Al día siguiente después de la entrevista con el pelinegro, Seishu se levantó temprano, se puso algo sencillo pero tampoco que se viera desarreglado, quería darles una buena impresión a los niños. Bajo a desayunar con su hermana que estaba apunto de irse a su trabajo y le platicó como le fue en su entrevista, no le dijo el verdadero trabajo ya que era confidencial pero eran detalles. Después de que se fue su hermana, se asomó por la ventana y vio que un coche lujoso se estacionaba fuera de la casa. Seishu salió mientras saludaba al chofer del carro. Este le pregunto si era Inui y el rubio solo asintió.
Tardaron más de 30 minutos para llegar a la casa... no, mansión de los Sano. Seishu no pudo evitar abrir la boca al ver semejante casa, en sus 24 años jamás había visto una casa tan grande y bonita, casi llega a sentir envidia. El chofer lo dejo frente a la puerta de la mansión y el ojiverde le agradeció mientras se bajaba. Se acercó a la puerta para tocar y de esta salió una mujer de unos 40 años la cual le sonrió.
— Tu debes ser él señorito Inui, pase, él señor Sano lo esta esperando.
— Gracias — entró y siguió a la simpática mujer hasta donde estaba el pelinegro, este se encontraba sentado frente al gran comedor tomando una taza de café. — Buenos días, señor.
— Buenos días Inui, mis hijos están en sus habitaciones, ve a despertarlos. Yukiji, enséñale las habitaciones de los niños — la pelinegra asintió y le hizo una seña a Seishu para que la siguiera, él rubio le hizo una reverencia a Shinichiro y comenzó a seguirla.
Los pasillos eran enormes, pensaba Seishu mientras veía los alrededores de la mansión y casi choca con Yukiji, por suerte se dio cuenta antes. Ambos quedaron en medio de dos habitaciones. — Estos son los cuarto de los niños, el de la derecha es del más grande y la de a lado es la del pequeño. Lo dejo señorito Inui, suerte — la peligra se inclinó ligeramente ante él y se alejo por el pasillo.
Seishu respiró hondo y tocó la puerta del hermano mayor, deseaba que fueran unos niños tranquilos. Espero unos cuantos segundos cuando un niño peliblanco y de ojos lilas le abrió la puerta, Inui casi muere de ternura por tan lindo niño.
— Hola... — susurró el pequeño mientras veía abajo con nervios
— Hola, me llamó Seishu — el rubio le sonrió con ternura — ¿Cuál es tu nombre, lindo?
El de ojos lilas se sonrojo por el apodo pero aún así contestó — Izana, ¿eres novio de papá?
— No, vine porque quiero ser tu amigo y de tu hermano. ¿te gustaría? — Izana asintió con su cabecita. — ¿Qué tal si vamos con tu hermano?
— No creo que este despierto, él duerme mucho — exclamó el pequeño con un pequeño puchero, Seishu estaba encantado con el niño, ¡es tan lindo que podría abrazarlo hasta el cansancio!
— Entonces vayamos a despertarlo, después podemos ir a jugar los tres juntos.
A Izana le brillaron los ojitos mientras gritaba — ¡Si vamos a jugar!
Abrieron la puerta y se encontraron a un pequeño de tres años dormido, mientras abrazaba una mantita, a diferencia de Izana, el niño era rubio pero no había duda que ambos eran hermanos. ¡Eran idénticos a Shinichiro! Seishu no pudo evitar sentir un poco de envidia por la mamá de esos angelitos.
El rubio se acercó a la cama del menor, se sentó en la orilla mientras le acariciaba las mejillas al rubio para despertarlo. — Hey, cariño. Despierta, es hora de desayunar.
— No mamá, es templano — Seishu casi se derrite de ternura a escuchar como le dijo pero supuso que todavía el pequeño estaba más en el mundo de los sueños que en la realidad. Mientras seguía acariciando las mejillas y ahora también su cabello del niño. Izana se acercó a la cama de su hermano, le jaló la mantita que tenía abrazada y exclamo:
— Si no te despiertas tiraré tu fea manta a la basura — Seishu abrió los ojos impactado por lo que dijo el de cabello blanco pero no duró mucho su impacto cuando volteó asustado al escuchar como él más pequeño gritaba.
— Atrévete a tidarla y te patearé
— No peleen, pequeños. Izana, regrésale su manta a tu hermano por favor — Izana sonrió avergonzado mientras le daba su mantita a Manjiro, al de ojos lilas realmente le agradó el rubio claro así que no quería que tuviera una mala impresión de él.
Manjiro volteo a ver al chico que estaba sentado en su cama con duda — ¿Quién eles?
— ¡Ah, es verdad! soy Seishu. Vine hoy a pasar un rato con ustedes solo si quieren, claro.
— ¡Shi, eres lindo! vayamos a desayunar. ¿te gustan los taidayakis?
— ¿Los taiyakis?
— ¡Esos! — exclamó el rubio mientras alzaba sus bracitos para que el de ojos verdes lo cargara. — Por cierto, me llamo Manjiro pedo tu me puedes decir Mikey.
— Es un gusto Mikey — dijo el chico mientras estiraba su mano libre para dársela al peliblanco. — Ahora sí, bajemos a desayunar.
Después de desayunar, los niños y él salieron a jugar un rato. Seishu estaba feliz porque los pequeños se veían felices a su alrededor y para que mentir, el también se sentía muy a gusto con ellos. Eran tan tiernos y lindos que le daban ganas de protegerlos para siempre. Además, ambos niños entraron en confianza muy rápido con el rubio y eso le tranquilizó.
Pasaron toda la mañana jugando en el patio de esa gran casa. Al mediodía, Yukiji les avisó que fueran a almorzar, Inupi le agradeció mientras que cargaba como pudo a ambos niños a petición de estos ya que estaban muy cansados. Él lo hizo feliz aunque le daba un poco de miedo tirarlos, pero aún así llegó con los niños al gran comedor de la mansión donde ya se encontraba el papá de los pequeños esperándolos.
— ¡Papi! mida como nos carga Sheshu — Exclamó Mikey con una gran sonrisa. Al de ojos verdes le daba mucha ternura como todavía no podía pronunciar bien algunas palabras. Shinichiro le sonrió a su hijo mientras se acercaba a cargar a Mikey para quitarle un poco de peso al chico.
— Ya vi Mikey, pero no sean traviesos con Inui.
— Papi, ¿Seishu-ni puede venir mañana también? — pregunto Izana mientras abrazaba al rubio claro por el cuello.
— Claro, solo si él quiere — Shinichiro le dirigió una mirada a Inupi que hizo ponerlo un poquito nervioso, solo un poco.
— ¡Vendré si ustedes quieren, lindos!
— ¡Si! — gritaron ambos niños. — Ven todos los días — dijo Izana aún abrazado a su cuello.
Después de eso, la tarde pasó muy rápido. Seishu ayudó a los niños a bañarse y los acomodó en sus respectivas habitaciones, les contó un cuento y después les dio un besito en sus abultadas mejillas.
Ahora se encontraba en el despacho del papá para darle una respuesta. Él pelinegro ya lo estaba esperando desde hace un rato así que cuando lo vio entrar preguntó. — ¿Así que ya decidiste?
— Sí. Sus hijos son un amor, así que firmaré el contrato. Los cuidaré, pero ellos decidirán cuando decirme mamá.
— Me parece bien. Entonces firma aquí, tienes el fin de semana para traer tus cosas a la mansión.
— Bien, gracias señor.
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Siendo mamá | ShinInu
ФанфикInupi está buscando trabajo lo que él no sabe es que terminará siendo mamá de dos tiernos niños. ****** Shinichiro x Inui Soft! Mpreg! Posible +18