Capítulo 1

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Al principio todo había parecido indicar que ése sería otro día primaveral perfecto.

Llegado el mediodía, el sol había ocupado su puesto central en el cielo celeste, acompañado de alguna que otra nube solitaria siendo empujada por el viento. Los pájaros que habían cantado toda la mañana parecían haberse calmado y descansaban camuflados en las copas de los árboles, mientras que en el suelo los peatones con nada que hacer se tomaban su tiempo para apreciar las coloridas y abundantes flores que habían crecido en los costados de los caminos.

En la zona del mercado, el lugar más activo de la aldea, los comerciantes no daban abasto para atender a todas las personas que decidían detenerse en sus puestos. Aquellos con negocios orientados a la comida y bebida tenían aún mayor dificultad para despachar a sus clientes con poca demora. Había una escasez de mano de obra notable en el distrito en general, en conjunto con la falta de la presencia tranquilizadora de los clientes habituales y todos estaban experimentando las consecuencias.

La razón detrás de esto era que una pequeña parte de la población había decidido reunirse frente a las puertas de un edificio en particular para un evento muy importante para muchas familias de Konoha. Como todos los años, había llegado el esperado día en que los estudiantes de la respetada Academia Ninja saldrían de ésta como los nuevos integrantes de las fuerzas shinobi de la aldea.

Una vez que los exámenes se fueron completando y los profesores entregaron bandas ninjas a sus alumnos para indicar el rango que éstos habían ganado, los pequeños comenzaron a abandonar el recinto con sonrisas que iban de oreja a oreja. Sus familiares y amigos, que habían estado esperando ansiosos, gritaron de alegría apenas los vieron y la zona se llenó rápidamente de charlas a todo volumen, abrazos asfixiantes y promesas de almuerzos especiales.

Considerando que para muchos esta ceremonia era un ritual de iniciación y los seis cursos de este año habían logrado superarla, no era raro que la multitud estuviera en el mejor de los estados de ánimo.

O al menos así era para la mayoría.

Resulta que un niño rubio salió por la puerta sin nadie del otro lado para recibirlo. Sus ojos azules estaban concentrados en el piso y sus manos tapaban sus orejas, en un intento de aislarse del bullicio y las risas estridentes. Nadie en el gentío lo llamó, o notó siquiera, y él tampoco se detuvo para verificar. Sólo aprovechó su baja estatura para colarse entre los distraídos y se alejó lo más que pudo del lugar.

Un cartel pegado fuera de la academia presentaba los datos de la promoción recién graduada. Los nombres de los estudiantes aparecían agrupados por el curso al que pertenecían, con sus notas finales en otra columna. Dichos valores eran anotados por un profesor al finalizar el examen de un curso entero y la última vez que éste salió, en el espacio destinado a la nota del niño que fue evaluado al final, hizo una simple cruz y se marchó antes de ser arrinconado por padres. Un símbolo así estaba dedicado a aquellos niños que habían fallado en graduarse por lo que estaba garantizado que cada vez que apareciera se formaría un semicírculo de curiosos alrededor de la planilla. Si encima el desaprobado resultaba ser un miembro de uno de los clanes importantes de Konoha, los chismosos hablarían de ello toda la semana.

Sin embargo, todos pusieron los ojos en blanco apenas leyeron quién había fallado el examen. El único que no había logrado convertirse en Genin no era nadie más que el bromista problemático de Konoha, Uzumaki Naruto.

Dicho niño, después de poner un poco de distancia entre él y la multitud, metió las manos en sus bolsillos y se acercó cabizbajo a uno de sus puestos de observación favoritos.

Frente a la Academia se erguía un árbol centenario que proyectaba una gran sombra en la que todos en la aldea habían descansado en algún momento en sus vidas. Uno de sus atributos principales era un antiguo columpio que ya nadie utilizaba por precaución, pero que ofrecía una vista perfecta de todo lo que pasaba alrededor. Cuando Naruto se sentaba allí, podía ver como las familias interactuaban entre sí tranquilamente sin el efecto que solía tener su presencia en la gente.

Nuevos Comienzos {NARUTO SE VA DE KONOHA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora