La larga cabellera de la pelinegra opacaba su vista mientras miraba sus piernas colgar del borde de la azotea del edificio donde vivía.
Nuevamente tentaba a la muerte estando sentada allí. Aunque claramente era algo que no le importaba.
Su corazón estaba destrozado, estaba harta de su vida. No encontraba sentido alguno el sentirse así porque tenía un puesto deseable en Jeon & Asociados como Ingeniera Industrial, tenía su propio piso y además tenía a su lado a la mujer más sencilla e inigualable que alguna vez se topó en sus veintisiete años.
Aunque estaba jodida, terriblemente, la depresión severa la cual fue diagnosticada a sus trece años estaba nuevamente haciendo estragos, a pesar del tratamiento con medicamentos, a pesar de las miles de idas y venidas con especialistas, a pesar de que había intentado con fiereza aferrarse a esta vida que no sentía suya. Shuhua se estaba rindiendo.
Estaba harta de las crisis ansiosas que llegaban cuando estaba rodeada por muchas personas, se cansó de seguir con el juego de las autolesiones porque en cierto punto eran insignificantes, se hastió del abismo que su propia cabeza creaba en su alma y la dejaba sin lógica.
Shuhua pronto desfallecería terriblemente en una intoxicación si seguía consumiendo fármacos y alcohol para calmar el hueco en su cerebro. Optando siempre por subir a la azotea cuando estaba lo suficientemente ebria.
"Ojalá pudiera ser mejor." Susurraba mientras la fría brisa de la noche se colaba en sus pulmones. "Quiero dejar de sentirlo." Suspiraba mientras calientes lágrimas manchaban sus mejillas. "Si solo fuera tan valiente como papá, ya estaría disfrutando de estar muerta junto a él."
Tenía jodidos veintisiete años ¿Por qué no actuaba como una puta adulta? ¿Por qué dramatizaba todo? Siempre se decía a sí misma que era una inútil, un pedazo de mierda, un estorbo lleno de trastornos mentales.
Lo heredó de su papá, maldito enfermo, ese hombre fue un ejemplo en su vida cuando estaba cuerdo y una horrenda pesadilla cuando la enfermedad lo transtornaba.
Llegó a ser un padre cariñoso y bueno dentro de lo que cabe, aunque cuando su otra personalidad relucía gracias al alcohol mezclado con medicamentos recetados para aceitar sus tuercas mal puestas era un inminente peligro.
Algo que también lo heredó de él, el alcoholismo.
Un viernes 28 de septiembre, cuando Shuhua llegaba a casa después del instituto, lo encontró colgado en el salón principal.
Recuerda perfectamente como el rostro de su padre se encontraba de un tono indescifrable mientras su inerte cuerpo yacía atado a la gruesa soga marrón que colgaba de las vigas de madera que acompañaban el techo del lugar.
Él solía bromear con eso, de que un día cualquiera lo encontrarían muerto.
(...)
Nuevamente Shuhua se encontraba en la azotea de aquel edificio, sumamente borracha, antes de subir ingirió media botella de un jugoso vodka americano que compró en línea. Se sentía lo suficientemente mareada mientras admiraba el firmamento nocturno el cual se alzaba inminente sobre su cabeza.
La azotea proporcionaba una vista de infarto, literalmente, las luces nocturnas de Seúl combinadas con el bullicio citadino y la alegría de las personas que disfrutaban de su vida hacían que Shuhua sintiera asco. Asco de ser una maldita enferma como su padre.
Bajó la vista hasta sus pálidas piernas descubiertas por la corta falda que llevaba, miró detenidamente más allá encontrándose a una figura familiar la cual la miraba desde la calle principal que quedaba al frente de la fachada del edificio, su corazón se aceleró violentamente y se posicionó mejor para brindarle una sonrisa ladeada a Soojin.
Levantó su mano derecha e hizo varios movimientos de un lado a otro despidiéndose, había llegado la hora.
"Papá, ayúdame a llegar al infierno sí es necesario, ya no quiero seguir." Su cabeza latía terriblemente por el agotamiento de tanto pensar en nada. Su cuerpo sentía el cosquilleo. La idea de lanzarse al vacío crecía valientemente, sus piernas estaban fallando por el aire nocturno que se colaba en medio de su corta falda y su camisa de tirantes que apenas y le cubría un poco el pecho.
El tiempo se ralentizó, mientras su corazón bombeaba rápidamente. Levantó ambas manos hacía el cielo y le pidió perdón al Dios que no pudo ayudarle. Se tomó su tiempo respirando profundamente mientras el alcohol le otorgaba más del coraje que necesitaba en ese momento.
Sus sienes comenzaron a palpitar, la boca se le secó, calientes lágrimas bajaban por sus mejillas llegando hasta su cuello, solo bastaba impulsarse un poco para caer al vacío.
"Shuhua." Una agitada pelirroja gritó a unos metros de distancia mientras se acercaba a paso apresurado hasta donde se encontraba la pelinegra. "Shuhua no lo hagas." Habló desesperadamente mientras tomaba rápidas bocanadas de aire.
Los movimientos torpes que hizo desde la primera planta del edificio tomando desesperadamente el ascensor y corriendo con todas sus fuerzas hasta la jodida azotea la dejó exhausta, pero el impulso por llegar antes de que fuera demasiado tarde donde su novia fue más fuerte.
La pálida mujer llevaba dos meses ocultándole sus pensamientos, ignoraba sus mensajes, no contestaba sus llamadas, y solo la veía un par de minutos en la hora del almuerzo cuando tomaba su receso en la oficina. Tiempo en el cual solo se dedicaba a observarla de lejos para no perturbarla.
Por eso había decidido ir en primer lugar hasta el apartamento de la pelinegra ya que la extrañaba como el infierno y su ausencia también la estaba consumiendo, aunque claramente no se imaginaba que la encontraría en ese estado, sentada en el borde de un puto edifico de catorce pisos sonriéndole ladeado y después inclinándose mientras movía sus brazos en una especie de despedida.
Desde que conoció a la pelinegra se sintió atraída y fascinada por su personalidad, Shuhua era una mujer cautivante a simple vista, cargaba con una voz sumamente suave, una mirada desafiante, un semblante malhumorado aunque ese semblante siempre la acompañaba así estuviese sonriendo, físicamente era demasiado atractiva, tanto que Soojin podría pasar largos minutos solo mirándola detenidamente, Shuhua era bastante analítica y perspicaz, era una persona inteligente y extremadamente comprensiva.
Pero ahora que la observaba en un estado estático queriendo lanzarse al vacío desaparecía de sí misma la serenidad que manejaba la pelirroja cuando se trataba de ella.
"Vete Soojin, sí te acercas más, me lanzaré." Murmuró con inminente tristeza la pelinegra.
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ℙ𝕣𝕖𝕤𝕤𝕦𝕣𝕖. - 𝕊𝕠𝕠𝕤𝕙𝕦.
FanfictionEl tiempo se ralentizó, mientras su corazón bombeaba rápidamente. Levantó ambas manos hacía el cielo y le pidió perdón al Dios que no pudo ayudarle. (...) Advertencia: Historia en donde se toca explícitamente el suicidio, las enfermedades mentales y...