Las gotas de agua caían sobre mi cabeza y mi camisón se pegaba a mi cuerpo, el césped estaba mojado y lo mejor que podría hacer era tirarme sobre el a ver el cielo nublado y contemplar los rayos, mis botas estaban llenas de agua y ojos cada vez perdían más la visión, dalia en cualquier momento vendría a buscarme y yo no tendría excusa alguna como para explicarle esto, y asumiría la responsabilidad y mi posible malestar.
Pude sentir una presencia a mi lado entreabrí los ojos para seguramente ver a la pelirroja a mi lado dándome su típica mirada de ''Voy a ver que castigo te puedo poner y luego lo voy a empeorar'' pero no, no era ella, era una chica cuyo pelo blanco sobresalía de su capucha, era lo único que mis ojos alcanzaban a ver en ella.
Me ofreció su mano, a la cual me quede viendo por un rato, contemplado la perfección de sus dedos y sus uñas pintadas de negro, me jalo del brazo quedando a pocos centímetros de su rostro, yo le sonreí sin razón alguna.
-Emm, hola mi lady, no es por ser grosera ni nada por el estilo, pero...- pensé por unos segundos. - ¿Por qué me ayuda, la conozco? – me atreví a preguntar.
La chica no respondió y solo se dedicó a tirarme del brazo bajo la lluvia hasta mi casa, no quise hacer más preguntas porque sabía que no me iba a responder y ya tendría que gastar sufici9ente saliva en la explicación para dalia. Llegamos a la puerta de la casa donde una muchacha con orejas de conejo abrió la puerta sin decir nada ¿y cómo iba a hacerlo? De todos modos, estaba hechizada. La chica misteriosa al ver que ya me recibían en la puerta empezó a caminar bajo la lluvia por el mismo camino por el cual habíamos llegado.
- ¡Oiga! - grite tratando de llamar su atención. - ¿Cuál es su nombre? – pregunte.
Ella se voltio bajando la cabeza por completo.
-No es necesario que te lo comente ahora, presiento que nos volveremos a ver- sonrió sacudiendo su mano en el aire.
Había quedado postrada en esa puerta mojándome más de lo que ya estaba ¿nos volveremos a ver? ¡pero ni siquiera le conozco! Me dije a mi misma, apenas eran las 10 de la mañana y ya tenía mil cosas en la mente, esa era una clara señal de que hoy nada saldría bien. Esto no me está gustando.
- ¡Señorita Lily esta empapada! ¿Qué le paso? - pregunto un muchacho con orejas de gato poniendo una manta sobre mí.
-Estaba en el establo y me agarro la lluvia de repente- mentí frotando mis brazos con la manta.
-Debe estará muriendo del frio, le preparare un té, ¿uno fuerte verdad? - arqueo una ceja esperando una respuesta.
-Si por favor...- dije caminando hacia las escaleras. –No me siento bien...Si lukery decide aparecer, dile que suba por favor sammy- empecé a subir con dificultad.
-Está bien Lily- respondió dando paso rápido hasta la cocina.
Apenas llegué a mi alcoba, me observé al espejo, estaba tan pálida y mis labios habían tomado un leve tono azul turquesa, parecía que mi cuerpo se había hundido en lo más profundo del mar y lo habían encontrado 24 horas después, me lance en la cama sintiendo como mi cuerpo perdía peso, seguía con la manta roja sobre mi cuerpo mojado, sebac entro cojeando y con las mejillas rojas, probablemente estaba con dalia pero eso a mí no me importaba, se acercó a mi cama y puso su mano en mi cuello la cual quito al instante.
- ¡Niña estas ardiendo! - dijo poniendo un trapo hume en la cabeza. –No vas a salir hasta que te mejores, voy a buscar un té, libros de poesía, frutas y trapos ¡muchos trapos! – dijo caminando de espaldas hacia la puerta. - ¡Ya vuelvo! - dijo el castaño saliendo de la habitación dando pequeños tropiezos.
Siendo sincera le he tomado un poco de cariño, me cuidaba y me enseñaba cosas que nunca habría esperado aprender, el día en el cual me dijeron que podría empezar a comer con ellos un día la semana, tenía la esperanza de que algo podría mejorar así fuera un poco, y desde ese momento quizás me di cuenta de que ninguno de los dos era tan malo como lo aprontaba su fachada.
La pelirroja paso frente a la puerta de mi habitación ajustando su corsé y reacomodando su corsé por atrás de sus cuernos, me cuidaba, pero no tanto como para estar conmigo cuando enfermaba. El castaño volvió con una bandeja con una tetera humeante y una sonrisa culpable.
- ¿Paso algo sebac? - pregunte.
-pues por alguna razón, el rey quiere verte antes del torneo de caballeros, me lo acaba de informar uno de sus mensajeros- dijo frotando su nuca.
-¿Ahora que has hecho mocosa?- dijo la pelirroja queriendo echar humo por las orejas.
En ese momento quede plasmada, ¿el rey quería verme? ¿a mí? Era imposible, se debió haber equivocado de persona, cierto.
¿Cierto!
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''Mi dulce veneno''
Teen FictionEl poder ciega a la gente, la venganza los consume poco a poco, y el odio es una enfermedad incurable que siempre estará presente en nuestras vidas. Una joven doncella arrancada de los brazos de su padre a la corta edad de los 7 años, viendo a su pa...