The Night of Goodbye

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(La noche del adiós)


Pasó meses buscándolo, días enteros sin poder descansar, atormentado por la preocupación de desconocer su paradero, de no saber su estado, si estaba vivo o... 

¡Vivo! ¡Tenía que estar vivo!

Se aferró a esa idea como si su propia vida y existencia dependiera de ello, no dejó que las noticias vagas lo desviaran de su propósito y siguió buscando, avanzó y avanzó, con el corazón en una mano y aquella espada ajena en la otra.

Necesitaba verlo...

¿Cuántas noches llevaba ya sin poder apreciar ese bello rostro? 

¿Cuántos amaneceres el lado en su cama se encontraba vacío?

¿Cuánto dolor le estaba causando no saber nada de su mayor amor?

Por fuera, aquel rostro del segundo jade no revelaba nada, siempre impasible, sereno; más si alguien hubiera podido leerlo a fondo habría notado que el brillo de sus ojos menguó conforme los días pasaban hasta extinguirse por completo, también se podría comentar que su diminuta sonrisa ya no se le veía en ningún momento. 

Si antes Lan Wangji era conocido por ser un copo helado de nieve, ahora equiparaba a un témpano, frío, inexpresivo, con apenas ganas para contestar a los demás con algo de cortesía.

Vivía pegado al heredero del muelle de Loto, se acompañaban en busca de la misma persona, combatían juntos a la espera de que, en el punto en el que atacaran, pudieran hallar algo, una pista, por muy miserable que fuera, algo que les prometiera la seguridad del cultivador rebelde al que tanto amaban; cada uno a su manera.

La luna lo vio derramar lágrimas sobre las sábanas blancas, la almohada fue testigo de como recorría con desesperación el sitio hueco que sobraba en la cama, las paredes de madera lo oyeron jugar con aquel cascabel ajeno, como si intentara atraer al dueño con la melodía.

En el campo de batalla, Bichen sintió sus emociones desatadas a la hora de pelear, los enemigos presenciaron la ira contenida al ser asesinados, los aliados observaron lo que el dolor y el peso de cargar con un corazón angustiado podía hacerle a una persona.

Y, cuando por fin lo encontraron... 

Él... Había cambiado.

Caminaba despacio, como si temiera que hubiera algo asechando a su alrededor, su piel era más ceniza, los primeros días tuvo un color enfermizo, estaba más delgado, y cuando le servían de comer sus labios se apretaban o curvaban en muecas de repulsión, ya no podía ver todos los colores, ni oler todos lo olores, tampoco podía degustar de la variedad de platillos que estaban a su disposición. 

Vomitaba, sufría mareos, a veces sus pasos se tambaleaban y su mirada se quedaba perdida en la nada. 

Su primer encuentro fue inoportuno y terminaron en malos términos, pero tras un par de intentos Lan Wangji consiguió estar cerca de él sin que este lo corriera. Durante la primera noche que volvieron a pasar juntos intentó preguntar por su paradero en los meses de ausencia, de inmediato la expresión de Wei Ying se contrajo, el vacío de sus ojos se llenó repentinamente con un fulgor asesino, y sin darle oportunidad a Lan Zhan de retractarse, le dio la espalda y soltó molesto que no quería volver a tocar el tema. 

Lan Zhan no presionó, no quería volver a estar lejos por tanto tiempo. Un corto periodo se le hizo un infierno. Así que solo lo abrazó con cariño antes de dejarlo descansar. 

En los últimos días tampoco estaba durmiendo bien, había ojeras y bultos morados debajo de sus ojos, durante las noches se aferraba con fuerza a los brazos del Lan, temiendo ser soltado, se acurrucaba hecho un ovillo, envuelto en las sábanas. Lloraba, lloraba sin parar, una, otra y otra vez, lloraba hasta que sus ojos estaban secos o hasta que la luz del los primeros rayos del sol entraban por las ventanas, y ambos sabían que todo terminaba. 

For one nightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora