5. Atrapado en esta escuela

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Alana

Golpeo con mis pies una y otra vez la puerta del vehículo, pero no hay forma, no abre. Lo intento con mis manos y hasta con mi oreja, ni aun así funciona. En un momento voy a golpear mi cabeza, entonces caigo al suelo cuando veo que Jenny, la secretaria de Melinda, la presidenta estudiantil, es quien me abre la puerta.

—¡JENNY! —grito al levantarme—. ¡Eso me dolió!

—Lo... lo siento. —Lloriquea.

—¡Soy una mariposa! —El chófer de Reik sigue aquí, fingiendo que vuela, moviendo las manos y girando en círculos.

Voy a hablarle, pero termino chocándome con la nada.

—¡Ay!

—¡Lo lamento! —dice Lolo, el personaje que nadie ve.

¡Literalmente es borroso!

Esto ya no es gracioso, es triste.

—Dile a Reik que la próxima vez que me encierre en un auto, lo denunciaré.

—Pero si estaba abierto —contesta Jenny.

—Bueno, sí, ¡pero no sabía cómo abrirlo! —grito avergonzada.

Al final me voy a paso firme, entrando a la academia mientras Jenny me sigue, alejándome de los dos choferes de Reik, que no le aportan nada a la trama.

Reik

Atrapado en esta escuela, atrapado en esta escuela...

¡Atrapado en esta escuela!

Por si no se entendió ¡ATRAPADO EN ESTA ESCUELA!

Y no me importa ser un error gramatical de la escritora para repetir eso. Sí, ¿no lo sabías? No se pueden repetir palabras en un texto, es un error gramatical. Ja, ja, lo repetí ¡Toma esa, RAE, yo no sigo las reglas!

Como sea, ¿dónde estaba?

¡Atrapado en esta escuela!

Camino a paso fuerte por los pasillos de la academia Rose. Ahora están todas en clase, así que no me ven y digo todas porque al parecer aunque esto sea una escuela mixta no veo a ningún hombre. Cuestión, camino dominante porque nadie me ve, sino debería comportarme como principito. Ya saben, todo adorable, hermoso y carismático.

¡Odio parecer buenito, lo odio!

¡Se supone que soy un chico malo, tóxico, MUY TÓXICO!

Pero no, todos los contratos que he firmado me complican la existencia. Firma esto decían, firma lo otro decían, ándate a la...

—¡Ah, la chica! —grito cuando veo a Alana y ella chilla—. ¡Regresa aquí!

La persigo cuando sale corriendo. Qué horror con sus piernitas de corredora amateur. No puedo creer que no la pueda alcanzar, siendo tan pequeña.

—¡Ven aquí, chiquita ratita, no te vas a escabullir por ningún ducto de ventilación, dame esa cámara!

—¡¡No la tengo!! —grita asustada y sigue corriendo.

Alzo la mano lo más que puedo y al fin la agarro del uniforme, así que sonrío con malicia.

—Ah, te atrapé.

La mala suerte está de mi lado porque hay cuatro chicas al final del pasillo, aunque ninguna se ha dado cuenta de mi actitud, nada más chillan como loquitas.

—¡¡Reik Manson, aahh!! —expresan en alto y se me tiran encima.

Mierda, perdí mi oportunidad, Alana se me escapó.

Odio sus piernitas, que irónicamente deberían ser una ventaja para mí, pero las usa muy bien para huir. 

Academia de locasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora