Prólogo

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Mirarle a los ojos es ver a la mismísima muerte delante de ti. Lo único que se te pasa por tu cabeza en ese instante es seguirle sin que otro pensamiento nuble su trance.

Una mano me para de mi camino sin rumbo. Giro el rostro sorprendiéndome de que esté aquí.

- Solo quiero protegerte. – musita con los ojos cristalinos. Jamás le había visto así.

Una voz cerca de nosotros se manifiesta.

- No la puedes proteger de algo que eligió sabiendo las consecuencias. – responde con seriedad en las facciones.

- No lo hizo por voluntad propia y lo sabes. – replica acercándose de manera amenazante.

- Pero aun así lo hizo. – bufó con prepotencia- No me importa si lo hizo por orgullo. Si eliges ese camino solo tiene un destino. – dijo mirándome con esos ojos que a cualquiera lo dejarían en un estado de trance imposible de salir. 

Cuento mal contadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora