I Hate You.

I hate it.

¿Han sentido alguna vez que odian amar a alguien?

Pero no hablo de odiar amar a alguien que no les corresponde, hablo de amar a alguien tanto, tanto que lo odien por eso.
Hablo de odiar la forma en la que parece conocerlos, odiar la forma en la que puede manipularlos solo con una sonrisa, odiar obedecer todo lo que sus ojos ordenen, odiar que con solo una palabra pueda destruirlos, y que con otra pueda juntar los pedazos y reconstruirnos como si nada.

Yo nunca creí que una persona podria tener tanto poder sobre mi, pero el lo tenía y lo odiaba por eso.

Aún hoy recuerdo de memoria el día que descubrí cuanto lo amaba, aquel día supe que solo sería el siempre, realmente lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Aquella mañana desperté temprano, fui a la cocina y comencé a preparar el desayuno, detesto que me interrumpan cuando estoy haciendo algo, mucho más si es cocinar, y el lo sabía, lo sabía pero le encantaba molestarme.

—Buen día —susurró abrazandome por la espalda—. ¿Dormiste bien? —preguntó mientras sus labios dejaban un beso en mi cuello.

—Claro que si, tu estabas ahí.

—Mm —pronunció y comenzó a recorrer mi espalda lentamente con sus manos.

—¿Lo haces apropósito? —pregunté al sentir como estas llegaron a mi abdomen y bajaron hasta el borde de mi pantalón.

—Claro que si —respondió deslizándose lentamente dentro de la tela, haciendo que el fuego que aquello iniciaba dentro de mi crezca.

—Win —pronuncie—. No lo hagas —advertí .

—¡Tarde! —exclamó comenzando a recorrer el largo de mi miembro ya erecto con suavidad, agitando mi respiración solo en segundos con sus caricias, haciendo que caiga nuevamente en su juego, encendiendome aún más de esa forma.

Pero alguna vez han sentido ese tipo de calor, ese que te consume, ese que te pide que te quemes, que ardas en el... ese que no puedes apagar.
Yo nunca lo había sentido así, nunca había deseado tanto a alguien, nadie nunca me había excitado de esa forma, y entonces lo conocí, el prendió una llama en mi interior que logro apagar solo besando sus labios, besando cada parte de su piel, sintiendo como su cuerpo también empieza arder, solo así.

—Tú te lo buscaste —afirmé sujetando la mano que sostenía mi miembro—. ¡Recuérdalo! —exclame y entonces me voltee hacia el.

—Nunca lo olvido —respondió sonriendo.

Y maldición que esa sonrisa me enloquecía, sus labios me enloquecían, su miraba me enloquecía, todo, absolutamente todo en el me volvia loco, y si, odiaba eso también.

—Pero te lo recordaré por las dudas —dije y lo besé, comencé a devorar sus labios con una necesidad que solo el me hacía sentir.