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Los sonidos de pasos eran estridentes, el silencio del pasillo se había acabado con los gritos altos de su progenitora, el primer golpe fue en su brazo izquierdo.

El segundo en su torso, su pequeño cuerpo perdiendo el equilibrio al instante.

— Joder mujer, deja de gritar y hacer un escándalo, ¿Qué sucede esta vez? — la voz molesta de su padre solo logró hacerlo sentir más atemorizado.

— ¿Qué es lo que crees? — respondió ella furiosa — no sé de dónde sacó una estúpida pelota, mira lo que hizo con el jarrón de tu madre.

Eso era todo, la vista de su padre en dirección hacia los fragmentos de la cerámica esparcida en el suelo; pudo escuchar más piezas quebrarse con el peso cuando su padre caminó en su dirección.

Él solo era un pequeño niño de tres años que no lograba entender la situación a su alrededor, había aprendido que los gritos de su madre eran un aviso sobre los golpes vendrán después.

Su cuerpo retrocedió, pero el muro a sus espaldas le impidió escapar de la furia de su padre.

Para cuando la noche llega, sabía que debía estar en la cama esperando la poca comida que le era servida, la mujer que solo aparece para alimentarlo lleva una sonrisa en su rostro que siempre desaparece al ingresar a su habitación.

Bocado tras bocado comía con parsimonia, si tan solo un poco de esta se llegase a desbordar de la cuchara y cayera, la mujer sacudiría su cuerpo hasta que duela.

— Eres un niño malo — dice ella — no debiste jugar con la pelota en el pasillo.

Él no logra entender sus palabras, la mujer quien horas antes le había dado la pelota, se hallaba regañándole.

— Los niños como tú solo nacieron para ser estorbos — agregó — tal vez sirvan como sacos, para sacar la frustración de los adultos.

Una carcajada ahogada en la garganta de la mujer, el pequeño la observó alejarse con rapidez como de costumbre cada noche, no había más cruce de palabras que ese. Él se estaba moviendo en dirección hacia el baño, no quería recibir nuevos golpes por no cepillar sus dientes, de pie sobre la punta de sus pies enjuagó su cavidad bucal una y otra vez.

El espejo donde se hallaba su reflejo mantenía las grietas, su madre había estado furiosa una noche al hallar el desorden en la habitación, muchos objetos habían sido lanzados en el interior.

Minutos después estaba sobre la cama, su vista en dirección al techo de la habitación fría, las ventanas como de costumbre estaban abiertas, su padre le había prohibido cerrarlas.

En el pasillo aledaño, la mujer se deslizaba perezosamente en su pijama, el hombre yacía recostado en la cama con la vista en su móvil.

— Mañana vendrá tu hermano — dijo ella — maldición, realmente odio cuando vienen de visita, tu hermano no es más que un inservible, criar a su hijo solo, porque ninguna mujer quiere llevar esa responsabilidad al lado de un hombre como él.

— No le prestes atención, necesito poco tiempo para lograr ser el presidente de la compañía, mi padre es un viejo estúpido que cree tener la razón en darle todo el poder a mi hermano, no pienso permitírselo.

— Nadie merece ese puesto más que tú querido — agregó la mujer — ninguno de esos estúpidos sabe cómo sacarle provecho a la compañía.

— Mañana tendré tiempo suficiente para sacar del camino a mi hermano — el hombre llevó la vista hacia su esposa — quiero al niño fuera del camino.

La mujer formó una desagradable expresión en el rostro.

— Ni siquiera me lo recuerdes — respondió — debí haberlo abortado cuando tuve la oportunidad.

Adicto A Ti °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora