Días después.
—Estoy agotada— Dejo caer su cabeza en la fría mesa.
—Lo se, pero es necesario si quieres estar al corriente con tus compañeros de universidad.— Acarició su cabeza, despeinadandola. —Aun no me dices que es lo que quieres de regalo por tu certificado de preparatoria.—
—Sabes que es lo que quiero.— Murmuró, incorporándose nuevamente.
—Por el momento no es posible kiara— La miro con cansancio.
Hace una semana había logrado sacar su certificado, tan solo había tenido tres días para estudiar, todo un reto pero a pesar de todo lo había logrado.
—¿Quieres ir a comer a algún lado? ¿Ir al cine?— Propuso.
—Tal vez...
Una llamada interrumpió.
—Permiteme, contestare.— El hombre se levantó saliendo del estudio.
No sonaba nada mal ir al cine, hace mucho que no veía una película en una gran pantalla.
Pasaron minutos y el hombre no volvía.
—¿Porque no vuelve, salió?— pensó.
Decidida salio a buscarlo.
Al pasar por la habitación del hombre pudo escuchar cosas ser arrojadas al suelo.
—¿Está todo bien.?— Pregunto tras la puerta, dando pequeños golpes en ella.
—No es buen momento Kiara, solo ve a seguir estudiando.— Su voz se escuchaba agitada y furiosa.
Sin importar lo que pudiera pasar giro la perilla.
—¡Carajo!— Grito el hombre estrellando su puño en el espejo que adornaba su pared.
Miro con pánico a su alrededor, su boca se secó, recuerdos dolorosos empezaron a pasar por su mente.
—¡Para!— Grito asustada. El tiempo que tenía encerrada, nunca lo había visto así.
Verlo de esa manera le recordaba mucho a....
Demián.
—¡Te dije que te fueras!—Grito, abriendo y cerrando el puño.
El cuerpo de Kiara tembló.
—Te estás dañando.— Intento calmarse. Tenía ganas de salir corriendo. Pero su cuerpo por alguna razón no le respondía.
su estómago se revolvió al ver como el se iba acercando.
—Quiero que te quedes en tu habitación Kiara— La tomo del brazo al ver que no se movía.
—Me lástima— Murmuró, soltando un quejido.
El hombre al verla en tal estado la soltó.
—Lo siento... Yo..
De sus ojos caían lágrimas.
Quería ser fuerte, quería pensar que ese hombre no le haría daño que no era como Demián, le estaba dando su libertad no podía ser tan malo.
No, no. No lo podía ser. No era Demián, no lo era.
El hombre paso su mano por su cabello y después su cuello. Caminaba de un lado a otro.
—Lo siento Kiara. ¿Está bien tu brazo? No volverá a pasar, yo.. no se que me sucedió.— Se dejó caer quedando recargado en la pared, tapando su rostro.