Cuando Luisita llegó a casa del trabajo el lunes por la noche, la música retumbó en la sala de estar. Cerró la puerta, colgó las llaves en el gancho de la entrada y se quitó los talones.
− Lo siento, llego tarde, mi amor.
Se interrumpió cuando entró en la sala de estar y vio a la persona descansando en el sofá.
No era Lourdes.
No, claro que no.
Lourdes nunca pondría música tan fuerte como esta. Y ella nunca pondría un vaso sobre la mesa de café sin usar un posavasos. Tampoco dejaría platos en el fregadero, como los que Luisita había encontrado cuando entró a la cocina esta mañana.
Amelia se sentó y le sonrió. −¿Practicando ya, cariño?
Luisita suspiró. Cruzó la habitación y bajó el volumen y subió la temperatura. Dios, hacía mucho frío aquí. − Señorita Ledesma...
− Llamamé Amelia. Si queremos que todos crean que estamos locamente enamoradas, será mejor que nos llamemos por nuestros nombres . Ella inclinó la cabeza y un brillo travieso entró en sus ojos color de miel. − ¿O prefieres los nombres de mascotas? ¿Conejita? ¿Pastelito? ¿Osita?
Luisita hizo una mueca. − No gracias. Luisita estará bien −. Bueno, al menos Amelia no parecía guardar rencor por el sábado, cuando había implicado que ser barista no era un trabajo deseable. Se acomodó en el sillón reclinable y miró a Amelia.
− Aburrida.
− ¿Qué? − Preguntó Luisita. −¿Crees que no tengo sentido del humor?
− Um, no, por supuesto que no.
Luisita no necesitaba un doctorado en psicología para ver a través de la mentira. No debería importarle lo que Amelia pensara de ella, pero por alguna razón lo hizo.
− Esto puede ser divertido y un juego para ti, solo otra aventura en la vida de una actriz, pero para mí, esto es serio. Quiero ese libro −. Necesitaba ese libro. Si quería hacerse cargo del centro algún día, necesitaba establecerse como la experta en relaciones de Los Ángeles antes de que Nieves pudiera hacerlo.
− Lo entiendo −, dijo Amelia. − Pero, ¿qué tiene de malo divertirse un poco mientras trabajamos para lograr ese objetivo?
− Nada me imagino. Mientras lo tomes en serio −. Ella miró el anillo de condensación en la mesa de café. − Y uses un posavasos, dios.
Amelia usó el borde de su camisa para limpiar la mesa, haciendo que Luisita se estremeciera.
− Lo intentaré −, dijo, sin aclarar a qué se refería.
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Luimelia ᴊᴜsᴛ ғᴏʀ sʜᴏᴡ
Fanfic¿Qué sucede cuando una terapeuta sobresaliente con tendencias TOC y una actriz impulsiva y sin trabajo comienzan una relación falsa? Luisa Gómez pensó que lo tenía todo: una carrera exitosa como terapeuta de parejas, un contrato de publicación para...