No hay razón, solo miedo.

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Capítulo Cuatro.

     Seis meses después, Jungkook enfrentó a sus padres, aunque el resultado no fue para nada lo que esperaba. Hubo una gran pelea en la que sus padres enfurecieron con él por desobedecer y acercarse a alguien, pero después de días de insistir a sus padres una explicación, los dos terminaron confesando que, no había ninguna patología que le hiciera morir por tocar a otras personas. Toda su vida, había sido engañado y todo por algo que Jungkook pensó era la cosa más absurda del mundo.

Miedo.

Sus padres tenían miedo de perderlo y por eso habían inventado semejante mentira. Jungkook quería entenderles, de verdad quería hacerlo, pero era simplemente una razón demasiado irracional. No permitirle conocer el mundo por su miedo, era algo completamente egoísta.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

Jimin preguntó, poniéndose su abrigo y mirando a Jungkook con algo de miedo en sus ojos.

—Sí, estoy seguro.

Jimin asintió algo dudoso, pero no era quién para ir en contra de Jungkook, mucho menos después de enterarse de lo que sus padres habían hecho. El rubio suspiró y le miró colocarse el abrigo, ya era invierno y hacía frío afuera, aun así, Jungkook había insistido en salir casi por primera vez al mundo ese día. Resultaba increíble, pero Jungkook no había puesto un pie fuera de su casa desde que tenía tres años y los recuerdos de sus salidas eran demasiado borrosos. Lo que conocía del mundo lo hacía por las tiras de manga, lo que veía en la televisión o a través de sus ventanas.

Jungkook estaba nervioso, así que tomó la mano de Jimin en busca de consuelo. Jimin, no solía ser muy afectivo físicamente hablando, pero esa vez, dejó que el chico le tomara de la mano sin decir comentario alguno. No era que a Jimin no le gustara el contacto con Jungkook, por el contrario, le gustaba bastante, simplemente que no sabía cómo reaccionar a él sin sentirse avergonzado por la locura con la que su corazón agitaba en su pecho cada vez que le tocaba.

Con las manos entrelazadas, ambos caminaron hasta la estación de metro. Jungkook parecía algo agobiado con el bullicio a su alrededor, pero sus ojos brillaban cada vez que miraba algo que no había visto en la televisión. Jimin sonreía cada vez que volteaba a mirarle como si estuviera orgulloso de él y de su valentía, pues, Jimin creía que, si él hubiera estado en su lugar y no hubiera salido al exterior catorce años de su vida, probablemente estuviera aterrado de hacerlo.

Sin embargo, ahí estaba Jungkook, moviéndose entre la multitud como si fuera cosa de todos los días para él. Podía moverse de un lado a otro sin problema alguno, en ese sentido, a Jungkook le estaba yendo bastante bien... Sin embargo, Jimin no podía decir que le estaba yendo igual de bien con las personas, pues Jungkook se convertía en un manojo de nervios cada vez que alguien se acercaba, aterrorizado de que alguien le dirigiera la palabra y tuviera que verse obligado a interactuar. Al notarlo, Jimin le calmó, diciéndole que, si alguien necesitaba hablar con ellos, él se haría cargo. No necesitaba apresurarse y esforzase por acostumbrarse a todo de golpe, luego trabajaría en ello.

Tomaron el metro y Jimin no dejaba de reír cada vez que Jungkook se asustaba al oír repentinamente la voz salir de los altavoces para anunciar una nueva parada. Las personas volteaban a mirarlos constantemente por el ruido de sus risas, extrañados de que se estuvieran divirtiendo por algo tan tonto como eso. Pero así, así era la relación que existía entre Jimin y Jungkook. Era genuina alegría por la compañía del otro.

Al bajar del metro, fueron al centro comercial, Jimin invitó a Jungkook a McDonald's y luego vieron una película en el cine. Jimin, se sentía lo suficientemente valiente ese día, por lo cual, al terminar la película, espero que todos salieran de la sala antes de hacerlo ellos. Cuando fue su turno de marcharse y no vio a nadie más tras ellos, Jimin jaló la mano de Jungkook, quien se encontraba pasos delante de él. Jungkook giró curioso, preguntándose si Jimin había olvidado algo, pero lo entendió todo cuando el más bajo se acercó a él y se alzó sobre la punta de sus pies para alcanzarlo. El corazón de Jungkook comenzó a latir con fuerza y sintió una ráfaga de mariposas hacer alboroto en su estómago cuando sintió los labios de Jimin entrar en contacto con los suyos. Jungkook se aferró a él correspondiendo el beso, ambos eran inexpertos, pero suponían que la conexión entre ambos hacía que todo fuera fácil y fluido. No fue hasta que la pantalla del cine se apagó dejándoles en una completa obscuridad, que los dos fueron conscientes de que debían separarse.

Durante toda la noche, ninguno de los dos se atrevió a soltar la mano del otro. Era tonto, ambos sabían que no morirían por su inexistente patología, pero, aun así, el miedo agitaba un poco en sus pechos.

Esa noche se despidieron a las diez treinta y después de intercambiar mensajes de texto por hora y media, Jimin logró salir de casa pasada la medianoche y sin que sus padres o los de Jungkook supieran, se coló en la habitación de Jungkook con ayuda del pelinegro, reencontrándose una vez más. No hicieron mucho más que besarse y abrazarse durante toda la noche, pero sirvió para que la tenue paranoia que habían implantado en la cabeza del pelinegro por años, desapareciera por completo esa noche.

La mañana siguiente Jungkook despertó con Jimin abrazándolo, mientras sentía la respiración del rubio chocar contra su cuello haciéndole sentir una calidez en todo el cuerpo.

Sano y salvo, no estaba enfermo de absolutamente nada. Lo único que hacía latir su corazón de manera irregular, nerviosa y emocionada, era la presencia tan cercana de Jimin, el chico del que estaba completamente enamorado.


UNTOUCHABLE 本 KOOKMIN MINI FICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora