[1399 palabras]
Un año aconteció desde que Harry y Louis contrajeron nupcias, y para la dicha de la pareja, ya se encontraban en espera de su primer cachorro. No había felicidad más grande para Harry que despertarse y ver en su enorme espejo como su vientre crecía más y más con el pasar de las semanas.
—¡Vincent! —gritó Tomlinson omega con una enorme sonrisa.
Eran las 8 de la mañana y su alfa había salido hacía media hora para acompañar a Felipe a una sesión de cacería con el rey, dejando a su muy embarazado omega en cama descansando. Pero ya era hora de levantarse y comprobar qué tanto había crecido su vientre.
Ese día se cumplían exactamente 30 semanas, y sentía que su redondo vientre se veía mejor que nunca, tanto que no podía despegar sus ojos de su reflejo, una preciosa bata de seda vestía su cuerpo, y con ayuda de sus manos pegó la tela a su vientre para que este resaltara más.
—¿Ocurre algo, señor? —Vincent llegó lo más rápido que pudo, regalándole a su jefe una pequeña sonrisa al verlo frente al espejo.
—¿Crees que pronto nazca mi cachorro? —preguntó Harry tranquilo, acariciando suavemente su vientre y finalmente mirando a su acompañante.
—No sabría decirle con exactitud, señor. Pero si no mal recuerdo, el día de hoy viene el médico para corroborar que todo esté en orden y darle una fecha aproximada —el hombre empezó a sacar las prendas de Harry para ese día, una camisa de seda rosa y unos pantalones negros.
—No puedo esperar —chilló el rizado y empezó a ponerse sus prendas con ayuda de Vincent.
Así pasó una tranquila mañana junto a su fiel compañero Vincent y Clifford, el perro que habían adoptado hace apenas unas semanas, el pequeño canino de apenas unos meses de edad parecía adorar a los Tomlinson, puesto que al omega lo seguía a todas partes. se recostaba junto a sus pies en la hora del desayuno, y cuando decidía sentarse un rato a leer, el can se recostaba sobre su regazo y de vez en cuando lamía su vientre, como si supiera que un pequeño cachorro estaba creciendo ahí.
—¡Omega, estoy en casa! —gritó Louis desde la entrada, pasándole su chaqueta a uno de los sirvientes que ya lo esperaban en la entrada.
—¡Alfa! —el omega habría corrido hacia su alfa, pero debido a su estado caminó tranquilamente hacia él y lo recibió con un dulce beso en los labios—. Te extrañamos mucho.
—Y yo a ustedes, mis amores —el alfa se arrodilló frente a su omega y empezó a repartir suaves besos por toda la extensión de su vientre—. Hola, cachorrito, ¿cómo la pasaste con tu madre esta mañana?
—Ansioso, ha estado pateando mucho hoy —respondió Harry por su cachorro—. ¿A qué hora estará aquí el doctor, alfa?
—Se supone que debería llegar en 30 minutos, omega —le prometió el alfa con una dulce sonrisa.
Y es que así eran sus días, a veces con el doctor en casa para las revisiones mensuales de Harry, otras veces recibían visitas de las hermanas y hermano de Harry junto a sus parejas, incluso los padres del omega habían ido unas cuantas veces a comprobar que todo estuviera en orden según su criterio, lo cual nunca parecía cumplirse, pues lady Ingrid siempre encontraba algún desperfecto en su hijo, en la casa o en el servicio, pero eso no era algo que le quitara el sueño al joven matrimonio.
Otros días las cosas eran más sencillas y felices, pues iban a visitarlos la madre de Louis y sus hermanas, en esas ocasiones, Harry le pedía a la cocinera que preparara el mejor té que tuvieran a la mano y la receta más deliciosa de panecillos y demás postres que conociera, pues amaba consentir a los mellizos y a Lottie.
Luego, por las noches, su alfa cantaría canciones preciosas a su cachorro y untaría cremas de hierbas para ayudarle con la comezón y las estrías que eventualmente empezaron a aparecer en su piel. Lo mecería en sus brazos hasta ambos quedarse dormidos, y otras noches Louis lo tomaría hasta quedar satisfechos, diciendose te amo con miradas y suspiros en lugar de palabras.
Así el viento se llevó los meses, y los Tomlinson recibieron a una preciosa niña alfa con los ojos tan verdes como los de Harry, pero rostro tan fino y nariz tan respingona como Louis. Amelia Rosalie Tomlinson llegó al mundo para iluminar la vida de sus padres y el pueblo entero de Shrewsbury, pues el día de su nacimiento atestaron la morada de sus Duques con regalos para su primogénita y heredera al título, tales como ropa hecha con sus mejores telas, arreglos florales que hacían honor al nombre de la pequeña, juguetes hechos a mano por los pueblerinos, incluso algunas personas habían llevado animales de sus granjas, las cuales Louis rechazó amablemente en nombre de su familia, pues ninguno tenía el corazón como para quitarle a su pueblo sus fuentes de ingresos.
Amelia creció para ser una alfa independiente, fuerte y sobre todo, noble. Cada vez que la pequeña cachorra salía de la mano con su madre a pasear por el pueblo, saludaba a todo el mundo con su pequeña manita y les regalaba brillantes sonrisas que, para los habitantes de Shrewsbury, eran más que suficientes para alegrarles el día entero, ella compraba flores y las regalaba a cualquiera que se le cruzara enfrente, reía y jugaba junto a los niños que encontraban en sus paseos por el pueblo.
Más pronto que tarde, Harry volvió a quedar en estado, esta vez de mellizos, y esos 9 meses el omega se regocijó de la atención que sus alfas le daban, Amelia regalándole flores que arrancaba del jardín y llevándole junto a Vincent su desayuno. se sentaban juntos en la biblioteca para leer increíbles historias de amor y fantasía, hadas, príncipes y princesas.
Para pronto, Narciso y Jacinto Tomlinson llegaron a alegrar aún más al pueblo y a sus padres. Narciso, el omega, era un pequeño extrovertido y escandaloso, con los ojos de su padre y los rizos esponjosos de su madre, ante los ojos de la alta sociedad Inglesa, necesitaba aprender a ser un buen omega para su futuro alfa. Por otro lado, Jacinto era un alfa tímido e introvertido, parecía ser siempre el blanco de las travesuras de su mellizo, y era fácil reconocerlos, pues aunque parecían ser idénticos, Jacinto se destacaba por tener los ojos de su madre, y a palabras de su abuelo, lord Felipe, necesitaba agarrar carácter de alfa si quería ser uno respetado cuando fuera mayor.
Pero a pesar de las críticas tan constructivas —a ojos de los críticos—, los Tomlinson amaban a cada uno de sus cachorros, alfas, omegas, betas, pequeños o grandes, tímidos o escandalosos, eran sus hijos, y estaban dispuestos a dar siempre la cara por ellos. La familia no se amplió después de los mellizos, pues decidieron que tres cachorros eran más que suficientes.
Pero lo que creció a lo largo de los años fue el amor que se tenían unos a otros. Pasaron 10 años y Louis seguía despertando a su precioso omega con pequeños besos alrededor de su rostro, pasaron 20 años y Harry seguía sintiendo los fuertes brazos de Louis rodeando su cuerpo todas las noches y cada una de las mañanas siguientes. 30 años le siguieron, y a pesar de que sus cachorros ya no tan pequeños, inclusive ya tenían sus propias familias y ahora Amelia era la Duquesa de Shrewsbury, sus corazones seguían siendo los mismos, y el alfa de Louis seguía emocionándose tanto como la primera vez que cruzaron miradas, y el omega de Harry continuaba siendo ese pequeño lobito enamorado que era en su juventud, sus almas seguían tan unidas como en aquella mañana en la iglesia donde se juraron amor ante la diosa Luna.
Porque podrían pasar siglos, pero su amor seguiría siendo el mismo, con la única diferencia de que con cada roce, cada mirada y cada te amo se hace más fuerte. Podría decirles que así termina la historia de Harry y Louis Tomlinson de Shrewsbury, pero el amor nunca termina, a pesar de las fronteras que nos separan entre la vida y la muerte, la llama de su amor jamás se apagó, su amor prevalecerá en la historia para siempre, pues estas palabras no se las llevará el viento.
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Ahora sí, hasta aquí llegó la historia, ¿qué les pareció? ¿les gustó?
¡Muchas gracias por leer! Estén atentxs porque dentro de poco terminamos de subir Icarus Rose (Y si no la han leído, ¿qué esperan? Está buenísima), y se vienen muchos proyectos más.
-Van
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Destiny |L.S| [Omegaverse]
FanficSumario En un mundo donde una vez encuentras a tu destinado ya no puedes enlazarte con alguien más, Harry Styles, un omega de la alta sociedad de Inglaterra, hijo menor del Conde de Harewood, encuentra a su destinado en un alfa granjero. Louis Tomli...