Caminó con rapidez apretando la mochila contra su pecho, temiendo que aquel Alfa que lo seguía hace algunas calles le hiciera daño. En ese preciso momento detestaba vivir en una zona tan lejana y poco concurrida de la cuidad.
A unas calles de llegar a su morada, el Alfa en motocicleta se le cruzo por en frente, él retrocedió asustado mirando hacía los lados buscando socorro, estaba dispuesto a gritar y huir hasta que un místico olor se filtro en su nariz. Hierbabuena y mandarinas.Dejó caer su mochila sin importarle los objetos que se pudiesen dañar, meticulosamente se acercó al Alfa, su cuerpo le gritaba que huyera y su omega decía que se quedará allí. Con su Alfa.
Chillo nervioso al ver al hombre se bajo de la motocicleta para tomar la mochila en el piso y revisarla brevemente.
—Lindo Omega, ¿por que huías? Si no quería lastimarte. Solo quería esto—señalo el bolso sostenido por su mano izquierda—
Cuando estaba a punto de irse, el Alfa sintió el olor de las manzanas y la lavanda fresca, su lobo pidiéndole que se quedará con su omega y le pidiera perdón.
—Y..yo. Mmh, ten— extendió la mochila hacia el omega con nervios, el omega no la recibió a causa del miedo—Hueles muy bien—elogió con torpeza. Su lobo gruñia enojado por las acciones del humano. Su deber era cuidar al Omega y el lo estaba atacando, tratando de robarle sus valiosas pertenencias y comportandose como un idiota ante su pareja.
Choi sintió el calor subir por todo su ser y de un momento a otro estaba sollozando para que el Alfa que lo intento atracar lo reclamara como suyo. Y así, terminaron en la cama de un motel, enlazados de por vida y sin saber que les depararía el futuro.
