principio.

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Roland había obligado a Arisa a meterse a la tina de baño.

—Estas loco Roland.

—¡Eh! No, no te voy a ver , como tú piensas, yo solo —sonrojado, mientras la observaba envuelta en la toalla de baño.

— No me refiero a eso, me refiero a que te arriesgas por mi, una desconocida, esto te va a complicar las cosas —sus ojos lo ven con devoción de pronto —a Olivier no le va a gustar y debe de estarte buscando, yo ya no tengo un lugar donde estar supongo.

—Por eso me haré cargo de ti.

—Pero tú no... —ella de pronto se pone roja como un tomate —¿acaso pretendes tomarme como tú esposa? — asombrada.

—¿Qué? ¡No! ¡No! —Roland parecía haber cambiado de color.

—No te parezco atractiva supongo — un poco desanimada.

— No es eso, es sólo que...

Ambos guardan silencio unos instantes, observandose a los ojos.

— Te tallare la espalda.

— Ja, ja, ja— Arisa rie.

—¿De qué te ríes? — le pregunta curioso.

—Vas a tallarme la espalda, por eso la señora de recepción creyo que éramos pareja.

—Entonces me iré, ¡disculpa! — dispuesto a salir.

— ¡No! , espera—Ella se levanta Tomandolo por la muñeca.

Sin querer él la ve desnuda al voltear, ella se mete al agua velozmente ante la vergüenza.

—¡Lo...lo siento! — intentando olvidar ese momento le pregunta —¿sabes cortar cabello?, quisiera cortar el mío.

— Creo que si.

En ambos se iba calando un fuerte deseo, que querían ignorar.

—Voy a terminar de bañarme sola, luego me cortas el cabello ¿si?

—Te espero afuera.

Tras unos minutos ella sale lista, Roland la esperaba con 2 tazas de café y pan dulce.

Cuando Arisa al verlo así, siente una extraña sensación en su pecho, queriendo besarlo.

¡Espera! Yo ya...lo bese

Recordándolo.

—No puede ser— grita eufórica.

—¿Qué ocurre?

– Yo, tú, nosotros nos besamos — cubriendose la boca al decirlo.

—¡Oh! Lo recordaste, Yo pensé que lo habías olvidado.

— Roland yo , ¡lo siento! —poniéndose de rodillas ante él.

—Tranquila— haciendo un gesto de cariño en su cabeza — se que ese beso no fue de importancia para ti, no estabas tan bien como ahora, o eso pienso.

—¡Ah! ¡Claro! ¡Así es! ¡Correcto!

Pero ambos quedan en silencio, cuando de pronto se tiran a los brazos del otro, besándose de nuevo.

—Roland esto está mal — Arisa intenta recuperar aire.

—No yo soy el que no debería.

Volviendo a besarse.

Cuando el toc toc de la puerta los hace sobresaltarse y separarse.

—Olivier—Roland se asombra al verlo en el lugar.

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