
    -¡No vuelvas a mencionar eso!-tenía los puños apretados de tanta ira.
    -¿O qué? Baja novio.
   Se estaba alejando, pero se tuvo a penas mencioné lo siguiente.
    -Confesaré todo-
    -¿Qué dijiste?-me espetó encarándome.
    -Oh, no. ¡Tú no harás nada! ¿Me has entendido?
    -¿O que? ¿Qué me harás?
   Hubo un momento de silencio, antes de que él mencionará:
    -¡Te mataré!...

Espero les guste el capítulo, muchas gracias por el apoyo, ustedes hacen que esta historia siga viviendo.


  

   














          

HUNTER [Vive o Muere]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora