Tú lo observaste algo sorprendido. Es la primera vez que alguien dice eso de tu cuarto, o bueno, también la primera vez que alguien entraba. Eso te avergonzó tanto que tuviste que mirar hacia otro lado para que no notara tu nerviosismo. Éste en cambio rió.
–Puedo ver tus orejas rojas, ¿lo sabes?
–Callate.
Los dos fueron directo a tu cama y se sentaron, Camilo no dejó pasar la oportunidad para recalcar que era demasiado suave un par de veces cuando se quedaban sin temas por hablar. De vez en cuando rodabas los ojos por los tonterías que él hacía, como venganza te revolvía el cabello o te sacaba la lengua de forma infantil.
El tiempo que pasaban juntos era divertido, pero lamentablemente pasaba muy rápido. Las nubes comenzaron a dispersarse rápidamente dejando que el sol haga su trabajo, y eso dejaba pensar que la Madrigal había calmado sus lamentos. Eso hizo que Camilo se alegrara del saber de que su madre se encobtraba mejor.
–Ya te irás, ¿no es así? –preguntaste.
–¿Ya me estás corriendo? No puede ser, y pensar que ya éramos amigos. –dramatizó cerrando sus ojos mostrándose angustiado y triste logrando que tú lo miraras con una expresión divertida–. Iba a irme más tarde, pero viendo como te pones, quizáaaaa...
–¡No! Puedes quedarte el tiempo que gustes. –interrumpiste riendo levemente.
–¿Sabes? Ahora que lo pienso sería buena idea presentarte mi cuarto. –Exclamó con un brillo en sus ojos–. ¿Quieres ir? ¿Quieres?
–¿Eh? ¿Por qué así tan de repente? Digo, no tengo problema, pero...
Fuiste interrumpido por tu amigo que agarró tu mano y te levantó de tu cama en la cual estabas sentado. Trataste de procesar aquello, pero ni tuviste el tiempo suficiente que éste te guió por tu casa hasta llegar a la entrada como si lo conociera de toda la vida.
–¡Espera! ¡Tu ruana, tonto!
–Tengo otra más en mi habitación, y te la dejaré para que tengas una excusa de verme. –te miró unos instantes para guiñarte el ojo y luego seguir con lo suyo. Te soblesaltaste por aquello.
Abrió la puerta y te guió por las calles que ya se encontraban llenas de vida por las personas que pasaban con una sonrisa en sus rostros pasando o haciendo sus labores. Trataste de seguirle el paso a el chico, mientras que observabas tus alrededores.
En cuanto llegaron a casita los recibió una chica de vestido azulado con varias manchas de distintos colores. Tragaste saliva al reconocer quién era y recordar como las veces que se vieron ella siempre te asustaba. Con algo de miedo la saludaste cuando pasaste por su lado y la Madrigal te lo devolvió con gusto y alegría.
Suspiraste de alivio y seguiste mirando al frente, aunque algo te empezaba a incomodar, y es que había algo en tu cabeza que hace momentos no estaba.
–¡Camilo! ¡La tía Pepa te está buscando! –gritó desde arriba Mirabel. Una chica que conocías debido a que varias veces ella pasaba con su abuela o con algunos niños por tu casa y escuchabas ser mencionada por ese nombre.
–¡Ahí voy!
–Cami, puedo quedarme aquí si quieres. –dijiste.
–¿Y perderte la oportunidad de conocer a mi madre? No, no. –negó con la cabeza–. Ella es un amor, te va a encantar.
Asentiste no muy convencido y le seguiste el paso mientras él te guiaba hacia arriba. En el pequeño recorrido casita estuvo jugando contigo y haciéndote pequeñas bromas para divertirse. Aunque tú también lo hacías, todavía te asustaba que una casa se moviera por sí sola.
Al pasar por las puertas luminosas te dio cierta curiosidad y ganas de entrar en cada una solo para ver qué se encontraba adentro de éstas, hasta que llegaron a una puerta que llevaba en sí el nombre de la mujer con el don de cambiar el clima conforme su estado de ánimo. Al abrirla te sorprendiste un poco al ver lo grande que era, seguramente más grande que casita misma.
Al entrar solo faltaba unos cuantos tablones de madera para terminar el suelo y empezar con unas grandes nubes que tomaban gran parte del lugar haciendo el puesto del piso, las paredes y techo como suyo. Eran densas y pareciera que podrías caminar sobre ellas sin ningún problema, más aún así te daba miedo. Desde arriba del todo se podía ver como una nube bajaba con lentitud mientras que veías como un poco de escarcha caían con suavidad.
«Magia, supongo» pensaste.
Al ya haber bajado por completo, se pudo distinguir a varios pertenecientes de la familia Madrigal sentados en una cama ancha. Entre ellos estaba Félix abrazando a su amada mientras le acariciaba el pelo susurrándole cosas que suponías que eran dulces, una escena algo linda y tierna
–¡Camilito, mi niño! – arriba suyo se volvió a formar una nube gris advirtiendo que caería agua en cualquier momento.
Camilo suspiró ya calmado y se acercó a sus padres aún sosteniendo tu mano. Casi chillas al pasar caminando por ahí, pero no querías arruinar un momento entre familia.
–¿Ya se reconciliaron? –preguntó. Aunque la respuesta era obvia recibió un asentimiento por parte de su padre.
En cuanto tocó las manos de su madre, ella lo abrazó con fuerza lamentando el haber peleado con su esposo y haberlo hecho sentir mal a él y a sus hermanos. El joven rió y trató de explicarle a su madre que todo estaba bien y que no había que disculparse. Aunque costó un poco separar a Pepa de su hijo, se pudo lograr luego de un rato, momento en el cual estuviste analizando el lugar y a las personas que habían dentro.
La abuela era la que de vez en cuando te miraba a ti con una mirada preocupado y ansiosa, aunque sabía esconderlo muy bien. En cambio, Bruno estaba casi mordiéndose las uñas al verte junto con el chico camaleón.
–Y bien... ¿Quién es tu nuevo amigo, Camilo?
Siento el haber tardado tanto en publicar esto, pero tengo una excusa.He estado algo bajoneado últimamente y me ha sido difícil concentrarme en varias cosas, una de esas es escribir.
Más aún así logré terminar este capítulo. No sé como.
Magia, supongo.
Bueno, me despido y espero tengan un bonito día, bonita tarde o bonita noche. <3
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Sonrisa flameante | Camilo Madrigal x Male!Reader
FanfictionPequeños escenarios de estos dos personajes en los que se encuentran con situaciones incómodas y a la vez cariñosas. -Todo esto ocurrirá luego de la película, por lo tanto no se lleguen a sorprender si en algún momento aparece Bruno de la nada. -Cap...