uno

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La tormenta es tan ruidosa y densa, los árboles se mueven con brusquedad y las calles están solitarias. El pronóstico para hoy era parcialmente soleado y el universo le estaba gastando una horrible broma o la aplicación del tiempo se burlaba porque justo cuando estaba por bajar el último escalón de la entrada de su casa, las gotas gordas de agua le golpearon el rostro con enojo y naturalmente tuvo que volver a entrar a la comodidad de su hogar.

Se protege en la comodidad de su sofá porque odia las tormentas y esta no es la excepción. De fondo se puede escuchar alguna caricatura de Disney que no le está prestando real atención.

Hay débiles toques en su puerta principal que no se escuchan al principio. Se hacen más fuertes y constantes a medida que el ruido de la lluvia constante avanza.

Harry logra escucharlos sobre un trueno que le tiene las piernas temblorosas. No sabe por qué hay alguien toqueteando su puerta pero él no es tan mala persona como para dejar a quien quiera que sea pasando frío. Se levanta y camina con el leve temblor aún hasta la puerta, la abre y se sorprende al ver a un muchacho empapado de pies a cabeza tiritando por el frío.

—¿Puedo ayudarte en algo?—el muchacho de ojos azules perdidos pega un pequeño brinco al escuchar su voz.

—Uh, yo, ¿Se encuentra Bianca?

Harry junta sus cejas confundido porque ¿Quién carajo es Bianca? y ¿Por qué hay un omega con olor a fresas con crema en la entrada principal de su casa?

—Lo siento. Casa equivocada.

—Está bien, uh, bueno, adiós— dice rápidamente y se da la vuelta para bajar los escalones, entonces, es justo cuando Harry se da cuenta de la pequeña pancita que está escondida con recelo entre el gran hoodie empapado del muchacho. Él no es una mala persona como para dejar que un omega en cinta camine devuelta a donde sea que se dirija en medio de una tormenta.

Tampoco es tan racional como a veces parece.

—Hey, espera. ¿No querrías quedarte acá hasta que el cielo se despeje un poco?

El omega se voltea y hay confusión en sus ojos azules. Está bien, quizá Harry no lo pensó del todo antes de hacerle la propuesta pero lo hecho, hecho está.

—¿Te escuchas a ti mismo? Ni siquiera sabes quién soy y me ofreces quedarme en tu casa. ¿Y si estaba buscando a Bianca para matarla? Deberías ser más prudente, alfa.

Hay algo en la manera que le dice alfa que tiene a Harry atado a la idea de que por ningún motivo deje al omega ahí afuera. No es que piense que él no puede cuidarse por si mismo pero está feo el clima. Por supuesto.

—No importaría si muero ahora mismo. Morir durante una tormenta sería una anécdota divertida.

—Técnicamente no vas a poder contar el anécdota porque estarás muerto, duh—se burla.

—¡Cierto!—pasa su mano izquierda por su cabello echándolo hacia atrás y se ríe. Se hace a un lado para que el omega entre sin importale un carajo su piso. Lo va a lamentar más tarde.

—Uh, voy a mojar tu piso.

Harry se encoge de hombros y le hace una seña para que entre y el muchacho lo hace. Lleva una mano a su pancita abultada como si aquello le diese seguridad y se queda estático al lado del alfa. Él cierra la puerta y camina hacia la cocina algo tenso, cuando siente las pisadas del otro muchacho se relaja un poco. Monta la tetera al fuego para preparase un poco de té y se voltea hacia el castaño que se queda parado en la entrada de la cocina.

—¿Té de Yorkshire o chocolate caliente?

Los ojos azules se iluminan ante la mención de ambos. Se cruza de brazos y mira hacia el techo como si le costara mucho decidirse. El rizado siente apretado el pecho con un repentino afecto.

—Louis.

—¿Qué? No tengo de eso, lo siento.

Esto saca una carcajada de la boca rosada del omega que resuena en toda la cocina y en el corazón del alfa.

—Alfa tontito. Mi nombre es Louis y considero que hubieses preguntado mi nombre desde el principio ¿No crees?—La cara de Harry se tiñe de rojo hasta las orejas, avergonzado. Está bien, puede ser que se le haya olvidado ese detalle.

—Mhm. Soy Harry.

—Es un placer. Ahora, té de Yorkshire. Por favor y gracias.— el omega le guiña un ojo y camina hasta el desayunador, inclina su pecho en la fría cerámica sin aplastar su pancita, se sienta en uno de los taburetes y descansa su cabeza sobre sus brazos mirando un punto fijo.

Harry mira su cabello castaño fijamente y da un leve salto cuando se escucha un fuerte trueno. Bueno, ahora que no tiene su atención en el muchacho recostado en su desayunador puede darse cuenta de que no ha cesado ni un poco la lluvia. Suspira. La tetera hace un ruido anunciando que el agua ya está hervida, apaga la cocina y saca la caja de té de Yorkshire, coloca una bolsita en dos tazas blancas y vierte el agua.

—Ten. Iré a buscarte algo de ropa seca—le pone la taza cerca y no espera alguna respuesta, va a su habitación y saca los joggers más pequeños que tiene y alguna camisa que probablemente usó a los dieciséis años. Cuando regresa, el omega sigue en su posición, el té entero y enfriándose porque el castaño está medio dormido sobre sus brazos. Se acerca y le toca levemente el hombro. —Perdona, Louis, Pero te vas a resfriar si no te quitas esa ropa mojada.

Louis se despierta con un salto asustado, mirando a todos lados y cuando enfoca al alfa suelta todo el aire que tenía retenido por el susto. Harry quiere llorar ¿Qué le habrá pasado al omega como para estar tan asustado por un toque leve?

—Sí. Gracias, Harry.

—Puedes darme tu ropa y la pondré a lavar y secar. El baño está después de la sala a la izquierda. Te voy a llevar ahí ¿Eso te parece bien?

El omega asiente una vez y se levanta siguiendo al alfa que ya ha emprendido camino. Una vez frente a la puerta del baño, regresa a la cocina cuando Louis cierra la puerta.

Toma su té mirando un punto fijo y haciendo oídos sordos a la lluvia. Se pregunta qué habrá hecho en su vida pasada para ser bendecido con la presencia de esos tristes ojos azules.

fresas con crema ✿ omegaverse [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora