III

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Mi vida nunca ha sido perfecta pero tampoco era lo peor. Aunque habían muchas cosas que me hubieran gustado cambiar no es algo posible.
No cambiaría los errores que he cometido por que gracias a ellos me hice más fuerte y conseguí darme cuenta de lo que valía la pena y lo que la daba.
Todo a mi alrededor parecía ir igual, todos en el instituto pasaban por delante de mi sin darse cuenta de que estaba muy mal por dentro. Todo se desmoronaba por que mi vida no iba a ser la misma que antes.
Yo tenía una razón más que justificable para odiar a Connor y para querer matarle cada vez que le veía pasar y cada vez que sonreía quería pegarle un puñetazo y mandarle al dentista; pero ese motívo no lo conocía nadie ya que nunca fui capaz de contárselo ni a mi mejor amiga y si por mi era nadie iba a enterarse nunca.
La primera clase había empezado y Álvaro iba conmigo. Él notaba que algo iba mal pero en un principio decidió no preguntar ya que no me gustaba que me preguntaran cuando estaba mal y se lo agradecí interior mente.
Durante toda la clase no presté atención en ningún momento, estuve callada y con la cabeza agachada pensando en la mala suerte que tenía. No me dí cuenta de que había acabado la clase hasta que Álvaro me lo dijo.
- Se que no te gusta que te pregunte pero tu nunca sueles estar tan mal, y si estás así es por que algo malo a ocurrido, ¿Qué ha pasado Lena?- me preguntó Álvaro  agarrándome del brazo y haciéndome mirarle.
- No pasa nada, Al - le dije para convencerle o, quizás, para convencerme a mi - no pasa nada.
-Si, si que pasa, nunca te he visto tan mal. Pareces un puñetero zombie y eso tiene que haber sido provocado por algo - me dijo mi amigo.
- Vale, vale - le dije preparada para contarle la parte de la historia que era capaz de contar, pero no estaba preparada para contarle todo - Mi madre nos ha dicho que nos vamos a ir a vivir a la casa de su novio, y su novio es el padre de Connor.
- ¿Qué malo hay en eso? - me preguntó extrañado - se que no te cae bien pero no creo que te pusieras así por eso, tiene que haber algo más, ¿Qué es?
- No quiero seguir hablando, lo siento - le dije mientras me alejaba.
Mientras me alejaba de él escuché como me llamaba para que volviera pero no estaba preparada para contarle a nadie lo que me pasó así que ignoré los gritos llamándome de mi amigo y me marche a mi taquilla para recoger los libros de historia ya que era mi siguiente clase que me tocaba.
Cuando llegué a clase el profesor me miró extrañado por mi tardanza ya que no era normal que llegara a clase tarde. Ignoré su mirada y me senté en el sitio libre que había al fondo de la clase.
Las clases se me hicieron de lo más largas pero al final llegó la hora del almuerzo y decidí no bajar el patio e irme al baño para no tener que aguantar las miradas interrogantes y las preguntas de mis amigos.
No era muy abierta, no me gustaba contarle a nadie mis problemas. Me los guardaba para mi sin necesidad de ir contando lo que me pasaba a la gente por que acabarían mirándome con pena y eso sí que no lo aguantaba. Lo que más odiaba es que la gente sintiera pena por mi, preferiría mil veces que me odiasen a que sintiesen pena.
Me metí en el último cubículo y me senté en el suelo. Poco después la puerta del baño se abrió bruscamente y alguien entró gritando. Supe quien era al instante.
- ¡Lena! - gritó Tania enfadada - ¿Estás aquí? - preguntó mientras abría las puertas de todos los cubículos buscándome.
No la contesté pero al poco la puerta de mi cubículo se movió pero no se abrió y supe que me había encontrado. Noté como se apoyaba la frente en la puerta y suspiraba de alivio por que me había encontrado.
- Lena, por favor , abre la puerta y cuéntame que es lo que te pasa - me dijo en un susurro - No te guardes todo para ti, desahógate conmigo, cuéntame lo que te pasa.
Abrí la puerta y la ví allí, apoyada en la puerta mirándome. Se separó de la pared y me abrazó lo más fuerte que pudo. Pero hoy en cambio no lloré, no me cayó ninguna lágrima. Cuando me separé de ella me miro pidiendo una explicación que sabía que no estaba preparada para darla, no por que no confiara en ella si no por que tenía vergüenza de decirlo, cometí el mayor error de mi vida y eso siempre se me iba a quedar grabado.
- No estoy preparada para contarte esto Tania - la dije mirándola a los ojos - Cuando lo esté, seras la primera en saberlo, pero todavía no.
- Vale cariño, cuando puedas me lo cuentas pero sabes que eres mi mejor amiga y que puedes contarme lo que sea, voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que sonrías - dicho esto me abrazó.
Tania se quedó todo lo que quedaba de almuerzo e intentó animarme haciendo tonterías, contándome rumores que había oído, metiéndose con Ursula por lo bruja que era, me contó que hace dos semanas conoció a un chico con el que a quedado mucho y que era un encanto de persona,... hizo todo lo que estuvo en su mano para hacerme sonreír como me había prometido. Y por estas simples cosas que para mí eran lo más grande, era mi mejor amiga.
Las siguientes tres clases se me pasaron aburridas pero un poco más rápido que las anteriores y pensé que era por que ahora estaba de mejor humor. Presté más atención en clase y conseguí enterarme de la mitad de las cosas.
Cuando salí de clase para irme a casa me encontré a Rodrigo esperándome en la puerta y aunque eso me extraño, consiguió que hiciera sonreír.
- Me preguntaba si querías venir a comer conmigo - me dijo mientras me acompañaba hacia afuera del edificio principal.
- No se Rodrigo... - le dije mirando al suelo.
- Por favor - me rogó - Por algún lado tendré que empezar para que me puedas perdonar.
Le miré y sonreí. Decía enserio lo de demostrarme que me quería.
- Vale , espera que aviso a mi madre - le dije mientras señalaba el coche donde se encontraba mi madre y mi hermano.
Le dejé un momento y me acerqué al coche. Me asomé por la ventanilla.
- Mama, me voy a comer con Rodrigo - la dije y ella frunció el ceño - Quiere que le perdone - la expliqué al ver su cara de confusión.
- Vale cariño, ten cuidado. - dijo mi madre, pero antes de marcharse metió la mano en su bolso y salgo un boli y un papel y apuntó algo - Esta es la dirección de Leonardo, hoy vamos a llevar las cosas y es posible que estemos allí así que ve para allí. Te quiero.
Después de eso se fue y se me encogió el estomago al saber que era posible que esta noche cenara y durmiera en la misma casa que Connor. Pero me obligué a olvidarle y poner un poco de mi parte por Rodrigo, se estaba intentando esforzar.
Cuando volví donde él estaba me dió su casco de la moto y se subió el primero y yo detrás pegada a él. Le rodee con los brazos h noté que sonreía y no pude evitar sonreír.
Tardamos quince minutos en llegar a un bar donde hacía la mejor paella que había probado. Pedimos dos platos. Me empezó a contar cosas de lo que había estado haciendo. Me contó que me había echado mucho de menos, que cuando le dije que lo dejábamos se dió cuenta de lo que había perdido y que quería volver a intentarlo, que él iba a hacer todo lo que estuviese en su mano para que lo intentáramos otra vez y que si la daba una oportunidad nunca iba a dejarme marcharme.
Por un rato fue como si todo siguiera igual que antes cuando seguíamos juntos, como si nunca me hubiera engañado, como si todo fuera perfecto y no pude evitar que una oleada de felicidad me recorriera de arriba a abajo.
Le quería por muchas cosas que me hubiera echo, era capaz de perdonarle cualquier cosa y eso por una parte me dio miedo. Pero no le di la oportunidad, todavía. Quería que me demostrara que todo lo que decía era verdad y no era una mentira más como muchas cosas que me había dicho. Necesitaba volver a confiar en él y aunque fuera difícil por que ya me había fallado le iba a dar la oportunidad de hacerme confiar en él.
Después de comer nos fuimos a dar una vuelta hasta llegar al lado y estuvimos haciendo el tonto y riéndonos, estuvimos recordando viejos tiempos.
Fue una de las mejores tardes que había pasado en mi vida, me reí como nunca me había reído, consiguió que poco a poco fuera comodo estar con él después de todo.
A las nueve de la noche lo bonito se acabó pero duró hasta mi casa donde él me acompañó.
