Capítulo 2

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Con una pose digna de un héroe y una sonrisa fija en su cara, Naruto tomó una respiración profunda; cada músculo de su cuerpo relajándose en el proceso. No sabía cómo describir lo que sentía en ese momento. Desde la salida de la aldea había venido experimentando algo nuevo; distintas partes de su cuerpo dolían, pero se sentían mucho más ligeras y vigorizadas. Lo cual era raro, considerando que su mochila estaba llena.

Pero si no lo había descifrado en todo el viaje, sabía que tampoco lo haría en ese instante. Llegado a ese punto, era más productivo solo contemplar lo que tenía en frente.

Si había algo que disfrutaba hacer en Konoha era observar la aldea desde las cabezas de los Hokages. Y parecía que el hábito no había desaparecido solo por haberse ido de ésta. En ese momento se encontraba en un risco enorme que le otorgaba una vista impresionante. Allí arriba, con la cálida luz del sol dándole en la cara mientras miraba la pradera verde debajo, se sentía poderoso. Y su emoción aumentó aún más cuando distinguió un distrito comercial ubicado a las orillas de un lago. El comerciante le había explicado que lugares así eran conocidos como Shukuba y había varios a lo largo del país. Si quería un lugar donde descansar, entonces uno de estos era lo que necesitaba.

Un calambre intenso en la pierna le recordó lo agotado que estaba, por lo que corrió algunas piedras para poder dejarse caer sentado. El anciano le había informado que solo podría "alcanzarla" hasta cierto punto antes de tener que tomar otro camino y Naruto tendría que hacer el resto del viaje a pie. Quizás hace una semana el niño habría intentado manipularlo con unas monedas extras, pero en esa ocasión sólo lo aceptó, se mantuvo callado y soportó el dolor como pudo.

Naruto se quitó la mochila de la espalda y de ella sacó su cantimplora, vendas, un mapa y un lápiz. ¿Acaso sabía para que podría usar el mapa? No, pero la gente los llevaba encima por algo. Marcó en éste algunos puntos de referencia que le llamaron la atención como había venido haciendo durante el trayecto y cuando terminó guardó todo de nuevo. Quizás si hubiera prestado más atención en clase sabría si estaba marcando todo donde correspondía, o cómo hacer para ubicarse correctamente, pero no iba a llorar sobre leche derramada.

Agarrando luego la cantimplora, dudó cuando llegó el momento de limpiar la herida en su muslo. No era como si no estuviera acostumbrado a lastimarse, pero ésta no podía dejar una cicatriz bonita. Poco a poco, con las manos temblorosas, se deshizo de la tela empapada en sangre que cubría el corte y no pudo evitar morderse el labio. La herida del tamaño de un ojo estaba inflamada y la zona alrededor había desarrollado un feo moretón. No soportó verla más de unos segundos antes de limpiarla con agua y envolverla otra vez, apretando los dientes por el dolor punzante. Después comprobó el corte en su brazo, aunque se llevó una grata sorpresa cuando vio que se había curado hasta ser una línea rosa gruesa en su piel.

Luego de unos minutos de descanso, cuando el hormigueo en su muslo cesó y su pierna dejó de sentirse entumecida, se puso de pie. Guardar sus cosas no le tomó mucho más tiempo y estuvo listo para partir.

Ansiaba poder llegar rápido a su destino para descansar en una cama apropiada y cómoda. Solo así podría despejar su mente lo suficiente para preocuparse por donde iría después. Estaba consciente de lo peligroso que era detenerse, pero si seguía así colapsaría en cualquier momento y su único plan sería evitar aldeas ninja.

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Una vez que estuvo más cerca, la diferencia entre un pueblo normal y un Shukuba fue obvia. Sin importar a donde mirara, todo irradiaba vida y energía. Los negocios estaban decorados con carteles de distintos tamaños y estilos, lámparas de papel de colores diferentes colgaban de postes en las calles de tierra y el ruido de la muchedumbre resultaba aturdidor.

Nuevos Comienzos {NARUTO SE VA DE KONOHA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora