Warm • KM au

VIII

Jungkook

— De verdad, preparas el chocolate más rico del universo, Jimin —lo halago, para luego dar un largo trago a mi taza caliente.

Él ríe pero puedo notar que sus mejillas se vuelven algo rojas.

— Solo estás siendo amable —le resta importancia y bebe de su taza.

— Si eso te deja dormir por las noches —me encojo de hombros.

— Tonto —menciona burlón.

El hogar de Jimin se sentía tan cálido, sinceramente no sé porque no nos habíamos quedado aquí en primer lugar, en vez de estarnos congelando en un banquillo cualquiera de un parque. Además, aquí tenía las comodidades necesarias para su condición y así poder guiarse con tranquilidad por aquí y por allá. Y ahora que me lo cuestionaba, en cada encuentro que había tenido con Jimin, él siempre estaba fuera de su casa y quedando en la intemperie en esta época tan helada pero cálida al mismo tiempo.

— Jimin —lo llamo suavemente.

— ¿Uhm? —a penas dice para que continúe hablando, mientras aún sostiene la taza de chocolate caliente entre sus manos.

— Lo siento si suena muy entrometido de mi parte pero... ¿por qué siempre quieres pasar la navidad fuera de tu casa? Siempre he tenido esa duda rondando por mi mente —cuestiono con curiosidad.

Jimin se queda pensativo y comienzo a pensar que aquel era un tema que no debía tocar por el evidente silencio que siguió a continuación. Genial, lo arruine. Antes de poder disculparme con Jimin, él apoya su taza de chocolate en la pequeña mesa frente a nosotros y junta sus manos en un gesto nervioso.

— Estar fuera de casa, rodeado de personas, me hace sentir menos solo —confiesa cabizbajo.

— Oh —suelto y antes de que pueda decir algo más, continúa hablando.

— Además los lugares en los que me encontraste, cada navidad, son los lugares a los que más acudía con mi familia —suelta bajito.

Unas ganas inmensas de abrazarlo me llenan, pero no quería ponerlo incomodo e invadir su espacio así que me limite a sostener su mano, sabía que eso le gustaba y lo hacía sentir más acompañado. Me lo había confesado en nuestros primeros encuentros.

— Es lindo que quisieras ir a esos lugares para sentirlos más cerca —menciono con suavidad y él asiente con una pequeña sonrisa.

— Si, lo fue —admite algo avergonzado—. Aunque la mayoría del tiempo me encontraba triste al principio pero, de alguna forma, con el paso de los años ese sentimiento fue disminuyendo.

— Eso es bueno, Jimin. Hay que quedarse con los buenos recuerdos y sonreír ante eso porque lograste vivirlos en algun momento —comento.

— Tienes razón y comencé a darme cuenta de eso hace un corto tiempo —razona—. Lentamente, fui asimilando la pérdida de mis padres y que yo aún seguía aquí, entonces debía hacer algo al respecto y no sentarme a estar triste todo el tiempo. Debía avanzar.

Se oía tan maduro diciendo aquello que me sentía orgulloso oírlo hablar sobre su progreso. No había experimentado lo que él pero intentaba entender su punto y de que todo llevaba su tiempo, su propio proceso para avanzar y volverse más fuerte de lo que ya es.

— Además había algo en cada navidad que me lograba hacer pensar en otra cosa y sonreír un poco —sonríe en medio de sus palabras con timidez.

— ¿En serio? ¿Y qué fue ese algo?

— Tú, koo.

— ¿Yo? —cuestiono sorprendi do por su respuesta.

— Si, me has hecho sonreír en cada navidad aunque sintiera que el mundo se me caía a pedazos.