¿Para qué se practican las artes marciales?
¿Para impresionar a las chicas? ¿Para saber defenderse? ¿Para vengarte de alguien más fuerte que tú? ¿Para un mejor estilo de vida? ¿O simplemente porque viste algunas películas y te pareció que sería genial poder hacer esos movimientos?
Todas esas preguntas tienen 2 simples respuesta dependiendo de a quien le preguntes. Si y No.
Muchas veces el ser humano cuando ve algo que parece entretenido o vistoso, naturalmente pensara en hacerlo el por su propia cuenta, o imaginarse haciéndolo. Esa es la naturaleza humana. Pero hay otros que simplemente toman eso como un estilo de vida y le dedican sangre, sudor y lágrimas para poder perfeccionar aquel arte que solo pocos pueden llegar a alcanzar.
Capitulo 1: Un nuevo aprendiz
El día comenzaba como cualquier otro. Con el astro de color amarillo emergiendo e iluminando todo a su paso, proveyendo de una cálida sensación al tacto con la piel. El cielo completamente despejado de nubes, dando paso a una hermosa vista de un hermoso cielo celeste, donde se podían ver a las aves surcar los cielos libremente.
Ahora mismo el sol estaba en su culmine sobre el país de Japón. El país del sol naciente. Vaya la redundancia.
Era un fin de semana, y por lo tanto, las personas que trabajaban en los días de semana, se tomaban su merecido descanso. Los más jóvenes, se juntaban para pasar un rato agradable con sus amigos y amigas yendo al cine, a comer algo, o talvez a jugar algún deporte. Y otros simplemente se quedaban en sus casas para disfrutar de sus gustos personales como video juegos o ver películas y pasarla en familia. Normalmente esas son las actividades que hace normalmente el ser humano. Pero ahora mismo nos ubicamos en una parte de Japón, más específicamente en lo que parece ser un viejo dojo de artes marciales. Y para ser más específicos aún, en un joven.
-Ma-ma-maestro. ¿Es realmente necesario esta clase de entrenamiento? - preguntaba un joven de cabellera café, el cual estaba un poco erizado en su nuca, con 2 mechones que le caen sobre la frente en ambos lados del rostro y unos ojos de la misma tonalidad que se cabello.
-Jojojo, veo que tu nuevo invento es bastante eficiente Akisame- decía un hombre de enorme porte y gran estado físico a pesar de su avanzada edad. Un largo cabello rubio, un poco decolorado debido a su edad, y una barba pronunciada. Este hombre era conocido como Hayato Furinji. O también conocido por su apodo, el hombre invencible
-En efecto venerable. Le presento al martillo de Thor 2.0. Este a diferencia del primero es auto sustentable. Le instale un mecanismo debajo de la cinta que produce su electricidad a través del rose de la cinta y los pequeños mecanismos nuevos. Estos producen la electricidad por si mismos, la cual viaja directo hacia aquella placa de acero. Si el joven Kenichi llegar a perder velocidad, la propia fuerza producida por el mismo le enviara a chocar con aquella placa y le electrocutara. - hablaba un hombre de cabello negro con una forma muy parecida a la de Kenichi, un ligero bigote refinado bastante delgado. A primera vista cualquiera pensaría que este hombre es ciego debido a su pupila de color gris blanquecino.
-Esto ya no es entrenamiento. Esto es una torturaaaaa- se quejaba el chico de cabello café con grandes lagrimas cayendo en forma de cascada por su rostro
-Animo onii-chan. Yo sé que tú puedes con esto- le daba ánimos una niña una poco menor que Kenichi. La cual compartía bastantes semejanzas con este último. Como la apariencia de su cabello, y el color de este como de sus ojos. Esta niña era la hermana menor de Shirahama Kenichi
-Honoka, no les des más incentivos para que me sigan torturando- chillaba dolorosamente el chico
-Cielos, realmente te falta más motivación- decía un hombre mayor de baja estatura. Con un abundante y extenso bigote. A la vez que lleva un sombrero el cual tapa su carencia de cabello mientras viste las típicas y tradicionales ropas chinas
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Maestro o Aprendiz
AçãoLas artes marciales que los grandes maestros conocen, sufrirán un enorme cambio debido a un chico salido de la nada, con un estilo que se creía perdido.