tres

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Dos semanas han pasado desde aquella tormenta.

Harry está tan melancólico. El aroma de fresas con crema ya ha desaparecido por completo de su casa. Después de tres días donde estuvo encerrado en su casa casi lloriqueando porque al poner un pie fuera y su nariz recibir todas las ráfagas de aire con distintos tipos de aromas y ninguno ser ese en específico, se incomodaba y regresaba a su sofá donde específicamente el aroma se hacía mucho más intenso.

¿Pueden culparlo? No entiende cómo su alfa pudo acostumbrarse a algo que olfateó por un par de horas.

Tan dulce, tan bonito.

Pero, entonces, Harry tiene que ser un adulto funcional y hacer sus compras del mes porque ya se ha quedado sin suministros adecuados para sobrevivir sin salir de su hogar. Con mucha dificultad camina a la tienda que está doblando la esquina y compra lo necesario. Queso, bananas, tomates, fresas y crema chantillí.

No, no. Espera. ¿Por qué está comprando fresas y crema chantillí?

Cuando va a asimilarlo, ya ha pagado todos los artículos y está en el camino que da a las pequeñas escaleras de su casa. Tiene la mirada en el suelo medio riéndose de ser tan patético.

—Pero, bueno, Alfa. ¿Es que acaso las hadas te están susurrando cosas graciosas al oído?— la voz medio chillona le hace dar un salto que por poco y deja caer la bolsa que lleva en su mano izquierda. Se voltea con sus cejas juntas y le da una mirada medio enojada al omega.

—Simplemente percibí el aura de un duendecillo en cinta con voz chillona y me empecé a reír de lo pequeño que es.

—Que maleducado, por cierto— murmura el omega con sus brazos cruzados sobre su pancita y las orejas rojas por el enojo.—Puedo ser más pequeño pero con un rodillazo mío en tus bolas, te dejo sin primogénito en cuanto parpadees.

Para su sorpresa Harry se ríe bajito, entonces el omega pisotea el suelo y suelta una maldición.

—¡No me provoques!— le apunta con su dedo, advirtiéndole—Entonces, ¿Vamos a ingresar a tu casa o nos quedaremos aquí esperando el día de la pera para poder disfrutar de el té que tengo entre el bolsillo de mi hoodie?

Aturdido el alfa asiente una vez procesando la información, le hace un gesto al castaño para que él camine delante y cuando el muchacho le hace caso, sigue sus pasos mirando la vestimenta que lleva particularmente hoy. Zapatos blancos medio desgastados, característico hoodie gris y jogger a juego. No repara en el hecho de toda la confianza que ha tomado desde el primer día, cuando le avisó que estaría en su sofá.

Quizá el omega solo lleva hoodies todo el tiempo porque las camisas normales ya no le quedan debido al embarazo.

—Deberías pasarle llave a la puerta. Imagina que cualquier persona entre a tu casa y se robe tu tetera. —le regaña.

—Uh, ¿Mi tetera?— levanta sus cejas confundido.

—Exacto. Un día sales a comprar, no sé, jabón de baño. Dejas la puerta de tu casa sin llave y cuando regresas alguien se ha llevado tu tetera ¿No te daría un infarto? Porque a mí sí.

Harry casi se pierde en todo el parloteo por estar mirando las manos que gesticulan con energía cada vez que el castaño habla. Los pequeños dedos en constante movimiento. Cuando entran a su casa y él ha cerrado la puerta principal con llave, para relajar un poco más al omega, Louis ya se ha dirigido a su cocina a llenar la tetera de agua y ponerla al fuego para el té.

—Al menos nadie se ha robado tu tetera porque y que Dios no lo quiera no disfrutarias de un buen té de Yorkshire hecho por mí.— sonríe y pequeñas arruguitas se forman al borde de sus ojos azules. Aunque la sonrisa sea de burla, el alfa tomará lo que sea que Louis le ofrezca.

No quiere decirle que el té que prepare seguirá siendo el mismo té que toma a diario. El alfa no es tan cruel. El muchacho castaño tiene una lengua afilada y grosera pero en sus ojos y en los gestos tímidos que tiene, se nota que su lengua es solo un escudo de alguna fachada que no puede saber, a menos que pregunte, y Harry no es tan imprudente como para preguntar. Muchas gracias.

Su estómago da un vuelco y deja salir el aire que no sabía que estaba reteniendo. Se mueve ligeramente por la cocina sin tropezar con el omega y acomoda lo que ha comprado y tal vez, se apresure a guardar ciertos artículos más rápido de lo normal. Solo para que no se descompongan, obviamente.

—¿Quién es Bianca?

—Ah, Bianca. Pensé que lo habías olvidado— busca las tazas de té que estén a la vista y saca las dos bolsitas llenas de hiervas que lleva en el bolsillo delantero de su hoddie. Coloca una en cada taza y se voltea. Harry mira todos sus movimientos esperando una respuesta concreta.— Debía limpiar su casa ese día.

—¿Limpias casas?

—Y bueno ¿No fue eso lo que dije, Alfa tontito?— cubre su boca con su mano cuando se ríe un poco fuerte— Lo siento, lo siento. Sí. Es lo que hago para ganarme la vida. ¿Qué haces tú?

El alfa enrojece hasta sus orejas y la parte de atrás de su cuello. No le gusta hablar de lo que hace. Aparta la mirada de Louis y se mueve a apagar el fuego cuando la tetera chilla anunciando que el agua ya está hervida. Cuando ya ambas tazas tienen agua, le entrega una al omega.

El castaño no dice nada más. Quizá dándose cuenta de que Harry no quiere seguir con la conversación. De repente, sus pequeñas manos están apretando el borde de las mangas de su hoddie y sostiene la taza fuertemente sin reparar en el hecho de que está hirviendo. Sus azules ojos están en un punto fijo de la cocina y su espalda se recarga contra uno de los mesones. Casi como queriendo volverse más pequeño, como si quisiera desaparecer. Harry se siente tan culpable que podría llorar.

—Recordé que tengo que, um, tengo que trabajar y yo, sí— lleva la taza al fregadero y se apresura en lavarla y dejarla donde la encontró.—Nos vemos por ahí.

Harry no tiene tiempo de detenerlo, el omega ya está fuera de su campo de visión. Su té en el desayunador sin ser tocado y el hueco en su pecho por la culpa y el enojo consigo mismo.

Entonces, una débil risa se escucha por los pasillos de la silenciosa casa. Su corazón se salta un latido. ¿Y si alguien viene a robar su tetera?

—Harry— escucha y bueno, reconoce esa voz— Puedes abrirme la puerta para salir dramáticamente, ¿por favor?

La ola de cariño que corre por todo su cuerpo es tan entrañable. Se levanta y saca las llaves de su bolsillo, camina hasta donde un Louis rojo de vergüenza y mortificación está mirando su alfombra. Sin querer empeorar la situación del omega, porque no sabe si le hace algún bien en su embarazo, le abre la puerta.

—Nos vemos por ahí, omega— repite. Louis sale rápidamente casi tropezando con sus pies y baja los escalones sin cuidado, el alfa siente que le podría dar un infarto.

Cuando Louis se pierde de su vista, puede respirar con normalidad de nuevo. ¿Por qué su aroma no estaba presente? Olfatea y niega cuando no puede percibir nada.

Había extrañado tanto al omega que no se dio cuenta de ese detalle hasta ahora. Y por ser un idiota ahora sabrá Dios cuándo Louis aparecerá por su puerta ofreciendo hacerle té. 

Las oportunidades se dan una vez en la vida y Harry no sabe aprovecharlas.

fresas con crema ✿ omegaverse [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora