Destiny |L.S| [Omegaverse]

Destiny

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Cada historia es diferente. Algunos alfas y omegas se tropiezan en alguna fiesta de noche, donde sus ojos se cruzan y sus lobos felizmente se reconocen, algunos otros desdichados se encuentran con que un sirviente es su destinado y eso los Condena a vivir ocultos para siempre, porque finales felices donde el amor prevalece a pesar de las clases sociales, los títulos y las riquezas solamente se encontraban en las novelas que su hermana mayor le había presentado a Harry, según su madre. Pero, ¿cómo describir la historia de Harry y Louis?

Todo empezó en la pequeña aldea de Harewood, en un mundo donde los alfas y omegas casamenteros en la cúspide de la pirámide social tenían como objetivo de vida encontrar a su destinado o destinada, contraer matrimonio y dejar descendencia que después buscaría hacer lo mismo. Un mundo en donde los alfas y omegas más ricos de todo el reino eran tan ególatras que ni siquiera podían pensar en que probablemente su destinado o destinada podría estar entre las personas de clase obrera; y te preguntarás, querido lector, ¿qué pasaba con aquellos desdichados que no lograban encontrar a su destinado entre Duques, Condes, príncipes y princesas? Bueno, muy fácil, tenían la mala suerte de caer en matrimonios arreglados por conveniencia antes de que tuvieran la mala suerte de encontrar que su persona destinada era, tal vez, parte de la prole. Aunque esto era más común en omegas que en alfas.

Si la familia Styles se caracterizaba por una cosa, era por el hecho de que nunca en su historia se ha conocido algún caso de matrimonio arreglado, todos y cada uno de sus miembros han encontrado a sus destinadas o destinados en lobos a los que denominaban de su "misma clase", y por supuesto que el Conde de Harewood, Felipe I e Ingrid no fueron la excepción, puesto que se encontraron en el primer baile al inicio de la primera temporada de Lady Ingrid, a sus dieciséis años de edad. A ellos les siguió su preciosa primogénita Gemma, que encontró a su omega destinado en un joven primo del príncipe llamado James, luego las gemelas, Megan y Adela, que sus alfas resultaron ser no menos que Charles y Lilibeth de Derby, hijos menores del Conde de Derby. Solamente frente a Harry se encontraba Felipe II, un alfa bien parecido que si bien no había encontrado a su omega destinado, no parecía interesarle demasiado.

Y finalmente, nuestra estrella, Harry Styles, el último en la fila, un omega recién entrado a la edad en la que se le exige buscar a su alfa, uno bien posicionado económicamente para no pasar desapercibido al ser el menor de cinco hermanos. Harry siempre fue el consentido de sus hermanos, pero no el favorito de sus padres debido a que tenía sueños e ideas que, según Ingrid, eran más grandes de lo que un omega podría serlo jamás.

Cuando empezó a manifestar su gusto por la lectura a la corta edad de diez años, Gemma se encargó de facilitarle cada libro que pareciera interesante para el omega, historias sin finales tristes donde los omegas encuentran a sus alfas destinados y siempre terminaban juntos a pesar de cada uno de los obstáculos que se interponían entre ellos y sus finales felices; novelas que, a palabras de su padre, eran demasiado inapropiadas para un omega de su clase, puesto que les metían ideas irreales sobre lo que verdaderamente es el amor. Pero a Harry nunca le importó demasiado, puesto que incluso antes de empezar a sumergirse en ese tipo de historias, ya se le consideraba un omega demasiado romántico y soñador, siempre parloteando sobre que su alfa sería un hombre bien parecido, apuesto y amable, todos los requisitos para ser un verdadero caballero.

Y todo empezó a dos semanas de que la temporada marcara su inicio con un baile en la casa de los Styles, donde alfas y omegas casamenteros se juntarían con la esperanza de encontrar su felices por siempre. Harry recuerda ese día a la perfección, lo cansados que se sentían sus pies debido a que su hermano Felipe había decidido que era un día estupendo para caminar hacia la sastrería en lugar de transportarse en su carruaje, el brazo de su hermano aferrarse al suyo con firmeza y aquel palabrerío que siempre soltaba cuando se encontraban a solas, el cual solamente parecía haber aumentado debido al motivo por el que iban a ver al sastre.