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La castaña jugaba con el cigarrillo en su mano, dandolo vueltas y clavando la mirada en la espalda del jóven que se ocupaba haciendo su trabajo. Lo analizó con la mirada, frunciendo el ceño en el proceso, pensando en su apariencia. Siendo residente y un demonio de alta categoría en el infierno, lo había visto casi todo. Desde súcubos deformes hasta eróticos, desde los dioses más atractivos hasta los caídos más arruinados por sus pecados.

Así que si bien no le sorprendía el atractivo del jóven, no podía evitar llamarle la atención.

–¿Quieres comer?– cuestionó finalmente, apareciendo de golpe sentada en la motocicleta al lado del chico, casi asustandolo si no fuera porque ya casi estaba acostumbrado.

–Si, pero ahora vendrá mi hermano menor– se pausó de golpe, pareciendo pensar lo que acababa de decir –Aunque hablando de eso...

Antes de que pudiera terminar siquiera, la pequeña campana que había en la puerta de en frente sonó, dejando ver a un pequeño rubio con una paleta en la boca. Al notar la presencia de su hermano, Shinichiro se giró alertado hacia la mujer, alzando las cejas sorprendido al verla con un entero de trabajo e incluso unas leves manchas de grasa en su rostro, sonriendole al pequeño, que la miraba dudoso.

Areth esperó a que él le preguntara quien era, pero al ver que solo la juzgaba en silencio, bufó internamente y decidió presentarse.

–Ah, tu debes ser el hermano del jefe– miró al azabache por una milésima de segundo con una pequeña sonrisa divertida, dedicandole su atención al rubio –Soy Ar... iana, su nueva empleada, un gusto conocerte.

Sin embargo, Mikey solo se quedó mirandola con el semblante relajado, ignorandola y yendo junto a su hermano, que lo miraba ahora más relajado con una ligera sonrisa.

Areth frunció el ceño, ¿acaso no había caído por sus encantos? Había mantenido su forma física, todos deberían enamorarse de ella con solo verla, pero supuso que el pequeño ser humano estaba roto o alguna excusa por el estilo, y volvió a sonreírle al azabache.

–Ya vengo jefe, voy a buscar la comida– él se giró hacia ella con el ceño levemente fruncido, observando con precaución como desaparecía por la puerta de atrás, seguido por un chasquido casi inaudible, y volvía a entrar junto con una bandeja casi de su tamaño de ancho, que sostenía desde tazones enteros de katsudon hasta platos llenos de taiyakis.

Los ojos de ambos se abrieron significativamente más de lo normal, totalmente sorprendidos por la cantidad de comida que la mujer apoyaba sobre la mesa con toda tranquilidad.

–Perdone por lo poco jefe, no me entraba más en la bandeja– vio como el rubio se acercaba hasta donde estaba ella, intercambiando la mirada entre ella y la bandeja –Toma lo que quieras, lo traje para ustedes– le guiño un ojo, a lo que él tomó uno de los taiyakis, probandolo y girandose hacia Shinichiro, asintiendo con la cabeza.

¿Lo ves, humano? Hasta el humano chiquito me aprobó pensó la castaña, sonriendole al azabache que se acercaba a ambos, tomando un tazón y comenzando a comer.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2022 ⏰

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