- Bueno, me lo he pasado muy bien hoy, gracias por esta tarde - le dije mientras salía del coche.
Vi como el también salía y por un momento tuve miedo de que intentara besarme por que no estaba preparada para eso. Camino a mi lado hacia la puerta de mi casa.
- Yo también me lo he pasado muy bien - me dijo mirándome con un brillo de esperanza en los ojos y eso me hizo sonreír.
- Adiós Rodrigo - le dije.
- Adiós Lena, mañana te veo - me contestó, se inclinó y me beso en la mejilla.
Después se marchó.
Cuando entré en casa todas las luces estaban apagadas y me pareció algo extraño ya que siempre solían estar en casa mi madre y mi hermano. Subí a mi habitación y vi que no había nada. Estaba vacía.
Miré en el armario, no había ropa. Mis cosas, nada, no había nada.
Al principio me preocupé pero luego recordé que mi madre me había avisado de que estarían en casa de los O'Donnel y que hoy se iban a llevar todo hacia allí.
Miré la dirección en el papel que me había dado mi madre y me puse en marcha en dirección al infierno.
La calle estaba oscura y me daba mal royo. Aceleré el paso hasta una calle donde las casa eran mucho más grandes que la que teníamos y todo estaba muy tranquilo.
Seguí andando durante quince minutos y al final llegué a la dirección que mi madre me había indicado. Era una casa enorme con fachada blanca, había un camino que llevaba a la entrada y a los lados había jardín. Era precioso y muy grande. Por un momento me olvidé de quien iba a vivir conmigo y me dejé llevar por la preciosa casa que tenía delante de mi. Pero me levantó de mi sueño un coche que entraba en el garaje de la casa en la que íbamos a vivir. De ese coche salió Connor y me miró extrañado.
- ¿Qué haces aquí? - me pregunto en tono brusco.
Pasé de él y seguí caminando hacia la entrada pero antes de llegar me agarro bruscamente del brazo y me giro para quedar cara a cara.
- Te he preguntado algo - me dijo cabreado.
- Y yo no voy a contestarte - le dije tranquilamente soltándome de su agarre y llamando al timbre.
- ¿Pero que te crees que haces? - me espetó casi gritándome.
- Estoy llamando al timbre, ¿O es que eres tan gilipollas como para no saber lo que es esa acción? - le pregunté con sarcasmo.
- Vete.
- Ojala pudiera.
Fue lo último que dije antes de que Leonardo abriese la puerta y nos hiciese pasar a los dos.
La casa por dentro era más preciosa que por fuera, tenía un toque moderno pero acogedor a la vez que quedaba muy bien.
Leonardo me guió hasta el salón donde estaban mi madre y mi hermano sentados en un sillón blanco en forma de L.
- Sentaos por favor - nos pidió Leonardo. Connor se sentó pero yo me quedé en pié.
- Bueno explícaselo tu Leonardo - le dijo mi madre al susodicho.
Este nos explicó lo que yo ya sabía. Y aunque para mi no fuera una sorpresa para Connor si que lo fue por las caras que ponía.
Cuando acabó de contarnos, o de contarle a Connor, todo. Me enseñó mi habitación que estaba en el segundo piso justo al lado de la de Connor y la de mi hermano esta enfrente de la de los dos.
Mi habitación estaba pintada de azúl. Tenía un armario blanco muy grande empotrado a la pared, un escritorio también blanco cerca de la puerta del balcón y una cama de matrimonio.
Bajé a cenar. Mientras la cena Leonardo me preguntó muchas cosas de mi vida, como por ejemplo que era lo que quería estudiar y le contesté que fotografía.
- Connor mañana lleva a Lena a el instituto, por favor - le dijo su padre a Connor, pero antes de que el contestara me metí yo.
- No hace falta puedo ir andando - le intenté convencer.
- No, te llevo yo y punto - finalizó Connor.
No entendía a este chaval, primero me trataba como a una mierda y ahora tenía que hacer lo que el quisiera, ya veríamos al final si mañana me llevaba por que no iba a montarme en el mismo coche que él.
Cuando terminamos de cenar me subí a mi habitación y me eche en la cama. A los pocos minutos acabé dormida.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2015 ⏰

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El infierno no siempre es tan malo como pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora