Reencuentro.

207 22 3
                                    

Eran las seis de la mañana en la hermosa capital de Ottawa, el amanecer era brillante y cálido, haciendo que Canadá despertara con tranquilidad y entusiasmo.

Había despertado dos horas antes de la junta de las naciones unidas, pues era el anfitrión de esta y debía asegurarse de que todo saliera perfecto antes de que sus invitados llegarán.

Así que tomo una refrescante ducha, se puso su traje acomodado a la perfección, zapatos pulidos y un pequeño broche con la forma de su bandera.

Acomodo su cabello rojizo con una franja blanca que se mantenía al frente. Bajo hasta la cocina y se preparó algo ligero para desayunar, un té verde y un poco de fruta picada.

Se sentó en el comedor que conectaba con la sala encendió la tele y se dispuso a degustar su desayuno, mientras leía los mensajes que la ONU le había enviado, explicándole los últimos detalles de la reunión.

Al igual que la lista de países que asistirían, ya que era su deber acomodarlos de cierta forma en la que los countries no sé pelearán, más cierto nombre lo puso nervioso.

Lo miro por unos momentos para después retomar su postura y termino su desayuno, dejo los platos en el lavavajillas y salió de su hogar a paso tranquilo, tomo el elevador para ir al lobby del edificio residencial en el que vivía ya que lo estaban esperando sus escoltas en su camioneta.

Mientras les indicaba a sus ayudantes dónde se sentaría cada country, lo cual no duró mucho pues cuando llegó al lobby ya lo había terminado, guardo su celular y salió del edificio.

El camino hacia el lugar donde se llevaría acabo la junta fue relativamente corto, y no tuvo que hacer mucho pues ya estaba todo terminado para recibir a sus invitados, para poder dar inicio a la junta.

El primero en llegar claro fue la ONU quien se puso feliz al ver que todo estaba listo, felicitando a Canadá por estupendo trabajo, sacándole una sonrisa a la representación.

- Felicidades por magnífico trabajo -hablo la organización poniendo nervioso al otro.

- Fue muy sencillo, de verdad no es nada -le dijo caminando a la par que la organización.

- O más bien haces que las cosas sean más sencillas -dijo por último para retirarse a hacer su debido trabajo-, espero que ya esté lista la gala de esta noche, recuerda que darán una noticia importante.

- Descuide señor, los preparativos de la gala están cubiertos por el staff que se contrato -comento haciendo que la organización se relajara más.

- Perfecto, solo te tocaría el discurso de apertura, te sugiero que vayas a practicar y dejes a tu personal recibir a los countries.

La ONU dejo solo a Canadá quien ya pudo respirar más tranquilo y se fue con calma a la entrada del edificio, no necesitaba ensayar pues ya lo había hecho incluso se sabía su discurso de memoria, además de que quería ver a alguien.

Los europeos fueron los primeros en llegar saludando cordialmente al canadiense y este de igual forma, Francia fue la más feliz al ver a su pequeño hijo.

- Mi niño, hace meses que no te veo -deposito dos besos en cada mejilla de Canadá-, ¿Cómo has estado?.

- Muy bien mamá, tratando de cumplir con las expectativas de ONU.

- No te esfuerces de más, tómalo con calma, recuerda que para nosotros la vida es larga y si te equivocas siempre tendrás la oportunidad de intentarlo de nuevo -tomo de las mejillas al canadiense apretándolas con suavidad.

- Sabes que ONU no lo ve así, es mejor tenerlo contento siempre.

Su conversación tan amena fue interrumpida por el bullicio de ciertos países latinos que se gritaban entre si, provocando que Canadá se tensara llamando la atención claro de la francesa.

Quien se giró buscando a un latino en especial, pero no lo encontró lo que la alivio y mucho más al canadiense.

- ¿No lo has superado verdad? -tomo la mano de su hijo quien bajo la mirada.

- Estoy en proceso.

Francia abrazo a su hijo brindándole consuelo sabía lo difícil para este el superar su antiguo matrimonio con México, las razones principales de su separación las costumbres y distancia, realmente cada uno estaba en su mundo y no pensaba en el otro.

El que tuvo la iniciativa de decir que no quería continuar fue México, pues desde hace años que decidió no volver a quedarse callado cuando una "potencia" le decía algo, y la idea de que Canadá se había casado con él por sus recursos se le metió en la cabeza, lo cual era una idea errónea, pero no hubo mucho que hacer la decisión ya había sido tomada.

Después de que aquellos pensamientos llegaron a Canadá fue junto con Francia a la sala de juntas pues la reunión estaba por comenzar, la mayor parte de los invitados ya habían llegado y eso indicaba que podían comenzar más temprano.

El lugar de Canadá era la mesa de Norteamérica junto con Centroamérica, dónde se sentaría en medio de Groenlandia y su hermano América, más la voz de cierto país latino llegando a ultimo momento lo hizo sonreír más vaya sorpresa fue la de ver entrar a su exesposo con cierto país de habla alemana lo que provoco un cambio de expresión repentino por uno de molestia.

Le dio cierta pisca de celos y eso lo hacía sentir tonto, no debía de ponerse así pues no era nada de México y no podía ponerle restricciones, se limito a solo observar haciendo que su comportamiento fuera objetivo de burla por parte de su hermano.

- Supéralo, ya está comiendo en otra mesa.

- Mejor no digas nada Ame, suficiente tengo con soportar tal escena -se sentó enojado aguantando sus ganas de gritar- ¿Por qué tiene que ser tan amable?

- Si eso es lo que te enoja -le dio un pequeño sorbo a su botella de agua-, mejor vete acostumbrando, tu mejor que nadie sabe sobre la amabilidad de los latinos.

- Ni me lo recuerdes.

Guardaron silencio cuando México llegó a la mesa sentándose junto a Belice y América, fue acomodando sus papeles para tener todo listo, cuando el americano comenzó a molestarlo.

- ¿Que me cuentas brinca muros? -lo abrazo por encima de los hombros acercándose.

- Valió madres, pensé que tendría una junta tranquila pero parece que me equivoqué -aparto al americano con una mano y se pegó más a Belice.

- Oh vamos, admítelo me amas -recargo su rostro en su mano que se posaba en la mesa con el codo-, y por eso me dirás qué hacías con él.

Señaló la mesa europea dónde se sentaba el de habla alemana quien hablaba con Polonia y después reían.

- Lo que yo haga con él no es de tu incumbencia, mejor ahórrate tu discursito para después.

Antes de que el americano pudiera responder una tonada sonó en el salón anunciando el comienzo de la junta, entro la organización dando los buenos días e inmediatamente darle la palabra a Canadá quien se levanto de su lugar, acomodo ligeramente su traje, aclaro su garganta y comenzó a hablar bajo la atenta mirada de todo el mundo, pero realmente no le daba miedo pues la única mirada que sentía sobre él era la de México.

Esos bellos ojos verde azulado, grandes, brillantes y profundo, eran como ver un cenote atreves de ellos, combinando a la perfección con los colores de su bandera en su pequeño y fino rostro, aún podía sentir la suavidad y el calor de su piel, sus manos siendo tocadas por las de él, mientras sus miradas conectaban eran momentos mágicos que ansiaba con todo su corazón volver a experimentar.

Lo haría, pues después de un año de superación y de experimentación se dio cuenta que quiere estar con México y sabia donde podía tener la oportunidad de recuperarlo y eso era en la gala de ese misma noche, donde no solo escucharan la noticia de ONU sino que también la de él, por fin proclamaría que esta dispuesto a reconquistar a su México, ¿que tan difícil podría ser?

Amor de Toronto a Oaxaca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora