Amelia de alguna manera logró terminar la cena a pesar de su nudoso estómago. Una vez que los platos estuvieron listos, Luisita la tomó de la mano y la arrastró afuera con el pretexto de mostrarle el jardín y la piscina.
Se instalaron debajo de la pérgola junto a la piscina, en un sillón de dos personas.
− Pongámonos cómodas para que nadie nos moleste −, le susurró Luisita al oído. El cálido aliento que bañaba su oreja hizo que Amelia temblara a pesar de los rayos del sol poniente. Se acurrucó contra el costado de Luisita y una vez más se maravilló de lo bien que se ajustaban sus cuerpos. − ¿Qué te dijo mi madre en la cocina?
Amelia miró a través de la piscina. El agua brillaba en los tonos anaranjados de la puesta del sol, y la cálida brisa de junio agitaba las hojas de los árboles frutales en el borde de la propiedad. Si las circunstancias fueran diferentes, realmente disfrutaría sentarse aquí con Luisita. − Yo ... cometí un error. Uno muy malo.
Luisita extendió una mano y masajeó uno de los hombros de Amelia.
− Estás tan tensa como una roca. Relajate. No puede ser tan malo.
Amelia suspiró. − No tienes idea.
− ¿Qué? − Luisita se rió un poco, pero también sonaba aprensiva. −¿Les dijiste que eres una actriz que recibe cincuenta mil dólares para pretender ser mi pareja amorosa?
− No, no es tan malo, pero no mucho mejor. Accidentalmente les dije ...
− Ah, ahí están ustedes dos −. La madre de Luisita salió. Se sombreó los ojos con una mano y las miró.
Instintivamente, Amelia se acercó a Luisita, que hizo lo mismo.
− ¿Tienes un minuto, hija? − Preguntó Manolita. − Me gustaría que eches un vistazo a las sobras y decidas lo que quieres llevar.
No elijas ninguna, pensó Amelia.
− Solo dame lo que no quieras −, dijo Luisita.
− No. Ven a escoger la tuya −. Su madre agitó la mano de una manera que no permitía rechazo.
Después de tocar suavemente el muslo de Amelia, Luisita se levantó de mala gana del sillón.
− Vuelvo en seguida.
Amelia las vio irse con una sensación de hundimiento en el estómago. Manolita no le diría a Luisita nada sobre su supuesto plan para proponerle matrimonio, ¿verdad?
El sillón se sentía demasiado ancho y solo para ella, así que Amelia se levantó y se arremangó el par de pantalones. Se sentó en la piscina, cerca del borde, y puso los pies en el escalón superior. Al menos podría disfrutar de este pequeño trozo de la piscina durante lo que seguramente sería su primera y única visita a esta casa.
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Luimelia ᴊᴜsᴛ ғᴏʀ sʜᴏᴡ
Fanfic¿Qué sucede cuando una terapeuta sobresaliente con tendencias TOC y una actriz impulsiva y sin trabajo comienzan una relación falsa? Luisa Gómez pensó que lo tenía todo: una carrera exitosa como terapeuta de parejas, un contrato de publicación para...