Capítulo 1: curiosidad

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Otro día más salía con mi hermano por el camino que nos llevaba hasta el colegio. Andamos tranquilos por el mismo sendero en el que nos cruzamos a escasos metros ese cristal brillante e insólita. Cada mañana miro embelesada el lago del que tanto se habla.

Un pequeño golpe en mi hombre me quita del trance que estoy. Giro la cabeza hacia la figura de mi hermano extrañada por su acción.

- ¿Qué? – pregunto encarnando una ceja. Él sonríe negando con la cabeza y dirigiendo su mirada hacia el camino que llevamos. Sus pasos se aceleran sin decirme nada. - ¿Por qué has hecho eso? – le vuelvo a preguntar parando mis pasos.

- Para no que vayas directa al lago. – responde seco. Sus palabras me dejan extrañada. ¿Hacia el lago? Está loco.

- Manuel no soy idiota, solo lo estaba mirando. – respondo segura apretando los labios.

- Ya sabes lo que dijo mamá. – contesta alargando la última palabra.

- Lo que dice mamá son leyendas absurdas para que los niños no salgan por la noche. ¿Enserio te crees eso? – suelto un suspiro de cansancio. Tiene 16 y piensa que los cuentos que cuentan los ancianos del pueblo son verdad. Qué patético.

- ¿Por qué no debería? – pregunta serio – Puede que tú no lo recuerdes pero había niños de la escuela en tu clase. Dime ¿Cuántos sois en clase ahora? – por un momento iba a responderle, pero la imagen de Celia en 3º de Primaria me deja en un pequeño trance.

Él último día que la vi fuimos a una excursión al lago para recoger hojas de diferentes tipos. Y a la mañana siguiente su asiento quedó vacío como la alegría que se respiraba en el aula. Nunca más se volvió a hablar de ella. Su nombre se convirtió en tabú en la escuela como el de otros muchos niños y niñas que por alguna razón ya no volvieron a clase y a ser vistos por el pueblo.

- Sabes que en el colegio está prohibido pronunciar su nombre. Y en casa más. – se queda a escasos centímetros de mi cara. – si crees que es mentira todo lo que se dice métete dentro una noche. – encoge los hombros sin mostrar nerviosismo en sus palabras.

Mi respiración se corta al escuchar su petición.

- Pensaba. – vuelve a caminar directo hacia el colegio.

Seguimos el rumbo sin mediar otra palabra por el camino. Los vellos se me ponen de punta al solo imaginar que pueda poner un pie en ese lago sin que la angustia recorra mi cuerpo y más siendo de noche.

A la entrada del colegio los grupos de mi clase se ven al pasar la puerta principal: Cristina, Vero, Daniel, Zack, y por supuesto una servidora. Victoria. Hemos sido amigos desde que estábamos en infantil y aunque el grupo se ha ido reduciendo siempre hemos sido una piña.

Zack y Vero me saludan al verme entrar al instituto. Nos damos todos un abrazo intenso y seguimos la conversación.

- Vic, ¿sabes de la sustitución? – pregunta Vero dándome un toque en el brazo para tener mi atención.

¿Sustitución?

Arrugo el entrecejo y la miro extrañada de la pregunta que me formula. Vero suspira y rueda los ojos.

- ¿Sabes quien era el antiguo director? – pregunta directa.

- Claro. - respondo obvia. - Pero ¿qué tiene que ver? – pregunto curiosa.

- Se ha jubilado y han puesto a uno nuevo. – responde emocionada.

Vale, aquí me pierdo. ¿Vero emocionada porque ha venido otro director? Algo no encaja.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2022 ⏰

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