1: Encuentro inesperado

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Un adolescente corría por el pueblo de Encanto

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Un adolescente corría por el pueblo de Encanto. Era la primera vez que sus padres le dejaban salir luego de haber sido castigado, así que aprovecharía del que ya pasó el castigo y del que es un hermoso día para salir a divertirse un rato.

El lugar, como siempre, estaba lleno de vida y alegría. Podías hasta encontrarte con algunos de los Madrigal ayudando a la gente del pueblo, como Julieta, Luisa, Pepa y a un Antonio intentando ser el más servicial. Como no conocías a todos los que formaban parte de aquella familia, a veces te llevabas una que otra sorpresa.

Ni hablar de esa vez que una joven con un vestido rosa te dio el susto de tu vida por aparecerse por detrás y llenarte la cabeza de girasoles, característico de tu vestimenta.
Poco a poco aquella chica se iba desenvolviendo más y más, que ya era casi normal verla hacer alguna que otra travesura por ahí.

Estabas tan absorto en tus pensamientos, que te olvidaste por completo del mundo real, haciéndote chocar con alguien y caerse los dos.

–¡Dios! Perdón, fue mi culpa. –hablaste mientras de sobabas el hombro. El chico te miró por unos segundos con curiosidad, pero luego cambió esto, formando una sonrisa alegre en su rostro.

–No te preocupes, está bien. –éste se levantó y tal así que también te dio su mano para ayudarte a ti a ponerte de pie–. Es la primera hez que veo a un chico de mi edad por aquí. ¿Cómo te llamas?

–Oh, pues me llamo ____. –tomaste su mano un tanto avergonzado observando hacia otro lado para no toparte con su mirada, te daría más vergüenza sino.

–¡Bonito nombre! El mío es Camilo, Camilo Madrigal. –éste se inclinó un poco para poder besar tu mano suavemente. De reojo podías ver como él te giñaba el ojo con una sonrisa coqueta–. A sus órdenes.

Al escuchar eso, tus mejillas y orejas empezaron a acalorarse demasiado, a tal punto que tuviste que avanicarte con tu otra mano para que esto pasase.

–P-pues, un gusto, Camilo, pero me tengo que ir... ¡A recoger unas frutas que me tenía que dar la señora Eugenia! Sí. N-no sé si la conozcas. –Camilo al escuchar como el contrario tartamudeaba tanto, no pudo evitar reír por esto. Realmente para él, tú eras interesante.

–Entonces vaya, parce. –soltó tu mano y se fue alejando lentamente de ti–. ¡Espero podamos vernos algún otro día!

Ni siquiera dijiste una palabra más, que ya te hechaste a correr hacia otra dirección. Algunas personas te veían raro, puesto a que está vas demasiado rojo. Para ellos eras un tomate andante.

Mientras tanto, el chico de ruana de camaleones se quedó en el mismo lugar por unos momentos observando como tú te ibas del lugar. Soltó una pequeña risa involuntaria, y bajó su mirada hacia el suelo, para encontrarse con una pulsera de soles, cada una de distinto tamaño. Ahí se había dado cuenta que aquello era de tu pertenencia, y estaría dispuesto a devolvertela la próxima vez que se vean, solo como una excusa para tener nuevamente un encuentro.

–¿Camilo? –detrás de él apareció su hermana Dolores, dándole un pequeño susto–. Te vi transformarte en aquel chico con el que estabas hablando hace unos momentos.

–¿Qué?

Observó sus ropajes y piel, y tenía razón. Aquella ruana de girasoles no era suya, y su piel era de un tono diferente. Era algo raro que él se llegue a transformar de la nada, y eso daba un indicio de que algo pasaba en él.

Su hermana lo miró divertida. Solamente esperaba de que no se pusiera como un adolescente hormonal y hablara de él todos los días.

 Solamente esperaba de que no se pusiera como un adolescente hormonal y hablara de él todos los días

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¡Hola, pequeños! Espero les haya gustado.

He escrito varias historias independientes, pero esta es la segunda vez que intento hacer un fanfic. Espero esto salga mejor y que le den mucho apoyo. <3

Sonrisa flameante | Camilo Madrigal x Male!ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora