NO HAY VUELTA ATRÁS

22 3 0
                                    

«Miras con interés por la ventana que tienes a tu costado hacia al exterior mientras te mantienes erguido en aquel lugar, contemplando las maravillas que el mundo ofrece: el amplio cielo azul, las nubes brillantes, el calor del sol, el suave vaivén del viento entre las copas de los árboles que causan ese contraste impresionante entre los edificios y rascacielos contra la escasa vegetación que se resiste a perecer entre la implacable mancha urbana... y con esa vista increíble te pones a recordar todo lo que ha sucedido en tu vida, tus actos, lo que has hecho bien, lo que has hecho mal y sonríes diciéndote a ti mismo...»

─ Ya todo está consumado, no hay vuelta atrás.

«Y entonces, como una maldición interminable que retorna para torturarte de forma implacable, vuelves a sentir ese frío en el pecho, esa gélida espina invisible que te ha atravesado desde siempre tu corazón, dejando consigo el terrible dolor del vacío del que tantas veces trataste de deshacerte sin éxito y, aun sabiendo que fracasarías en cada intento, luchabas día con día para tratar de desvanecerle, una y otra vez, probándolo todo, ya fuera en compañía de compañeros, amigos, amores, dinero, poder, ¡Incluso buscaste a Dios! Pero no lograste nada con ello ¿recuerdas? El elegido no podía ayudarte y tú preferiste pensar que Él no quería hacerlo y entonces lo odiaste, lo desafiaste, incluso lo negaste.»

«Pero, ¿cómo osas pedirle un favor a cualquier ser de luz cuando tú eres un ser de obscuridad? ¿o es que te has olvidado de todo lo que has hecho? ¡De todas tus mentiras! ¡De todas tus hipocresías! ¡Tus juegos y manipulaciones! ¿Cuántas ríos se han formado con las lágrimas que derramaste? ¿Cuántas vidas destrozaste? ¡Mírate! No es necesario mirar atrás, basta con ver al frente. Tus manos aún tienen el olor de la sangre que por diversión derramaste. Sí. ¡Mírate! Tus ojos aún tienen esa mirada de odio y de locura que asusta a cuánto ser desea acercarse.»

«¿Qué era lo que pretendías obtener después de ocasionar tanto daño y regresar así, ¡cómo si nada hubiese ocurrido!?, ¿de verdad esperabas que te recibieran con los brazos abiertos? Es normal que ahora te sientas tan solo, como un espectador ajeno a esta sociedad, marginado, completamente exiliado.»

─ No estoy sólo, Él está conmigo...

«¡Ja! Lo dices tan convencido, que hasta parece que te has persuadido a ti mismo de que es cierto; puedes intentar engañar a otros con eso, pero tú y yo sabemos la única verdad y esa es que estás completamente solo. Incluso Él te ha dado la espalda porque decidiste rechazar cada oportunidad que se te presentó para corregir tu camino y, aun sabiendo que no habría marcha atrás, que no habría otra forma de enmendar tu destino, decidiste continuar sin él. ¿A dónde te llevó todo eso? Yo te lo diré, a este lugar donde estás más que perdido.»

─ ¿Perdido? No, no... Nunca he estado perdido, al contrario, por fin logré encontrarme.

«¿Encontrar qué exactamente? Si ya no sientes, si ya no piensas con cordura, si no puedes encontrar la diferencia entre la realidad y la ficción... estás perdido, sin darte cuenta has dejado de ser parte de este mundo, has destrozado lo poco que te mantenía atado a él, ¿es que no ves que tu propia conciencia te está jugando en contra? Has perdido completamente el control de tu ser y por ello nadie te quiere, nadie te recuerda, nadie te busca, nadie te espera, ¡es como si no existieras! ¿lo entiendes ahora? eres NADA.»

─ ¿Nada? Aún sueño, aún deseo...

«Desear. Lo que te trajo a este punto sin retorno fue precisamente eso... el desear, querer desde un inicio algo que no te pertenecía, a lo que no estabas destinado, lo que no tenías derecho a anhelar y aferrarte a ello sin dudar...»

─ Quiero... tocar esa luz...

«Porque tu obscuridad es demasiado grande...»

─ Sentir esa luz bajando cálida sobre mi...

«Y esa obscuridad está plagada de enormes monstruos que engullen todo lo que resplandece y convierten todo lo que tocan en dolor y miedo...»

─ ¡Tan cálida!

«Dolor de tu realidad y miedo de asumir la responsabilidad de tus actos...»

─ Cayendo...

«Porque tendrás que pagar tarde o temprano por ello...»

─ Sólo quiero sentirla... aunque sea por un breve instante

«El momento es ahora...»

─ Sólo una vez, sólo por un segundo...

«La puerta está abierta.»

─ Puedo verla bajando...

«La única respuesta verdadera. Es la última vez que se abrirá para ti.»

─ Quiero estar en la luz...

«Ven a la puerta... solo existe esta forma para alcanzarla y mantenerla sin que sea destruida.»

─ No quiero volver atrás

«No lo harás. El milagro de regresar en el tiempo no existe... Sí. Ven. Lentamente, si prefieres cierra los ojos. Muy bien, así. Estás atravesando. Alégrate, todo está por cambiar. Ahora sigue así, has llegado...»

─ ¿Qué es ese sonido?

«La puerta cerrándose detrás de ti.»

─ No, ese no... es un ruido conocido, de... gritos... sirenas de ambulancias

«Abre los ojos y velo por ti mismo, pero hazlo lentamente...»

─ No, ¡esto no es cierto!

«El ¿qué? Si todo lo que te he dicho es verdad.»

─ ¡Dijiste que no volvería atrás!

«Y no lo hiciste, sigues avanzando en ésta que es tu historia, porque, después de todo, tú mismo lo dijiste ¿recuerdas? "No hay vuelta atrás" y siempre hay que terminar lo que se empieza.»

─ ¡Pero no quiero estar aquí!

«Llegó el momento de prestar atención. No, no tiembles, lo que ves es sólo sangre, la misma sangre que tu derramaste y... prepárate, porque esas sirenas no son de ambulancia, vienen por ti. Van a llevarte.»

─ ¡Me engañaste! ¡Antes prefiero morir!

«¿Es que no escuchaste todo lo que dije antes? ¿No te has dado cuenta aún? ¡Tú no le interesas a la muerte, ni a nadie! Ahora asume la consecuencia de tus actos.»

─ No. Me niego. ¡Esto no es lo que yo quiero!

«Nunca se obtiene lo que se quiere sino lo que uno se merece y en este momento, te están llevando a rastras, te golpean, te electrocutan para contenerte, ahora sangras, esta vez es tu sangre la que cae al piso y se mezcla con la de aquellas personas que asesinaste de la misma forma cómo ahora te tratan, sí, a golpes, con tortura, disfrutándolo, mofándose de tu dolor, ignorando tu sufrimiento, sí, alégrate, al final todo ha cambiado. ¿Te das cuenta? Ahora eres tú el que será perseguido y, tal vez al final, cuando tu cuerpo yazca en el pavimento masacrado y tu mente por fin comprenda el motivo por el que fuiste arrastrado hasta ese momento, quizá sea posible que veas de nuevo esa cálida luz bajando sobre ti y entonces... y sólo entonces, habrás comprobado y te alegrarás de que no haya vuelta atrás.»

FIN

CUENTOS PARA DESAHAUCIADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora