-Capítulo uno- Mia

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Aún recuerdo cuando en el colegio nos preguntaban ¿Qué queréis ser de mayores?
En aquel entonces no teníamos ni idea de que no somos tan libres como pensábamos.
Podíamos soñar con ser cantantes, astronautas o bomberos porque nadie pretendía explicarnos como funciona el mundo real.

14 de Septiembre:

Hoy me iría de Leeds para siempre para mudarme a Sheffield, en la otra punta del país.

Llevaba viviendo sola un par de semanas, mi padre se había ido de viaje con su nueva empresa y como sabía que eso se haría rutina decidió que irme a vivir con mis tios sería la mejor idea.

Como siempre en esta familia; mi opinión y sentimientos no importan.

Estaba en la parada del autobús, sentada en uno de los fríos bancos metálicos observando a la gente pasar con sus maletas.
Era el último día de verano, y se notaba en el ambiente.

En un par de días sería el cumpleaños de mis estúpidos primos, los gemelos.
Mi padre me solía llevar hace un par de años, supongo que por compromiso, y puedo jurar que era la cosa más aburrida del mundo:
Una panda de idiotas jugando a videojuegos y comiendo como cerdos.

Fui todo el camino mirando el paisaje y repitiendo almenos tres veces mi lista de reproducción.

Llegué a mi destino, y al bajar me dolían las piernas, casi cinco horas de viaje.
Saqué mi maleta del autobús y miré desconcertada a la gente que esperaba a sus familiares sin reconocer a mis primos.

Pasó media hora y ni rastro de ellos, estaba empezando a ponerme bastante nerviosa.
Ya no tenía batería en el móvil, y ni siquiera me sabía la dirección.

Tuve una idea, fui al baño y abrí mi maleta.
Coji un sobre en el que estaba guardada la matrícula para mi nuevo instituto y miré la dirección Aubrey Road, número 5.

Salí de la estación con la maleta y paré un taxi.

-Buenas tardes, ¿a dónde va a ser?
-Aubrey Road- dije sin ninguna expresión.

A pesar de los intentos del taxista de sacar un tema de conversación estaba muy cansada y enfadada.

Tras unos diez o quince minutos llegamos, pagué y me bajé.
Fui recorriendo la calle hasta llegar al número seis.
Aunque no fue dificil encontrar la casa, seguramente, más grande de todo Sheffield.

Cuando iba a tocar la puerta la descubrí abierta.
Entré y rápidamente divisé el salón, los gemelos estaban sacando alcohol de unas bolsas de plástico y poniendolas sobre la mesa, de espaldas a mi.

Hice un pequeño ruido para llamar su atención, ambos se giraron y se miraron mutuamente preocupados.

Sinceramente quedé muy sorprendida al ver el buen trabajo que había echo la pubertad.
Drake llevaba el pelo teñido de rubio, una camisa azul clara y unos vaqueros.
Michael llevaba el pelo un poco más largo y castaño,una camiseta de Los Bulls y una cerveza en la mano.

-Tío, dijiste que irías- susurró Michael.
-¿Qué cojones dices? Dijiste que irías de camino al supermercado.
-Ahora si se chiba estamos jodidos.
-¿Sabéis qué?, sigo aquí- intervine por primera vez.
-Lo siento Mia- dijo Michael acercandose- como disculpa... Estás invitada a nuestra fiesta, trae a quien quieras.
-Ella no conoce a nadie idiota -dijo Drake tras colocar las últimas botellas.
-No gracias, no me gustan los videojuegos.
-He dicho fiesta, no asamblea de frikis.

15 de Septiembre:

Me despiertan los gritos de Michael y Drake, me giro hacia la mesita y miro el despertador: las 9:35AM.
Salgo de la habitación y me los encuentro en el pasillo,ambos semidesnudos.

-¿Podeis gritar más bajo?-dije para hacerme notar.
-¿Qué vamos a hacer?-dijo Drake pasandose la mano por el pelo con preocupación.
-Bueno,el primer día no es tan importante.

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